/ viernes 9 de abril de 2021

Llenos de vacío

Platicando con un hombre joven, me decía en tono lastimoso: “Mire padre, no sabe qué difícil es encontrar a una mujer que valga la pena. Las jóvenes de 19 a 25 años sólo quieren divertirse. No saben, ni quieren, hacer nada del hogar. No son capaces de llevar una casa. Son aburridas. No tienen más tema de conversación que la música de moda, y se la pasan viendo videos de “Tic Toc" hasta altas horas de la noche”.

Por otra parte, muchas veces he escuchado este tipo de reclamos en boca de mujeres jóvenes quejándose de que es muy difícil encontrar un hombre soltero, maduro, que no esté divorciado, y que vea a las mujeres con el debido respeto; hombres que su objetivo no sea tener relaciones sexuales sin compromiso con cualquiera que se les ponga en frente.

Estos ejemplos nos permiten entender el por qué de tantos fracasos e infidelidades de matrimonios en la actualidad. Realmente se nota un grave problema de inmadurez en personas de todas las edades. No perdamos de vista que en nuestro país la televisión ha provocado cambios de criterio y, por lo mismo, de formas de vida en muchos millones de personas.

En nuestro país la televisión ya cumplió poco más de 70 años. La primera transmisión se realizó el 1º de agosto de 1950. Las primeras telenovelas —Senda prohibida y Gutierritos— son de 1957 y 1958. Son innumerables las personas, especialmente mujeres, de todas las edades que han sufrido y llorado con temas que han ido subiendo de tono, presentando historias llenas de deficiencias humanas y vicios curtidos en un profundo sentimentalismo. La TV se convirtió en una incubadora de problemas personales y familiares.

Es cierto que las últimas generaciones ya no están viendo estos programas, pues las nuevas tecnologías han desplazado en gran parte a la televisión. Pero las actuales series y películas tampoco ayudan en la maduración de las personas, quienes en su mayoría están llamadas a formar familias, llegando a ser madres y padres de criterio maduro y capacidad para educar a sus hijos.

Un gran porcentaje de nuestra población está llena de vacío… y esto es grave. La falta de interés en temas como la educación de los hijos, la capacidad de dialogar —sabiendo escuchar, negociar y ceder—; el amor a las virtudes que nos perfeccionan como individuos; la solidaridad humana; la responsabilidad política; el conocimiento y la práctica de la religión; el valor fundamental del respeto; y todo ello aunado a la sobrevaloración del aspecto físico del cuerpo, han provocado crisis en los diversos ámbitos de nuestras vidas, familias y sociedad.

Estamos contribuyendo a crear un ambiente lleno de violencia motivada por nuestra falta de control personal, enconada por el orgullo. Nos resulta inaceptable que alguien no piense como nosotros, y nos falta la paciencia para poder madurar los sentimientos que saltan a morder como una víbora a la que pisan.

Considero importante hacer un examen personal para descubrir qué debemos hacer cada uno para corregir el rumbo.

www.padrealejandro.org

Platicando con un hombre joven, me decía en tono lastimoso: “Mire padre, no sabe qué difícil es encontrar a una mujer que valga la pena. Las jóvenes de 19 a 25 años sólo quieren divertirse. No saben, ni quieren, hacer nada del hogar. No son capaces de llevar una casa. Son aburridas. No tienen más tema de conversación que la música de moda, y se la pasan viendo videos de “Tic Toc" hasta altas horas de la noche”.

Por otra parte, muchas veces he escuchado este tipo de reclamos en boca de mujeres jóvenes quejándose de que es muy difícil encontrar un hombre soltero, maduro, que no esté divorciado, y que vea a las mujeres con el debido respeto; hombres que su objetivo no sea tener relaciones sexuales sin compromiso con cualquiera que se les ponga en frente.

Estos ejemplos nos permiten entender el por qué de tantos fracasos e infidelidades de matrimonios en la actualidad. Realmente se nota un grave problema de inmadurez en personas de todas las edades. No perdamos de vista que en nuestro país la televisión ha provocado cambios de criterio y, por lo mismo, de formas de vida en muchos millones de personas.

En nuestro país la televisión ya cumplió poco más de 70 años. La primera transmisión se realizó el 1º de agosto de 1950. Las primeras telenovelas —Senda prohibida y Gutierritos— son de 1957 y 1958. Son innumerables las personas, especialmente mujeres, de todas las edades que han sufrido y llorado con temas que han ido subiendo de tono, presentando historias llenas de deficiencias humanas y vicios curtidos en un profundo sentimentalismo. La TV se convirtió en una incubadora de problemas personales y familiares.

Es cierto que las últimas generaciones ya no están viendo estos programas, pues las nuevas tecnologías han desplazado en gran parte a la televisión. Pero las actuales series y películas tampoco ayudan en la maduración de las personas, quienes en su mayoría están llamadas a formar familias, llegando a ser madres y padres de criterio maduro y capacidad para educar a sus hijos.

Un gran porcentaje de nuestra población está llena de vacío… y esto es grave. La falta de interés en temas como la educación de los hijos, la capacidad de dialogar —sabiendo escuchar, negociar y ceder—; el amor a las virtudes que nos perfeccionan como individuos; la solidaridad humana; la responsabilidad política; el conocimiento y la práctica de la religión; el valor fundamental del respeto; y todo ello aunado a la sobrevaloración del aspecto físico del cuerpo, han provocado crisis en los diversos ámbitos de nuestras vidas, familias y sociedad.

Estamos contribuyendo a crear un ambiente lleno de violencia motivada por nuestra falta de control personal, enconada por el orgullo. Nos resulta inaceptable que alguien no piense como nosotros, y nos falta la paciencia para poder madurar los sentimientos que saltan a morder como una víbora a la que pisan.

Considero importante hacer un examen personal para descubrir qué debemos hacer cada uno para corregir el rumbo.

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