/ lunes 14 de marzo de 2022

Lo extraordinario de lo cotidiano

Por: Amín Anchondo

Existe un fantasma en nuestra sociedad que cada vez hace más apariciones y aterroriza a muchas personas. Un fantasma del que pocos hablan pero todos conocen y sobre todo mi generación y las menores (yo tengo 31 años). El tema de la depresión y de otras enfermedades como el estrés, ansiedad, etc., se han llevado muchas vidas en estos últimos años. ¿A qué se debe? ¿Qué está pasando?

No soy un experto en el tema y tampoco tengo estudios al respecto, pero sí tengo una opinión personal y vivo en este mundo que, cuando pones en perspectiva, te puedes dar cuenta de los grandes problemas que fácilmente nos llevan a esa situación.

Vivimos en un mundo de inmediatez y con exceso de información, lo cual hace doblemente difícil el poder concentrarnos en un objetivo y tener la paciencia para lograr un expertis de forma más sencilla. El mundo nos abre un enorme abanico de posibilidades para cada situación, lo cual genera una ansiedad enorme para poder saber cuál es la correcta o la más indicada para nosotros. Esta ansiedad es exponencial cuando vemos en nuestras pantallas la fabulosa vida de todas las personas que nos rodean o las historias de éxito de artistas, personajes públicos, políticos, etc., y tenemos la firme creencia (porque así se nos inculcó) que todos somos personajes extraordinarios y que todos estamos destinados a ser exitosos. Refiriéndose al éxito como la fama, el dinero o el poder. Ese mundo que vemos es irreal y por lo tanto, frustrante.

Se nos preparó para perseguir un éxito que muy pocas personas pueden alcanzar. Pero nunca se nos prepara para aprender a disfrutar de lo común, de lo cotidiano y de lo esencial. Les ha pasado que ven el caso del suicidio de un artista (por ejemplo, Robin Williams) y se preguntan: ¿Por qué lo haría si lo tenía todo? Esta pregunta es común porque en nuestro inconsciente colectivo tenemos como referencia que ese es el éxito y por eso nos saca de onda que alguien que está ahí no esté bien. Aquí cabe perfectamente una frase de Mark Manson: “Si continuamos dentro de esa ilusión en la que una vida extraordinaria es la única que merece ser vivida, entonces cada segundo de existencia será un segundo de fracaso”.

Me parece sumamente importante que hagamos una profunda reflexión de todo esto porque de verdad veo una generación sumamente trastornada en torno a la persecución de un falso éxito a costa de lo que sea y esto ha derivado en graves problemas psicológicos y muchas muertes.

Tenemos que aprender a respirar, a disfrutar, a vivir en el entorno que tenemos y lograr maximizar la alegría de lo poco o mucho que tenemos y con los pocos o muchos que tenemos. Debemos ser capaces de ver lo maravilloso de ser la persona más común de este mundo. Vivir lo cotidiano como extraordinario. Ver el éxito medido en risas y no en pesos. Que los pesos se conviertan en una herramienta de felicidad, pero no la causa para alcanzarla. Olvidémonos de buscar la certidumbre porque en este mundo ya se acabó esa palabra. Debemos crear una nueva identidad personal y una nueva imagen de éxito en nuestra sociedad. Algo cotidianamente extraordinario. Dejo esto para la reflexión.

Por: Amín Anchondo

Existe un fantasma en nuestra sociedad que cada vez hace más apariciones y aterroriza a muchas personas. Un fantasma del que pocos hablan pero todos conocen y sobre todo mi generación y las menores (yo tengo 31 años). El tema de la depresión y de otras enfermedades como el estrés, ansiedad, etc., se han llevado muchas vidas en estos últimos años. ¿A qué se debe? ¿Qué está pasando?

No soy un experto en el tema y tampoco tengo estudios al respecto, pero sí tengo una opinión personal y vivo en este mundo que, cuando pones en perspectiva, te puedes dar cuenta de los grandes problemas que fácilmente nos llevan a esa situación.

Vivimos en un mundo de inmediatez y con exceso de información, lo cual hace doblemente difícil el poder concentrarnos en un objetivo y tener la paciencia para lograr un expertis de forma más sencilla. El mundo nos abre un enorme abanico de posibilidades para cada situación, lo cual genera una ansiedad enorme para poder saber cuál es la correcta o la más indicada para nosotros. Esta ansiedad es exponencial cuando vemos en nuestras pantallas la fabulosa vida de todas las personas que nos rodean o las historias de éxito de artistas, personajes públicos, políticos, etc., y tenemos la firme creencia (porque así se nos inculcó) que todos somos personajes extraordinarios y que todos estamos destinados a ser exitosos. Refiriéndose al éxito como la fama, el dinero o el poder. Ese mundo que vemos es irreal y por lo tanto, frustrante.

Se nos preparó para perseguir un éxito que muy pocas personas pueden alcanzar. Pero nunca se nos prepara para aprender a disfrutar de lo común, de lo cotidiano y de lo esencial. Les ha pasado que ven el caso del suicidio de un artista (por ejemplo, Robin Williams) y se preguntan: ¿Por qué lo haría si lo tenía todo? Esta pregunta es común porque en nuestro inconsciente colectivo tenemos como referencia que ese es el éxito y por eso nos saca de onda que alguien que está ahí no esté bien. Aquí cabe perfectamente una frase de Mark Manson: “Si continuamos dentro de esa ilusión en la que una vida extraordinaria es la única que merece ser vivida, entonces cada segundo de existencia será un segundo de fracaso”.

Me parece sumamente importante que hagamos una profunda reflexión de todo esto porque de verdad veo una generación sumamente trastornada en torno a la persecución de un falso éxito a costa de lo que sea y esto ha derivado en graves problemas psicológicos y muchas muertes.

Tenemos que aprender a respirar, a disfrutar, a vivir en el entorno que tenemos y lograr maximizar la alegría de lo poco o mucho que tenemos y con los pocos o muchos que tenemos. Debemos ser capaces de ver lo maravilloso de ser la persona más común de este mundo. Vivir lo cotidiano como extraordinario. Ver el éxito medido en risas y no en pesos. Que los pesos se conviertan en una herramienta de felicidad, pero no la causa para alcanzarla. Olvidémonos de buscar la certidumbre porque en este mundo ya se acabó esa palabra. Debemos crear una nueva identidad personal y una nueva imagen de éxito en nuestra sociedad. Algo cotidianamente extraordinario. Dejo esto para la reflexión.