/ domingo 4 de julio de 2021

Lo que está cambiando en Chihuahua

Por: Juan Carlos Loera

Toda la reflexión sobre la transformación que hoy está viviendo Chihuahua no tuvo a la vista la profundidad de estos cambios. El debate que se generó durante las campañas no tuvo como eje central estas transformaciones y en ese aspecto se perdió la oportunidad de orientar las propuestas en la dirección correcta.

Acaso el tema del agua es el único de los grandes temas que estuvo muy presente en las conversaciones, pero fue manipulado, politizado y poco se pudo avanzar en este gran tema que seguramente volverá a estar en el centro de futuros debates públicos.

Ente esos grandes temas hay uno tan relevante que aquí daré cuenta de lo que representa para el futuro desarrollo de Chihuahua.

Me refiero al rumbo y la intensidad con la que ha crecido en los últimos años la economía chihuahuense.

Al calor de la contienda no se reparó en que el desempeño global de la economía chihuahuense ha sido muy positivo.

Un indicador que nos da cuenta de ello tiene que ver con el crecimiento experimentado en la última década por la industria manufacturera de exportación (IMMEX), que en estos años (1910-1918) tuvo una expansión sobresaliente muy superior a lo ocurrido en la mayor parte de las entidades federativas.

Contra todas las expectativas declaradas, entre 2019 y 2021, la expansión continuó en este que es el sector más grande de la economía de Chihuahua. En 2019, después de la decisión de rencauzar la política salarial hacia un destino que garantice el bienestar de los trabajadores y las trabajadoras, el volumen del empleo no dejó de crecer a pesar de que los salarios aumentaron significativamente. Esta dinámica no cesó, a pesar de la pandemia: Chihuahua fue de los pocos estados que vivieron un aumento en el volumen de los trabajadores.

Pero no sólo fue este sector, lo mismo ocurrió con la agricultura y particularmente el segmento agroindustrial, que posicionaron al sector primario de Chihuahua como uno de los más dinámicos del país, consolidando su liderazgo productivo en un número muy considerable y diverso de cultivos, productos y servicios agropecuarios.

Lo mismo ocurrió en la minería, aunque el proceso se desaceleró a mediados de la década pasada, con la adopción de nuevas políticas de recaudación que inhibieron su crecimiento ya en marcha.

En el sector de transporte la expansión fue muy amplia e intensa, convirtiéndose en el sector más dinámico, lo que revela que Chihuahua está entrando a una fase en la que tanto los intercambios internos como los asociados al comercio internacional son mucho más intensos y frecuentes; por lo cual no extraña que durante estos años Chihuahua se haya mantenido como la principal entidad exportadora de todo México.

Por último, vale la pena valorar lo que está ocurriendo en el comercio, al por mayor y en el minorista, donde, a la expansión de la década anterior, se han sumado nuevos factores que están dinamizando muchos de los giros comerciales, tanto formales como informales; siendo muy notable la proliferación de miles de establecimientos concentrados en plazas comerciales, como resultado de una rápida modernización del comercio.

Entre esos factores sobresale el impulso que ha dado a la demanda interna la derrama de ingresos de los programas de bienestar de la cuatro T, que tan sólo en 2021 representaron un gasto cercano a los diez mil millones de pesos, con un conjunto de beneficiarios superior al medio millón de beneficiarios.

También es patente, especialmente en las fronteras del estado, que las restricciones a la movilidad transfronteriza, a través de los puentes, han creado un mercado local de productos que antes eran importados.

Estamos ante una coyuntura muy favorable, cuya experiencia es fundamental para impulsar una nueva época de actividad comercial que, de ser bien aprovechada, dará mayor vigor a Chihuahua.

Esto es suficiente para abonar la idea de que, contra la suposición de que la 4T y la pandemia provocaron una profunda recesión en la economía del estado, lo que en realidad estamos experimentando es una nueva época de crecimiento.

Semejante proceso no está ligado a la coyuntura económica y sanitaria, sino a transformaciones mucho más profundas, que tienen una relación directa con factores asociados a la incorporación y uso de nuevas tecnologías en todos los campos y giros económicos; a la creciente experiencia de los trabajadores calificados, que casi lo son todos; al talento de profesionistas, técnicos, gerentes y empresarios en todos los ámbitos de nuestra economía y, en los últimos años, a la política económica de nuestro presidente que se construye en cuatro frentes.

En el frente macroeconómico se tienen indicadores que hablan de una estabilidad única, asociada a políticas de austeridad que garantizan un control muy eficiente del gasto público, a una balanza comercial superavitaria, a tasas de interés también bajo control, y a un peso estable que lejos de devaluarse está hoy más fuerte que nunca, sin riesgo una devaluación semejante a la que se vivió durante los gobiernos del PRI y del PAN.

En el segundo frente tenemos los bolsillos de las familias; con tasas de participación laboral nunca vistas en la economía de Chihuahua; con una capacidad adquisitiva ahora fortalecida por incrementos salariales y con prestaciones, también al alza.

En el tercer frente tenemos un nuevo comportamiento del mercado de trabajo, excepcional, asociado a una demanda de trabajo, superior a la oferta disponible, y que en vista de la actual y futura escasez de mano de obra que ya caracteriza al estado de Chihuahua, traerá consigo mayores niveles de remuneración, habida cuenta de que las empresas no se han marchado ni se marcharán de Chihuahua: llegaron para quedarse, porque ahora la clave de su negocio está en la productividad de sus trabajadores.

Un último hecho incontrovertible, nos muestra el cuarto frente: a diferencia de otros tiempos hoy en todos los ámbitos de la economía encontramos mano de obra muy calificada, con estudios formales que invariablemente rebasan la secundaria, donde abundan profesionistas, ingenieros, técnicos y trabajadores y trabajadores extraordinariamente experimentados.

Aunque no lo hayamos debatido suficiente, Chihuahua ya vive una transformación que pronto podría acelerarse: la base de su transformación ya la tenemos, sólo falta impulsarla con un programa de gobierno que tome en cuenta todos los elementos aquí planteados.

Pero en realidad, hay un factor estructural de mucho peso en este cambio radical de nuestra economía y no es otro que el esfuerzo realizado por todas las familias chihuahuense durante cinco décadas para ofrecerles más y mejor educación a sus hijos, que integran las nuevas generaciones de hombres y mujeres trabajadoras de Chihuahua.

Por último, sólo me resta destacar que esta transformación, es y será posible gracias a la solidaridad que los empresarios han tenido hacia sus trabajadores, en esta nueva etapa en la que se está construyendo un nuevo consenso a favor del trabajo bien remunerado: etapa en la que, si queremos un desarrollo duradero, tenemos que terminar de construir las bases y columnas de una sociedad transformada, en la que todo el trabajo habrá de ser pagado dignamente.

Por: Juan Carlos Loera

Toda la reflexión sobre la transformación que hoy está viviendo Chihuahua no tuvo a la vista la profundidad de estos cambios. El debate que se generó durante las campañas no tuvo como eje central estas transformaciones y en ese aspecto se perdió la oportunidad de orientar las propuestas en la dirección correcta.

Acaso el tema del agua es el único de los grandes temas que estuvo muy presente en las conversaciones, pero fue manipulado, politizado y poco se pudo avanzar en este gran tema que seguramente volverá a estar en el centro de futuros debates públicos.

Ente esos grandes temas hay uno tan relevante que aquí daré cuenta de lo que representa para el futuro desarrollo de Chihuahua.

Me refiero al rumbo y la intensidad con la que ha crecido en los últimos años la economía chihuahuense.

Al calor de la contienda no se reparó en que el desempeño global de la economía chihuahuense ha sido muy positivo.

Un indicador que nos da cuenta de ello tiene que ver con el crecimiento experimentado en la última década por la industria manufacturera de exportación (IMMEX), que en estos años (1910-1918) tuvo una expansión sobresaliente muy superior a lo ocurrido en la mayor parte de las entidades federativas.

Contra todas las expectativas declaradas, entre 2019 y 2021, la expansión continuó en este que es el sector más grande de la economía de Chihuahua. En 2019, después de la decisión de rencauzar la política salarial hacia un destino que garantice el bienestar de los trabajadores y las trabajadoras, el volumen del empleo no dejó de crecer a pesar de que los salarios aumentaron significativamente. Esta dinámica no cesó, a pesar de la pandemia: Chihuahua fue de los pocos estados que vivieron un aumento en el volumen de los trabajadores.

Pero no sólo fue este sector, lo mismo ocurrió con la agricultura y particularmente el segmento agroindustrial, que posicionaron al sector primario de Chihuahua como uno de los más dinámicos del país, consolidando su liderazgo productivo en un número muy considerable y diverso de cultivos, productos y servicios agropecuarios.

Lo mismo ocurrió en la minería, aunque el proceso se desaceleró a mediados de la década pasada, con la adopción de nuevas políticas de recaudación que inhibieron su crecimiento ya en marcha.

En el sector de transporte la expansión fue muy amplia e intensa, convirtiéndose en el sector más dinámico, lo que revela que Chihuahua está entrando a una fase en la que tanto los intercambios internos como los asociados al comercio internacional son mucho más intensos y frecuentes; por lo cual no extraña que durante estos años Chihuahua se haya mantenido como la principal entidad exportadora de todo México.

Por último, vale la pena valorar lo que está ocurriendo en el comercio, al por mayor y en el minorista, donde, a la expansión de la década anterior, se han sumado nuevos factores que están dinamizando muchos de los giros comerciales, tanto formales como informales; siendo muy notable la proliferación de miles de establecimientos concentrados en plazas comerciales, como resultado de una rápida modernización del comercio.

Entre esos factores sobresale el impulso que ha dado a la demanda interna la derrama de ingresos de los programas de bienestar de la cuatro T, que tan sólo en 2021 representaron un gasto cercano a los diez mil millones de pesos, con un conjunto de beneficiarios superior al medio millón de beneficiarios.

También es patente, especialmente en las fronteras del estado, que las restricciones a la movilidad transfronteriza, a través de los puentes, han creado un mercado local de productos que antes eran importados.

Estamos ante una coyuntura muy favorable, cuya experiencia es fundamental para impulsar una nueva época de actividad comercial que, de ser bien aprovechada, dará mayor vigor a Chihuahua.

Esto es suficiente para abonar la idea de que, contra la suposición de que la 4T y la pandemia provocaron una profunda recesión en la economía del estado, lo que en realidad estamos experimentando es una nueva época de crecimiento.

Semejante proceso no está ligado a la coyuntura económica y sanitaria, sino a transformaciones mucho más profundas, que tienen una relación directa con factores asociados a la incorporación y uso de nuevas tecnologías en todos los campos y giros económicos; a la creciente experiencia de los trabajadores calificados, que casi lo son todos; al talento de profesionistas, técnicos, gerentes y empresarios en todos los ámbitos de nuestra economía y, en los últimos años, a la política económica de nuestro presidente que se construye en cuatro frentes.

En el frente macroeconómico se tienen indicadores que hablan de una estabilidad única, asociada a políticas de austeridad que garantizan un control muy eficiente del gasto público, a una balanza comercial superavitaria, a tasas de interés también bajo control, y a un peso estable que lejos de devaluarse está hoy más fuerte que nunca, sin riesgo una devaluación semejante a la que se vivió durante los gobiernos del PRI y del PAN.

En el segundo frente tenemos los bolsillos de las familias; con tasas de participación laboral nunca vistas en la economía de Chihuahua; con una capacidad adquisitiva ahora fortalecida por incrementos salariales y con prestaciones, también al alza.

En el tercer frente tenemos un nuevo comportamiento del mercado de trabajo, excepcional, asociado a una demanda de trabajo, superior a la oferta disponible, y que en vista de la actual y futura escasez de mano de obra que ya caracteriza al estado de Chihuahua, traerá consigo mayores niveles de remuneración, habida cuenta de que las empresas no se han marchado ni se marcharán de Chihuahua: llegaron para quedarse, porque ahora la clave de su negocio está en la productividad de sus trabajadores.

Un último hecho incontrovertible, nos muestra el cuarto frente: a diferencia de otros tiempos hoy en todos los ámbitos de la economía encontramos mano de obra muy calificada, con estudios formales que invariablemente rebasan la secundaria, donde abundan profesionistas, ingenieros, técnicos y trabajadores y trabajadores extraordinariamente experimentados.

Aunque no lo hayamos debatido suficiente, Chihuahua ya vive una transformación que pronto podría acelerarse: la base de su transformación ya la tenemos, sólo falta impulsarla con un programa de gobierno que tome en cuenta todos los elementos aquí planteados.

Pero en realidad, hay un factor estructural de mucho peso en este cambio radical de nuestra economía y no es otro que el esfuerzo realizado por todas las familias chihuahuense durante cinco décadas para ofrecerles más y mejor educación a sus hijos, que integran las nuevas generaciones de hombres y mujeres trabajadoras de Chihuahua.

Por último, sólo me resta destacar que esta transformación, es y será posible gracias a la solidaridad que los empresarios han tenido hacia sus trabajadores, en esta nueva etapa en la que se está construyendo un nuevo consenso a favor del trabajo bien remunerado: etapa en la que, si queremos un desarrollo duradero, tenemos que terminar de construir las bases y columnas de una sociedad transformada, en la que todo el trabajo habrá de ser pagado dignamente.