/ domingo 11 de julio de 2021

Lo que está cambiando en Chihuahua

Por: Juan Carlos Loera de la Rosa

Semejante proceso no está ligado a la coyuntura económica y sanitaria, sino a transformaciones mucho más profundas, que tienen una relación directa con factores asociados a la incorporación y uso de nuevas tecnologías en todos los campos y giros económicos; a la creciente experiencia de los trabajadores calificados, que casi lo son todos; al talento de profesionistas, técnicos, gerentes y empresarios en todos los ámbitos de nuestra economía y, en los últimos años, a la política económica de nuestro presidente que se construye en cuatro frentes.

En el frente macroeconómico se tienen indicadores que hablan de una estabilidad única, asociada a políticas de austeridad que garantizan un control muy eficiente del gasto público, a una balanza comercial superavitaria, a tasas de interés también bajo control, y a un peso estable que lejos de devaluarse está hoy más fuerte que nunca, sin riesgo a una devaluación semejante a la que se vivió durante los gobiernos del PRI y del PAN.

En el segundo frente tenemos los bolsillos de las familias; con tasas de participación laboral nunca vistas en la economía de Chihuahua; con una capacidad adquisitiva ahora fortalecida por incrementos salariales y con prestaciones, también al alza.

En el tercer frente tenemos un nuevo comportamiento del mercado de trabajo, excepcional, asociado a una demanda de trabajo, superior a la oferta disponible, y que en vista de la actual y futura escasez de mano de obra que ya caracteriza al estado de Chihuahua, traerá consigo mayores niveles de remuneración, habida cuenta de que las empresas no se han marchado ni se marcharán de Chihuahua: llegaron para quedarse, porque ahora la clave de su negocio está en la productividad de sus trabajadores.

Un último hecho incontrovertible nos muestra el cuarto frente: a diferencia de otros tiempos, hoy en todos los ámbitos de la economía encontramos mano de obra muy calificada, con estudios formales que invariablemente rebasan la secundaria, donde abundan profesionistas, ingenieros, técnicos y trabajadores y trabajadores extraordinariamente experimentados.

Aunque no lo hayamos debatido suficiente, Chihuahua ya vive una transformación que pronto podría acelerarse: la base de su transformación ya la tenemos, sólo falta impulsarla con un programa de gobierno que tome en cuenta todos los elementos aquí planteados.

Pero en realidad, hay un factor estructural de mucho peso en este cambio radical de nuestra economía y no es otro que el esfuerzo realizado por todas las familias chihuahuenses durante cinco décadas para ofrecerles más y mejor educación a sus hijos, que integran las nuevas generaciones de hombres y mujeres trabajadores de Chihuahua.

Por último, sólo me resta destacar que esta transformación es y será posible gracias a la solidaridad que los empresarios han tenido hacia sus trabajadores, en esta nueva etapa en la que se está construyendo un nuevo consenso a favor del trabajo bien remunerado: etapa en la que, si queremos un desarrollo duradero, tenemos que terminar de construir las bases y columnas de una sociedad transformada, en la que todo el trabajo habrá de ser pagado dignamente.

Por: Juan Carlos Loera de la Rosa

Semejante proceso no está ligado a la coyuntura económica y sanitaria, sino a transformaciones mucho más profundas, que tienen una relación directa con factores asociados a la incorporación y uso de nuevas tecnologías en todos los campos y giros económicos; a la creciente experiencia de los trabajadores calificados, que casi lo son todos; al talento de profesionistas, técnicos, gerentes y empresarios en todos los ámbitos de nuestra economía y, en los últimos años, a la política económica de nuestro presidente que se construye en cuatro frentes.

En el frente macroeconómico se tienen indicadores que hablan de una estabilidad única, asociada a políticas de austeridad que garantizan un control muy eficiente del gasto público, a una balanza comercial superavitaria, a tasas de interés también bajo control, y a un peso estable que lejos de devaluarse está hoy más fuerte que nunca, sin riesgo a una devaluación semejante a la que se vivió durante los gobiernos del PRI y del PAN.

En el segundo frente tenemos los bolsillos de las familias; con tasas de participación laboral nunca vistas en la economía de Chihuahua; con una capacidad adquisitiva ahora fortalecida por incrementos salariales y con prestaciones, también al alza.

En el tercer frente tenemos un nuevo comportamiento del mercado de trabajo, excepcional, asociado a una demanda de trabajo, superior a la oferta disponible, y que en vista de la actual y futura escasez de mano de obra que ya caracteriza al estado de Chihuahua, traerá consigo mayores niveles de remuneración, habida cuenta de que las empresas no se han marchado ni se marcharán de Chihuahua: llegaron para quedarse, porque ahora la clave de su negocio está en la productividad de sus trabajadores.

Un último hecho incontrovertible nos muestra el cuarto frente: a diferencia de otros tiempos, hoy en todos los ámbitos de la economía encontramos mano de obra muy calificada, con estudios formales que invariablemente rebasan la secundaria, donde abundan profesionistas, ingenieros, técnicos y trabajadores y trabajadores extraordinariamente experimentados.

Aunque no lo hayamos debatido suficiente, Chihuahua ya vive una transformación que pronto podría acelerarse: la base de su transformación ya la tenemos, sólo falta impulsarla con un programa de gobierno que tome en cuenta todos los elementos aquí planteados.

Pero en realidad, hay un factor estructural de mucho peso en este cambio radical de nuestra economía y no es otro que el esfuerzo realizado por todas las familias chihuahuenses durante cinco décadas para ofrecerles más y mejor educación a sus hijos, que integran las nuevas generaciones de hombres y mujeres trabajadores de Chihuahua.

Por último, sólo me resta destacar que esta transformación es y será posible gracias a la solidaridad que los empresarios han tenido hacia sus trabajadores, en esta nueva etapa en la que se está construyendo un nuevo consenso a favor del trabajo bien remunerado: etapa en la que, si queremos un desarrollo duradero, tenemos que terminar de construir las bases y columnas de una sociedad transformada, en la que todo el trabajo habrá de ser pagado dignamente.