/ miércoles 29 de enero de 2020

Lo que está y no vemos

¡Ver para creer! ¡No veo, no creo! Pero resulta que estamos rodeados de muchísimas energías que no vemos. Está comprobado científicamente, pero aún así lo que no se ve en la cotidianidad se ignora, porque la percepción de los sentidos no va más allá, se estaciona en lo inmediatamente visible, tangible.

En países orientales están más adelantados en este tema, nos ha venido llegando esta sabiduría desde hace muchos años, pero para muchos persiste la incredulidad.

El pensamiento tiene una energía sorprendente y las emociones que ésta genera impactan directamente al organismo. Pienso y luego existo, de la manera que el pensamiento me lleva a los sentimientos y acciones.

Imanes se colocan en diferentes partes del cuerpo para nivelar energías, pero muchas personas ven inútil esta terapia porque no ven nada, ni sienten nada y como no se abren al proceso, el pensamiento contrario gana ¡Esto no sirve! Y así será, porque lo declaras con la energía potente que produces con lo que crees o no crees.

La radiación electromagnética oscila a diferentes frecuencias y produce ondas de radiofrecuencia (radio televisión), microondas (radar y sistemas de comunicación), infrarrojo (industria, medicina, astronomía), luz o espectro visible (onda para la cual la retina human es sensible), ultravioleta (involucrada en muchas reacciones químicas), rayos X (aplicaciones médicas), rayos gamma (ondas de origen nuclear).

Estamos rodeados de energías que fluyen naturalmente o las que concentra el ser humano para diferentes fines.

Cuando urge o se recomienda una radiografía, rayos que no se ven reflejarán una parte del cuerpo, se cree en ellos porque al ver la máquina y al recibir la imagen se tiene una prueba que lo comprueba.

Un pensamiento o sentimiento insistente de baja frecuencia (miedo, ira, tristeza, enojo, vergüenza, culpa) genera una enfermedad, pero a ese mal sólo se le adjudica el título de: es mala suerte, es hereditario, o ya me tocaba. Pero imaginen si viéramos claramente cómo la energía del pensamiento y sentimiento impactan el cuerpo día a día, digamos con un color negro que alertara ante la energía no favorable que le estamos mandando a nuestro organismo, ¿qué haríamos? No lo podríamos ignorar porque lo veríamos. No habría en este tema escépticos y la acción sería cambiar pensamientos para cambiar sentimientos y así veríamos cómo la luz irradiaría para darnos salud. ¡Y así es precisamente! Pero como no vemos el proceso de deterioro, lo ignoramos hasta que enfermamos. Dejamos que nuestra propia energía nos deteriore para luego llegar a un lugar impactante llenos de personal médico y aparatos listos para hacer lo que puedan por ese cuerpo que se venció ante el descuido de lo que estuvimos generando por años.

Para los que creemos en Dios es más fácil creer en lo que no se ve y por otro lado muchos religiosos no recomiendan o prohíben someterse a terapias energéticas, ¿por qué? ¿Qué acaso todo esa energía que fluye no es parte de la creación de Dios? ¿No estará esa energía ahí para que la descubramos y la aprovechemos? Sale de nosotros que estamos hechos a su imagen y semejanza.

Vigilante: La salud empieza en el pensamiento, fluye con saludables sentimientos y nos lleva a accionar con respeto hacia nosotros mismos y los demás. Tu bienestar se gesta en la energía que no se ve, búscala, es preventiva.

¡Ver para creer! ¡No veo, no creo! Pero resulta que estamos rodeados de muchísimas energías que no vemos. Está comprobado científicamente, pero aún así lo que no se ve en la cotidianidad se ignora, porque la percepción de los sentidos no va más allá, se estaciona en lo inmediatamente visible, tangible.

En países orientales están más adelantados en este tema, nos ha venido llegando esta sabiduría desde hace muchos años, pero para muchos persiste la incredulidad.

El pensamiento tiene una energía sorprendente y las emociones que ésta genera impactan directamente al organismo. Pienso y luego existo, de la manera que el pensamiento me lleva a los sentimientos y acciones.

Imanes se colocan en diferentes partes del cuerpo para nivelar energías, pero muchas personas ven inútil esta terapia porque no ven nada, ni sienten nada y como no se abren al proceso, el pensamiento contrario gana ¡Esto no sirve! Y así será, porque lo declaras con la energía potente que produces con lo que crees o no crees.

La radiación electromagnética oscila a diferentes frecuencias y produce ondas de radiofrecuencia (radio televisión), microondas (radar y sistemas de comunicación), infrarrojo (industria, medicina, astronomía), luz o espectro visible (onda para la cual la retina human es sensible), ultravioleta (involucrada en muchas reacciones químicas), rayos X (aplicaciones médicas), rayos gamma (ondas de origen nuclear).

Estamos rodeados de energías que fluyen naturalmente o las que concentra el ser humano para diferentes fines.

Cuando urge o se recomienda una radiografía, rayos que no se ven reflejarán una parte del cuerpo, se cree en ellos porque al ver la máquina y al recibir la imagen se tiene una prueba que lo comprueba.

Un pensamiento o sentimiento insistente de baja frecuencia (miedo, ira, tristeza, enojo, vergüenza, culpa) genera una enfermedad, pero a ese mal sólo se le adjudica el título de: es mala suerte, es hereditario, o ya me tocaba. Pero imaginen si viéramos claramente cómo la energía del pensamiento y sentimiento impactan el cuerpo día a día, digamos con un color negro que alertara ante la energía no favorable que le estamos mandando a nuestro organismo, ¿qué haríamos? No lo podríamos ignorar porque lo veríamos. No habría en este tema escépticos y la acción sería cambiar pensamientos para cambiar sentimientos y así veríamos cómo la luz irradiaría para darnos salud. ¡Y así es precisamente! Pero como no vemos el proceso de deterioro, lo ignoramos hasta que enfermamos. Dejamos que nuestra propia energía nos deteriore para luego llegar a un lugar impactante llenos de personal médico y aparatos listos para hacer lo que puedan por ese cuerpo que se venció ante el descuido de lo que estuvimos generando por años.

Para los que creemos en Dios es más fácil creer en lo que no se ve y por otro lado muchos religiosos no recomiendan o prohíben someterse a terapias energéticas, ¿por qué? ¿Qué acaso todo esa energía que fluye no es parte de la creación de Dios? ¿No estará esa energía ahí para que la descubramos y la aprovechemos? Sale de nosotros que estamos hechos a su imagen y semejanza.

Vigilante: La salud empieza en el pensamiento, fluye con saludables sentimientos y nos lleva a accionar con respeto hacia nosotros mismos y los demás. Tu bienestar se gesta en la energía que no se ve, búscala, es preventiva.