/ viernes 9 de octubre de 2020

Lo que le falta a AMLO: amar al país

La amenaza para el bienestar del país está dentro de nosotros mismos, en nuestra falta de carácter, en nuestra indiferencia ante los problemas nacionales. Quizá nuestra mayor falta esté en que no hacemos el suficiente esfuerzo para hacer cumplir las leyes. Apoyando al partido político en el poder, se encuentran quienes han hecho de la ilegalidad su fuente de riqueza y su forma de vida. Nos referimos al nuevo narcopartido de moda: Morena.

El patriotismo sin principios nos lleva al abismo del abuso, de la prepotencia y de la corrupción. Cada nación es tan libre solamente como lo permiten su educación, su carácter y sus principios. El hombre tiene solamente los derechos que pueda mantener en vigor y quien no hace uso de dichos derechos cívicos pierde hasta el derecho de quejarse. Todo sistema político que se basa en falsedades o ilusiones vanas invariablemente se convierte en un gobierno tirano. El mexicano se va dando cuenta de que lo que principalmente necesita para su felicidad no son ni populistas ni los falsos apóstoles. Lo que se necesita es acabar con las falsedades y la corrupción que tanto distingue a Morena en la actualidad. En la verdad están basadas todas las libertades.

La honradez nunca muere, así como tampoco las injusticias no pueden ser eternas. Los que siempre serán eternos son los Principios Universales, las llamadas Verdades Eternas, como la perseverancia, el gusto por el trabajo bien realizado, el mérito del carácter, la dignidad de la sencillez y de la humildad y la satisfacción del deber cumplido, entre otros.

Y así, el deber de cada ciudadano es recordarle a los que nos gobiernan los auténticos propósitos para los cuales ha sido creado el gobierno, pues la función de la política no es la de monopolizar los puestos públicos, ni quedarse con la riqueza de la nación, sino la de gobernar con la razón y la cordura, con un verdadero amor al país. Una de las funciones principales del gobierno es la de ayudar a formar verdaderos ciudadanos con espíritu independiente y no dependiente, como los gobiernos populistas y paternalistas lo han venido haciendo, en especial países como el nuestro, dándose esto aceleradamente.

La violencia y el odio de clases promulgados por el que ya se ha convertido en un presidente dictador, no nos da ninguna ventaja como nación. El libertinaje generalmente no perdura, pues la humanidad normalmente vuelve a los brazos de la Ley. En las dictaduras se pone al pueblo a dieta de hambre “franciscana”, quizá mitigada por unos cuantos “chocolatines” (de preferencia marca Rocío), a cambio de recibir una adulación constante y permanente. Lo que debemos hacer es mejorar al gobierno asesino.

El verdadero significado de “amar al país” es tener menos flojera para hacer las cosas, menos apatía, menos envidia, menos codicia, menos avaricia, menos vicios, menos mala fe. Amarlo es más bien tener más carácter, más civismo, más amor al trabajo, mucha más responsabilidad, más disciplina, más lealtad y lo obvio, más sentido común. Y no, AMLO, tú no amas al país, si así fuera, apoyarías a “tu pueblo bueno y sabio” y te burlas de los feminicidios, no apoyas a las mujeres maltratadas ni a los niños con cáncer ni a los ancianos ni apoyas la ciencia ni al arte ni a la persona que trabaja…

Alguien dijo alguna vez que “el hombre es rico o pobre, según la clase de hombre que es, no según lo que tiene”.


La amenaza para el bienestar del país está dentro de nosotros mismos, en nuestra falta de carácter, en nuestra indiferencia ante los problemas nacionales. Quizá nuestra mayor falta esté en que no hacemos el suficiente esfuerzo para hacer cumplir las leyes. Apoyando al partido político en el poder, se encuentran quienes han hecho de la ilegalidad su fuente de riqueza y su forma de vida. Nos referimos al nuevo narcopartido de moda: Morena.

El patriotismo sin principios nos lleva al abismo del abuso, de la prepotencia y de la corrupción. Cada nación es tan libre solamente como lo permiten su educación, su carácter y sus principios. El hombre tiene solamente los derechos que pueda mantener en vigor y quien no hace uso de dichos derechos cívicos pierde hasta el derecho de quejarse. Todo sistema político que se basa en falsedades o ilusiones vanas invariablemente se convierte en un gobierno tirano. El mexicano se va dando cuenta de que lo que principalmente necesita para su felicidad no son ni populistas ni los falsos apóstoles. Lo que se necesita es acabar con las falsedades y la corrupción que tanto distingue a Morena en la actualidad. En la verdad están basadas todas las libertades.

La honradez nunca muere, así como tampoco las injusticias no pueden ser eternas. Los que siempre serán eternos son los Principios Universales, las llamadas Verdades Eternas, como la perseverancia, el gusto por el trabajo bien realizado, el mérito del carácter, la dignidad de la sencillez y de la humildad y la satisfacción del deber cumplido, entre otros.

Y así, el deber de cada ciudadano es recordarle a los que nos gobiernan los auténticos propósitos para los cuales ha sido creado el gobierno, pues la función de la política no es la de monopolizar los puestos públicos, ni quedarse con la riqueza de la nación, sino la de gobernar con la razón y la cordura, con un verdadero amor al país. Una de las funciones principales del gobierno es la de ayudar a formar verdaderos ciudadanos con espíritu independiente y no dependiente, como los gobiernos populistas y paternalistas lo han venido haciendo, en especial países como el nuestro, dándose esto aceleradamente.

La violencia y el odio de clases promulgados por el que ya se ha convertido en un presidente dictador, no nos da ninguna ventaja como nación. El libertinaje generalmente no perdura, pues la humanidad normalmente vuelve a los brazos de la Ley. En las dictaduras se pone al pueblo a dieta de hambre “franciscana”, quizá mitigada por unos cuantos “chocolatines” (de preferencia marca Rocío), a cambio de recibir una adulación constante y permanente. Lo que debemos hacer es mejorar al gobierno asesino.

El verdadero significado de “amar al país” es tener menos flojera para hacer las cosas, menos apatía, menos envidia, menos codicia, menos avaricia, menos vicios, menos mala fe. Amarlo es más bien tener más carácter, más civismo, más amor al trabajo, mucha más responsabilidad, más disciplina, más lealtad y lo obvio, más sentido común. Y no, AMLO, tú no amas al país, si así fuera, apoyarías a “tu pueblo bueno y sabio” y te burlas de los feminicidios, no apoyas a las mujeres maltratadas ni a los niños con cáncer ni a los ancianos ni apoyas la ciencia ni al arte ni a la persona que trabaja…

Alguien dijo alguna vez que “el hombre es rico o pobre, según la clase de hombre que es, no según lo que tiene”.