/ viernes 10 de agosto de 2018

López Obrador; estadista o populista


Al terminar en México los gobiernos militares posrevolucionarios con Manuel Ávila Camacho, se puede decir que el país se estabilizó y se encaminó a un desarrollo sostenido y sustentable con Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, hasta el irreverente populismo de Luis Echeverría, seguido por las locuras amorosas de José López Portillo, la pasividad de Miguel de Lamadrid y el apoderamiento del país de Carlos Salinas de Gortari a través de sus familiares y socios, como pudieran ser el mismo Carlos Slim, a quien le concesionó Teléfonos de México o Ricardo Salinas Pliego, quien fue socorrido con la, hasta entonces, televisión estatal, por señalar a dos, entre innumerables socios y parientes del expresidente.

Miguel Alemán sucedió al último general al frente del Poder Ejecutivo, pero ya México, después de la Revolución, había probado el populismo con Lázaro Cárdenas del Río, desastroso gobierno que pulverizó la propiedad privada, principalmente en la rica zona de la laguna, como lo hizo en los 70 Luis Echeverría con las productivas tierras de Sonora y Sinaloa. Lázaro Cárdenas, hasta la fecha ha logrado sostenerse en el pedestal de héroe, quizá gracias a la visión de sus descendientes que siguen en la línea no tan populista, aunque sí en la presunta izquierda.

Después de Luis Echeverría, México no ha podido enderezar el rumbo y si acaso se ha sostenido ya sin enfrentamientos sangrientos fue porque el PRI, moderadamente dio oportunidad de vida y hasta de progreso a los que así quisieron, pero permaneciendo una cúpula cerrada, quienes olvidaron las formas y sus ambiciones no tuvieron límites, destruyendo lo que en el mundo llamaban la dictadura perfecta.

Nació un régimen en donde el PAN se volvió la oposición institucionalizada y en donde la izquierda se alineó en el PRD, cediéndoles el sistema el gobierno del entonces Distrito Federal, posición que hasta la fecha no han dejado, aunque a partir de este sexenio será con las siglas de Morena, ya para nada subyugada al régimen o sistema y, con el latente riesgo que pase como en la ahora Ciudad de México y la izquierda se apodere del país por tiempo indefinido y, antes que lo dijéramos, estemos en un hoyo peor que Venezuela. Pero son especulaciones, aunque no tan alejadas de la realidad. Por cierto el futuro presidente, ya electo, llegó a Chihuahua y cautivó al auditorio ávido de justicia, los mismos que ojalá dentro de seis años, si no es que hay reelección, porque entonces será al mismo, van a volver a estar reclamando la misma justicia que ahora.

Deseo de todo corazón equivocarme, pero es que no encuentro elementos que le puedan ayudar a gobernar como López Obrador lo pretende, que sería lo ideal dentro de un socialismo bien equilibrado, pero, el factor universal que es el dinero vuelve a aparecer, máxime que el futuro presidente regala suposiciones a dos manos que verdaderamente nadie, fuera de su círculo, sabe cómo va a cumplirlas.

Por cierto los agoreros de la confrontación sufrieron un desencanto cuando el gobernador Javier Corral recibió a López Obrador, con todo un protocolo de acuerdo a los más pulcros cánones, algunos se sintieron desilusionados cuando con toda pulcritud y respeto el gobernador recibió a quien será a partir del primero de diciembre el presidente de todos los mexicanos.

Por cierto, con el traslado del presidente en camiones urbanos y en vuelos comerciales; Ahí va diciendo, Maduro le puede quedar corto.



Al terminar en México los gobiernos militares posrevolucionarios con Manuel Ávila Camacho, se puede decir que el país se estabilizó y se encaminó a un desarrollo sostenido y sustentable con Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, hasta el irreverente populismo de Luis Echeverría, seguido por las locuras amorosas de José López Portillo, la pasividad de Miguel de Lamadrid y el apoderamiento del país de Carlos Salinas de Gortari a través de sus familiares y socios, como pudieran ser el mismo Carlos Slim, a quien le concesionó Teléfonos de México o Ricardo Salinas Pliego, quien fue socorrido con la, hasta entonces, televisión estatal, por señalar a dos, entre innumerables socios y parientes del expresidente.

Miguel Alemán sucedió al último general al frente del Poder Ejecutivo, pero ya México, después de la Revolución, había probado el populismo con Lázaro Cárdenas del Río, desastroso gobierno que pulverizó la propiedad privada, principalmente en la rica zona de la laguna, como lo hizo en los 70 Luis Echeverría con las productivas tierras de Sonora y Sinaloa. Lázaro Cárdenas, hasta la fecha ha logrado sostenerse en el pedestal de héroe, quizá gracias a la visión de sus descendientes que siguen en la línea no tan populista, aunque sí en la presunta izquierda.

Después de Luis Echeverría, México no ha podido enderezar el rumbo y si acaso se ha sostenido ya sin enfrentamientos sangrientos fue porque el PRI, moderadamente dio oportunidad de vida y hasta de progreso a los que así quisieron, pero permaneciendo una cúpula cerrada, quienes olvidaron las formas y sus ambiciones no tuvieron límites, destruyendo lo que en el mundo llamaban la dictadura perfecta.

Nació un régimen en donde el PAN se volvió la oposición institucionalizada y en donde la izquierda se alineó en el PRD, cediéndoles el sistema el gobierno del entonces Distrito Federal, posición que hasta la fecha no han dejado, aunque a partir de este sexenio será con las siglas de Morena, ya para nada subyugada al régimen o sistema y, con el latente riesgo que pase como en la ahora Ciudad de México y la izquierda se apodere del país por tiempo indefinido y, antes que lo dijéramos, estemos en un hoyo peor que Venezuela. Pero son especulaciones, aunque no tan alejadas de la realidad. Por cierto el futuro presidente, ya electo, llegó a Chihuahua y cautivó al auditorio ávido de justicia, los mismos que ojalá dentro de seis años, si no es que hay reelección, porque entonces será al mismo, van a volver a estar reclamando la misma justicia que ahora.

Deseo de todo corazón equivocarme, pero es que no encuentro elementos que le puedan ayudar a gobernar como López Obrador lo pretende, que sería lo ideal dentro de un socialismo bien equilibrado, pero, el factor universal que es el dinero vuelve a aparecer, máxime que el futuro presidente regala suposiciones a dos manos que verdaderamente nadie, fuera de su círculo, sabe cómo va a cumplirlas.

Por cierto los agoreros de la confrontación sufrieron un desencanto cuando el gobernador Javier Corral recibió a López Obrador, con todo un protocolo de acuerdo a los más pulcros cánones, algunos se sintieron desilusionados cuando con toda pulcritud y respeto el gobernador recibió a quien será a partir del primero de diciembre el presidente de todos los mexicanos.

Por cierto, con el traslado del presidente en camiones urbanos y en vuelos comerciales; Ahí va diciendo, Maduro le puede quedar corto.