/ lunes 25 de marzo de 2019

                      Los derechos de la infancia

Recibimos con beneplácito la noticia de que el Senado aprobó reformas para la prohibición del matrimonio infantil, ahora es obligatorio que los novios tengan mayoría de edad para contraer nupcias. La práctica del matrimonio infantil en nuestro país y en el mundo es una costumbre arraigada y naturalizada. Por ejemplo, en países del Medio Oriente se permite la pedofilia, se legalizan uniones matrimoniales entre niñas menores de diez años con varones en edad madura, siendo una flagrante violación a los derechos de las niñas, al ser obligadas a estas prácticas que atentan contra su dignidad y sus Derechos Humanos. Desafortunadamente México ocupa el octavo lugar en el mundo con mayor número de matrimonios infantiles. Durante siglos fue permitido el matrimonio entre niñas y adolescentes con anuencia de los padres. Actualmente en México, de acuerdo a datos del Inegi, una de cada cinco mujeres se casa antes de los 18 años, y cerca de siete millones de mujeres con edades entre 15 y 54 años, se unieron en matrimonio antes de los 18 años. La Organización de las Naciones Unidas considera a los matrimonios infantiles como prácticas nocivas que violan los Derechos Humanos y una de sus metas para el año 2030 es la erradicación de dichas prácticas, que dicho sea de paso, con las reformas aprobadas por el Senado se coadyuva a erradicar las mencionadas prácticas, no obstante nos queda como país el gran compromiso de trabajar para el ejercicio pleno de los derechos de niños, niñas y adolescentes, México ratificó la Convención de los Derechos de los Niños el 21 de septiembre de 1990 y desde entonces es vinculante para el gobierno la promoción y defensa de los derechos de la infancia. Se debe reconocer que se tienen logros en materia de salud y educación infantil, pero sigue latente el compromiso de brindar más y mejores oportunidades para el logro de mejorar la calidad de vida de millones de niños, niñas y adolescentes que viven en situación de pobreza. Seguiremos insistiendo en la urgente necesidad de implementar políticas públicas con perspectiva de familia que permitan el desarrollo Integral de sus miembros, ya que para el logro de la felicidad de los niños y niñas, es condición sine qua non lograr también el bienestar y la felicidad de los padres.




Recibimos con beneplácito la noticia de que el Senado aprobó reformas para la prohibición del matrimonio infantil, ahora es obligatorio que los novios tengan mayoría de edad para contraer nupcias. La práctica del matrimonio infantil en nuestro país y en el mundo es una costumbre arraigada y naturalizada. Por ejemplo, en países del Medio Oriente se permite la pedofilia, se legalizan uniones matrimoniales entre niñas menores de diez años con varones en edad madura, siendo una flagrante violación a los derechos de las niñas, al ser obligadas a estas prácticas que atentan contra su dignidad y sus Derechos Humanos. Desafortunadamente México ocupa el octavo lugar en el mundo con mayor número de matrimonios infantiles. Durante siglos fue permitido el matrimonio entre niñas y adolescentes con anuencia de los padres. Actualmente en México, de acuerdo a datos del Inegi, una de cada cinco mujeres se casa antes de los 18 años, y cerca de siete millones de mujeres con edades entre 15 y 54 años, se unieron en matrimonio antes de los 18 años. La Organización de las Naciones Unidas considera a los matrimonios infantiles como prácticas nocivas que violan los Derechos Humanos y una de sus metas para el año 2030 es la erradicación de dichas prácticas, que dicho sea de paso, con las reformas aprobadas por el Senado se coadyuva a erradicar las mencionadas prácticas, no obstante nos queda como país el gran compromiso de trabajar para el ejercicio pleno de los derechos de niños, niñas y adolescentes, México ratificó la Convención de los Derechos de los Niños el 21 de septiembre de 1990 y desde entonces es vinculante para el gobierno la promoción y defensa de los derechos de la infancia. Se debe reconocer que se tienen logros en materia de salud y educación infantil, pero sigue latente el compromiso de brindar más y mejores oportunidades para el logro de mejorar la calidad de vida de millones de niños, niñas y adolescentes que viven en situación de pobreza. Seguiremos insistiendo en la urgente necesidad de implementar políticas públicas con perspectiva de familia que permitan el desarrollo Integral de sus miembros, ya que para el logro de la felicidad de los niños y niñas, es condición sine qua non lograr también el bienestar y la felicidad de los padres.