/ martes 16 de noviembre de 2021

Los espíritus de la Revolución Mexicana

Desde que llegaron los “Buen Fin”, la conmemoración del estallido social más relevante de nuestro país del siglo XX se ha opacado. Ansiamos estas fechas no por el hecho histórico, sino por el puente y las grandes ofertas que nos arrojan al consumismo desmedido.

Regresando a la historia y no a las ofertas: una tarde del 20 de noviembre de 1911, Francisco I. Madero llamó al pueblo a levantarse en armas, para poner fin al mandato de Porfirio Díaz, quien había roto su promesa de no reelegirse. Madero había redactado el Plan de San Luis estando en exilio en Texas; fue firmado el 5 de octubre de 1910, día en que salió de prisión en San Luis Potosí. En 1908 escribió “La sucesión presidencial”, publicado en 1910, denunciando los abusos del régimen, demandaba elecciones libres y democráticas, y solicitando la restitución de tierras a los campesinos arrebatadas arbitrariamente. A finales de mayo de 1911, Pascual Orozco y Francisco Villa tomaron Cd. Juárez, proclamando el triunfo de los rebeldes. El lema de Madero “sufragio efectivo no reelección” le hizo popular, siendo elegido por el Partido Antirreeleccionista como candidato a la presidencia, en la que sólo duraría de 1911 a 1913.

Hace unos años, por estas fechas, al lado de una compañera de escuela, encontré en un archivo histórico el libro de Madero sobre espiritismo, que redactó mientras estuvo en prisión. Intrigada me senté a devorarlo y a investigar más al respecto. De pequeño, había encontrado una revista parisina propiedad de su padre “La Revué Espirité”. Seducido por la información, compró cuanto libro pudo sobre el tema. Se convirtió así en médium escritor. En trance, sentía una fuerza ajena a su voluntad que movía su mano para escribir. Las comunicaciones recibidas eran filosóficas y morales. Fue atacado por sus creencias llamándole “el loco que se comunica con los muertos”, sin embargo, los textos históricos más relevantes durante ese periodo le fueron revelados por espíritus. Quizá Madero pudo estar loco, pero los del más allá, definitivamente no. Creía en el espiritismo como filosofía para ayudar a México y pues, lo hizo.

En el archivo también se encuentra una propaganda de mofa que dice: “También los espíritus votan. Profundamente agradecidos: los espíritus que alentaron la carnal envoltura de las víctimas de Covadonga, y Asencio, postulamos al magnánimo apóstol de la democracia D. Francisco I. Madero a la Presidencia de la República y al culto, integérrimo y tan culminado Gral. D. Emiliano Zapata para la vicepresidencia de ésta”.

“Los invisibles que se comunicaban conmigo lograron transformarme de un joven libertino e inútil para la sociedad, en un hombre de justicia, honrado, que se preocupaba por el bien de la Patria”, de ahí que promoviera el espiritismo en la educación y la moral de la sociedad, como un bien de crecimiento. Mira nada más, le dije a mi compañera, los espíritus le dictaron la Revolución a Madero. Asustada dijo: ¡Claro que no es posible! ¡Va en contra de Dios! A lo que le respondí: pues le hicieron muy bien la chamba. ¡Hagamos una sesión espiritista para que nos dicten la tesis! Involucremos la Revolución al “Buen Fin” y propaguemos que, en estas fechas, el arroz, frijol, maíz, frutas y verduras bajen de precio también para ayudar a la construcción de una sociedad más justa, equitativa y menos pobre. No lo digo yo, fueron los espíritus de Madero. “Las comunicaciones de ultratumba nos vienen a hablar de cosas importantes”.


Desde que llegaron los “Buen Fin”, la conmemoración del estallido social más relevante de nuestro país del siglo XX se ha opacado. Ansiamos estas fechas no por el hecho histórico, sino por el puente y las grandes ofertas que nos arrojan al consumismo desmedido.

Regresando a la historia y no a las ofertas: una tarde del 20 de noviembre de 1911, Francisco I. Madero llamó al pueblo a levantarse en armas, para poner fin al mandato de Porfirio Díaz, quien había roto su promesa de no reelegirse. Madero había redactado el Plan de San Luis estando en exilio en Texas; fue firmado el 5 de octubre de 1910, día en que salió de prisión en San Luis Potosí. En 1908 escribió “La sucesión presidencial”, publicado en 1910, denunciando los abusos del régimen, demandaba elecciones libres y democráticas, y solicitando la restitución de tierras a los campesinos arrebatadas arbitrariamente. A finales de mayo de 1911, Pascual Orozco y Francisco Villa tomaron Cd. Juárez, proclamando el triunfo de los rebeldes. El lema de Madero “sufragio efectivo no reelección” le hizo popular, siendo elegido por el Partido Antirreeleccionista como candidato a la presidencia, en la que sólo duraría de 1911 a 1913.

Hace unos años, por estas fechas, al lado de una compañera de escuela, encontré en un archivo histórico el libro de Madero sobre espiritismo, que redactó mientras estuvo en prisión. Intrigada me senté a devorarlo y a investigar más al respecto. De pequeño, había encontrado una revista parisina propiedad de su padre “La Revué Espirité”. Seducido por la información, compró cuanto libro pudo sobre el tema. Se convirtió así en médium escritor. En trance, sentía una fuerza ajena a su voluntad que movía su mano para escribir. Las comunicaciones recibidas eran filosóficas y morales. Fue atacado por sus creencias llamándole “el loco que se comunica con los muertos”, sin embargo, los textos históricos más relevantes durante ese periodo le fueron revelados por espíritus. Quizá Madero pudo estar loco, pero los del más allá, definitivamente no. Creía en el espiritismo como filosofía para ayudar a México y pues, lo hizo.

En el archivo también se encuentra una propaganda de mofa que dice: “También los espíritus votan. Profundamente agradecidos: los espíritus que alentaron la carnal envoltura de las víctimas de Covadonga, y Asencio, postulamos al magnánimo apóstol de la democracia D. Francisco I. Madero a la Presidencia de la República y al culto, integérrimo y tan culminado Gral. D. Emiliano Zapata para la vicepresidencia de ésta”.

“Los invisibles que se comunicaban conmigo lograron transformarme de un joven libertino e inútil para la sociedad, en un hombre de justicia, honrado, que se preocupaba por el bien de la Patria”, de ahí que promoviera el espiritismo en la educación y la moral de la sociedad, como un bien de crecimiento. Mira nada más, le dije a mi compañera, los espíritus le dictaron la Revolución a Madero. Asustada dijo: ¡Claro que no es posible! ¡Va en contra de Dios! A lo que le respondí: pues le hicieron muy bien la chamba. ¡Hagamos una sesión espiritista para que nos dicten la tesis! Involucremos la Revolución al “Buen Fin” y propaguemos que, en estas fechas, el arroz, frijol, maíz, frutas y verduras bajen de precio también para ayudar a la construcción de una sociedad más justa, equitativa y menos pobre. No lo digo yo, fueron los espíritus de Madero. “Las comunicaciones de ultratumba nos vienen a hablar de cosas importantes”.