/ jueves 31 de octubre de 2019

Los estallidos del descontento ciudadano en América Latina

La ilimitada corrupción e ineficiencia de la clase política latinoamericana ha ocasionado un grave distanciamiento con los ciudadanos, los cuales han manifestado su inconformidad con violentas manifestaciones en contra del gobierno en turno.

La protesta más multitudinaria e inesperada es la de los chilenos, los cuales la semana pasada inundaron las calles de la capital y otras ciudades con un millón y medio de manifestantes. El saldo de los enfrentamientos con los policías y soldados fue un par de decenas de muertos, así como múltiples heridos.

El otrora modelo de estabilidad política y económica en América Latina parece ser que retrocedió casi treinta años a los tiempos de la dictadura pinochetista y ahora está en de nuevo en estado de sitio, a pesar de los tardíos esfuerzos conciliatorios del presidente Piñera, como cancelar los aumentos de precio del Metro en Santiago de Chile y pedirles humildemente perdón.

En Bolivia la terquedad de Evo Morales de reelegirse una vez más como presidente detonó el malestar político, sobre todo porque para hacerlo rehuyó una segunda vuelta y aceptó la dudosa victoria que le acreditaron después de una sospechosa interrupción del conteo por 24 horas.

Tal parece que los pupilos mexicanos de Bartlett están operando en los Andes, pues es similar a la famosa “caída del sistema” que llevó al poder a Salinas de Gortari en 1988.

Días antes en Ecuador hubo un motín cívico y fue tomada la capital por miles de inconformes, la mayoría indígenas, en contra de la medida tomada por el presidente de quitar los subsidios a la gasolina. Lenín tuvo que mudar su oficina a Guayaquil y conciliar un acuerdo para regresar a Quito: dar marcha atrás al aumento de los precios de los hidrocarburos.

Argentina tuvo elecciones presidenciales bajo una aguda crisis económica que no pudo superar Macri ni aplicando sus ortodoxas medidas neoliberales, por lo que regresará el clan Kirchner al poder, aunque ahora Cristina Fernández aparezca sólo como vicepresidenta.

De la crisis en Venezuela mejor ni hablar, pues el mayor logro de Maduro ha sido que en este año sus habitantes no padezcan la vaticinada supra hiperinflación de 10 millones por ciento, pues ahora el FMI acaba de reducirla a sólo el 200 mil por ciento.

Los conflictos políticos y sociales también están latentes en el resto de los países latinoamericanos, incluido México, debido al creciente descontento de los ciudadanos hacia sus dirigentes, sean neoliberales o populistas, pues continúa empeorando la economía y lo único que aumenta es la verborrea de los políticos prometiendo lo que de antemano no podrán cumplir.

El escenario para Latinoamérica en el 2020 es cada vez más sombrío sobre todo debido a una probable recesión ocasionada por la desaceleración de la economía mundial. No sólo se agota el modelo neoliberal, sino también la paciencia de los ciudadanos que habitamos este explotado y desgastado planeta.

La ilimitada corrupción e ineficiencia de la clase política latinoamericana ha ocasionado un grave distanciamiento con los ciudadanos, los cuales han manifestado su inconformidad con violentas manifestaciones en contra del gobierno en turno.

La protesta más multitudinaria e inesperada es la de los chilenos, los cuales la semana pasada inundaron las calles de la capital y otras ciudades con un millón y medio de manifestantes. El saldo de los enfrentamientos con los policías y soldados fue un par de decenas de muertos, así como múltiples heridos.

El otrora modelo de estabilidad política y económica en América Latina parece ser que retrocedió casi treinta años a los tiempos de la dictadura pinochetista y ahora está en de nuevo en estado de sitio, a pesar de los tardíos esfuerzos conciliatorios del presidente Piñera, como cancelar los aumentos de precio del Metro en Santiago de Chile y pedirles humildemente perdón.

En Bolivia la terquedad de Evo Morales de reelegirse una vez más como presidente detonó el malestar político, sobre todo porque para hacerlo rehuyó una segunda vuelta y aceptó la dudosa victoria que le acreditaron después de una sospechosa interrupción del conteo por 24 horas.

Tal parece que los pupilos mexicanos de Bartlett están operando en los Andes, pues es similar a la famosa “caída del sistema” que llevó al poder a Salinas de Gortari en 1988.

Días antes en Ecuador hubo un motín cívico y fue tomada la capital por miles de inconformes, la mayoría indígenas, en contra de la medida tomada por el presidente de quitar los subsidios a la gasolina. Lenín tuvo que mudar su oficina a Guayaquil y conciliar un acuerdo para regresar a Quito: dar marcha atrás al aumento de los precios de los hidrocarburos.

Argentina tuvo elecciones presidenciales bajo una aguda crisis económica que no pudo superar Macri ni aplicando sus ortodoxas medidas neoliberales, por lo que regresará el clan Kirchner al poder, aunque ahora Cristina Fernández aparezca sólo como vicepresidenta.

De la crisis en Venezuela mejor ni hablar, pues el mayor logro de Maduro ha sido que en este año sus habitantes no padezcan la vaticinada supra hiperinflación de 10 millones por ciento, pues ahora el FMI acaba de reducirla a sólo el 200 mil por ciento.

Los conflictos políticos y sociales también están latentes en el resto de los países latinoamericanos, incluido México, debido al creciente descontento de los ciudadanos hacia sus dirigentes, sean neoliberales o populistas, pues continúa empeorando la economía y lo único que aumenta es la verborrea de los políticos prometiendo lo que de antemano no podrán cumplir.

El escenario para Latinoamérica en el 2020 es cada vez más sombrío sobre todo debido a una probable recesión ocasionada por la desaceleración de la economía mundial. No sólo se agota el modelo neoliberal, sino también la paciencia de los ciudadanos que habitamos este explotado y desgastado planeta.