Las vinícolas de Saltillo me reconcilian con México. Ver ese empeño empresarial y los viñedos limpios con los racimos azules colgando de la parra me hacen sentir plena. Comencé por San Juan de la Vaquería, con su propuesta de vinos blancos frescos y de acidez equilibrada. Es una Bodega con esqueletos de Dinosaurios en la pared rodeada de los viñedos que brotan del suelo calizo. Degustamos, invitados por su amable propietario y enólogo, que apenas tendrá treinta años, Gerardo Aguirre, un verdejo 2022, reposado sobre lías, en madera de acacia, durante 4 meses. Gerardo, según nos platicó estuvo en Chile y aprendió de los mejores, cosa muy buena para el camino que se están abriendo los vinos mexicanos. El verdejo es una variedad de uva que da vinos frescos y equilibrados, de color amarillo verde, pálido, con aroma a frutas cítricas y un ligero toque de glicerina que aterciopela su acidez.
Luego, me fui rumbo a la Sierra de Arteaga y llegué al inconcebible complejo de Bodega Los Cedros, un lugar idílico, el aire de la montaña invade los pulmones y se quiere uno quedar a vivir ahí. La cava es de las más espectaculares que he visto, fuimos bajando en redondel hasta tener en frente las cientos de barricas que guardan tal tesoro y el aroma a roble nos tupió el olfato. Me atendió, además, uno de los propietarios, como de mi edad y a mi medida, de ojos verdes y expresivos. Me describía el buqué que desprende su vino y yo confirmándolo en boca cuando en eso llegó su esposa… muy guapa. Querido enófilo, enófila, ya le he dejado claro en estos posts que en el vino puede haber perfección, pero en el afecto, nunca.
De regreso a Saltillo, cené en un restaurante francés, así de buena suerte tengo, pues sin buscarlo quedaba a un lado del hotel, se llama Pour la France, es un café y bistro con una cocina exquisita. Coahuila está orgullosa de sus vinos, apenas abrí la carta y apareció un Chenin blanc de Bodega Los Cedros, en primera fila, y así fue como maridé un salmón en una cama de quinoa y brindé, feliz, por lo que no pudo ser.
Hay otras dos vinícolas en la Sierra de Arteaga, Bodegas del Viento, y viñedo Garza Blanc, este último a 2600 metros de altura, que ya le platicaré en el próximo texto.
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