/ viernes 15 de diciembre de 2017

Los partidos políticos y la democracia

Comentaba sobre los partidos políticos en dos anteriores colaboraciones que no  fue posible publicar, y que trataremos de sintetizar hasta donde sea posible, por ser temas que en la actualidad interesan a la sociedad. No nos interesan los de los demás países, el nuestro es el importante; comentaba que en nuestro país los minipartidos o partidos chicos usufructúan del erario de los contribuyentes, sin ningún beneficio para el mismo, sus dirigentes se enriquecen de esos mismos impuestos y sin que les cueste nada, sólo la habilidad de sostenerse, a capa y espada; que como ciudadano simple y llanamente jamás estaría de acuerdo, ni lo estaré; como no lo están la mayoría de los mexicanos, y, eso a todos nos consta, sólo hay que observar las redes sociales.

Esta colaboración a lo mejor es una contradicción fundamental, estoy de acuerdo, por esto: es imposible en la actualidad describir seriamente los mecanismos comparados de los partidos políticos (negocios particulares, de grupo, grupúsculos y familiares); usted saque sus conclusiones, y, no obstante, es indispensable hacerlo, se está, por lo tanto, en un círculo vicioso: sólo monografías previas, numerosas y profundas, permitirán construir un día la teoría general de los partidos, pero estas monografías no podrán realmente calar hondo, en tanto no exista una teoría general de los partidos. Porque la naturaleza sólo responde cuando se le interroga, y en este caso, no se sabe qué preguntas hacerle.

Y enseguida les preguntaría a las dirigencias de todos los partidos si realmente saben lo que es la democracia, si realmente desean servir a la sociedad, porque esa sociedad les ha perdido la confianza total; ha perdido la credibilidad de nuestro sistema político, si es que alguna vez la tuvo. Y por eso nacieron las candidaturas independientes, aprovechando ese malestar, incredulidad, hartazgo de los mismos personajes, funcionarios y representantes populares, que no quieren dejar la ubre, sostenerse, en contra de marea, ciclones, tornados etc. Y es por eso que tuvieron la confianza y la tienen los que aspiran a que el electorado voltee hacia ellos y de esta manera acceder al poder.

Existe un real divorcio de la sociedad con la clase política de siempre, más de lo mismo, pero estos que ya fueron y pretenden seguir siéndolo, sin abrir el abanico, que eso es lo que democráticamente debía ser; aún no la han razonado que la sociedad está cansada de mentiras, falsedades, decepcionada, de que no se les brinde un nivel de vida satisfactorio, que necesitan innovarse en todos los aspectos, ya en otras colaboraciones lo he comentado, no les interesan las necesidades más primordiales del pueblo, sus gobernados, que hacen como propios los recursos de los contribuyentes, y esto aquí y en China se le nombra abuso, pero en mi ejido le llaman diferente.

Modernizarnos, plantarnos de frente a la realidad, de la desigualdad natural para afirmar la necesidad de corregir o moderar esa desigualdad. Se hace de manera declarativa, demagógica, pero no en los hechos prácticos, que puede y debe ser eficaz en cuanto lo pongan en práctica (pero ya, porfa), que puede no serlo en la consecución de condiciones mínimas de justicia; pero por algo se empieza. Hagámoslo, por el futuro de las generaciones que nos preceden. Porque si no sucede, seguiremos plantados ante la causa fundamental de divorcio total social. Ya que los principales atributos de los individuos son su libertad y dignidad, que por cierto muy lastimada por la clase política; las estructuras gubernamentales, en el futuro, partidistas y sociales, deben cuidar hasta la ignominia, porque son derechos subjetivos que las personas tienen frente a los demás y el orden jurídico personificado por el Estado  y que tiene la obligación de preservar.

 

Comentaba sobre los partidos políticos en dos anteriores colaboraciones que no  fue posible publicar, y que trataremos de sintetizar hasta donde sea posible, por ser temas que en la actualidad interesan a la sociedad. No nos interesan los de los demás países, el nuestro es el importante; comentaba que en nuestro país los minipartidos o partidos chicos usufructúan del erario de los contribuyentes, sin ningún beneficio para el mismo, sus dirigentes se enriquecen de esos mismos impuestos y sin que les cueste nada, sólo la habilidad de sostenerse, a capa y espada; que como ciudadano simple y llanamente jamás estaría de acuerdo, ni lo estaré; como no lo están la mayoría de los mexicanos, y, eso a todos nos consta, sólo hay que observar las redes sociales.

Esta colaboración a lo mejor es una contradicción fundamental, estoy de acuerdo, por esto: es imposible en la actualidad describir seriamente los mecanismos comparados de los partidos políticos (negocios particulares, de grupo, grupúsculos y familiares); usted saque sus conclusiones, y, no obstante, es indispensable hacerlo, se está, por lo tanto, en un círculo vicioso: sólo monografías previas, numerosas y profundas, permitirán construir un día la teoría general de los partidos, pero estas monografías no podrán realmente calar hondo, en tanto no exista una teoría general de los partidos. Porque la naturaleza sólo responde cuando se le interroga, y en este caso, no se sabe qué preguntas hacerle.

Y enseguida les preguntaría a las dirigencias de todos los partidos si realmente saben lo que es la democracia, si realmente desean servir a la sociedad, porque esa sociedad les ha perdido la confianza total; ha perdido la credibilidad de nuestro sistema político, si es que alguna vez la tuvo. Y por eso nacieron las candidaturas independientes, aprovechando ese malestar, incredulidad, hartazgo de los mismos personajes, funcionarios y representantes populares, que no quieren dejar la ubre, sostenerse, en contra de marea, ciclones, tornados etc. Y es por eso que tuvieron la confianza y la tienen los que aspiran a que el electorado voltee hacia ellos y de esta manera acceder al poder.

Existe un real divorcio de la sociedad con la clase política de siempre, más de lo mismo, pero estos que ya fueron y pretenden seguir siéndolo, sin abrir el abanico, que eso es lo que democráticamente debía ser; aún no la han razonado que la sociedad está cansada de mentiras, falsedades, decepcionada, de que no se les brinde un nivel de vida satisfactorio, que necesitan innovarse en todos los aspectos, ya en otras colaboraciones lo he comentado, no les interesan las necesidades más primordiales del pueblo, sus gobernados, que hacen como propios los recursos de los contribuyentes, y esto aquí y en China se le nombra abuso, pero en mi ejido le llaman diferente.

Modernizarnos, plantarnos de frente a la realidad, de la desigualdad natural para afirmar la necesidad de corregir o moderar esa desigualdad. Se hace de manera declarativa, demagógica, pero no en los hechos prácticos, que puede y debe ser eficaz en cuanto lo pongan en práctica (pero ya, porfa), que puede no serlo en la consecución de condiciones mínimas de justicia; pero por algo se empieza. Hagámoslo, por el futuro de las generaciones que nos preceden. Porque si no sucede, seguiremos plantados ante la causa fundamental de divorcio total social. Ya que los principales atributos de los individuos son su libertad y dignidad, que por cierto muy lastimada por la clase política; las estructuras gubernamentales, en el futuro, partidistas y sociales, deben cuidar hasta la ignominia, porque son derechos subjetivos que las personas tienen frente a los demás y el orden jurídico personificado por el Estado  y que tiene la obligación de preservar.