/ domingo 27 de septiembre de 2020

Madera y la izquierda en Chihuahua

A mediados de esta semana los chihuahuenses conmemoramos los cincuenta y cinco años del asalto al Cuartel Madera, ocurrido al amanecer del 23 de septiembre de 1965, un hecho singular en la historia del país, pero especialmente relevante para las generaciones de jóvenes que nacieron después de la segunda Guerra en nuestro estado.

Aunque el ambiente en la región Noroeste de Chihuahua a lo largo de todo el siglo se había caracterizado por la presencia de un movimiento campesino relativamente independiente y con cierta capacidad para responder a los abusos de los nuevos latifundistas; lo cierto es que en el país y particularmente en sus zonas urbanas el régimen anclado en el PRI como partido dominante estaba concluyendo su etapa de consolidación.

Justamente en el verano de ese año en Chihuahua se habían celebrado elecciones locales para renovar las alcaldías y el congreso local y el PRI, encabezado por su presidente nacional Carlos Madrazo intentó oxigenar la vida política de su partido convocando a elecciones internas. En Ciudad Juárez tal experimento generó expectativas entre los diversos sectores que daban fuerza a ese partido; pero los afanes de renovación se estrellaron contra la voluntad de quienes verdaderamente mandaban; y sin respetar la voluntad de sus militantes seleccionaron como candidato a Armando González Soto, mucho mejor relacionado con los caciques y la oligarquía de Chihuahua.

El PAN por otra parte, vivía una crisis profunda, sus conflictos internos determinaron que no presentara candidatos, pero entre sus dirigentes corría la voz que el PRI podría proponer como su candidato a Rafael Veloz, distinguido empresario y dirigente local de una asociación anticomunista y si esto sucedía el PAN le brindaría su apoyo.

En ese ambiente, en ciudades como Juárez, nadie imaginaba que esa gran y riesgosa aventura emprendida por un grupo de jóvenes idealistas diera paso a una nueva etapa en la vida política de Chihuahua, que se caracterizaría durante casi 15 años por la emergencia de una nueva izquierda con una gran fortaleza ideológica; pero con una incapacidad intrínseca para organizarse. Este vínculo entre el Asalto al Cuartel de Madera es muy relevante porque efectivamente, entre 1965 y 1980 el estado de Chihuahua conoció la emergencia de múltiples expresiones de los movimientos sociales y políticos identificados con la izquierda, proceso que no ha sido suficientemente valorado y menos difundido, pese a que en ese periodo la presencia de la izquierda en la vida política de la sociedad era muy relevante, acaso mucho más que la de varios partidos registrados como el PAN, el PPS y el PARM.

Entre los acontecimientos impulsados por la izquierda entre los sesenta y setenta aquí sólo destacaré los más significativos: precisamente en la primavera de 1965 se fundó la Alianza Cívica Demócrata Juarense, cuyas actividades públicas se extenderían a lo largo de casi medio siglo, sólo suspendidas después de la muerte reciente del doctor Roberto Vázquez Muñoz, fundador de este movimiento; un hombre admirable que jamás renunció a cuestionar los grandes males del capitalismo.

En 1967, inesperadamente; una huelga en la escuela particular de agricultura Hermanos Escobar mostró el gran potencial propagandístico que acompañaba a las protestas estudiantiles, tanto así que los cronistas de los movimientos sociales lo consideraron como el antecedente inmediato de lo que vendría en 1968.

El “68” se vivió con gran intensidad, tanto en Juárez, como en la Ciudad de Chihuahua; en esta ciudad se favoreció el fortalecimiento de una corriente de izquierda que predominaría dentro de la UACH en los siguientes años y que incubó la formación de líderes e intelectuales de izquierda, admirados y respetados y que afortunadamente aún están entre nosotros.

Entre fines de 1972 y 1973 el movimiento estudiantil resurgió con mayor vitalidad, generando movilizaciones masivas asociadas a movimientos populares y urbanos en la Ciudad de Chihuahua, y hacía 1976 en Ciudad Juárez, por primera vez vinculados a un discurso crítico y de oposición.

Aunque el movimiento estudiantil fue reprimido y expulsado de las preparatorias y universidades, en él ya se habían forjado los dirigentes y las bases sociales de los movimientos políticos y sociales de izquierda que Chihuahua viviría en la década de 1970. Entre ellos, por su estrecha relación con el levantamiento de Madera destacaron con mucha fuerza los jóvenes estudiantes y obreros que ingresaron desde principios de 1973 a la organización armada que reivindicaba las tácticas del asalto al Cuartel de Madera y que en su memoria tomó el nombre de “Liga Comunista 23 de septiembre”.

Finalmente, aunque sigue siendo necesario realizar un balance sobre la relevancia de la izquierda en la vida política de Chihuahua durante las décadas de 1960 y 1970, no cabe duda que esta etapa fue muy trascendente, que conoció muchas derrotas, que su huella aparece difusa, pero que también estuvo inspirada en aquellos hombres que hace medio siglo ofrendaron su vida con la esperanza de modificar para siempre el México autoritario e injusto de aquella época, transformándolo en un país en donde la equidad, la justicia y la democracia sean las banderas que ondeen con orgullo en el corazón de cada mexicano.

A mediados de esta semana los chihuahuenses conmemoramos los cincuenta y cinco años del asalto al Cuartel Madera, ocurrido al amanecer del 23 de septiembre de 1965, un hecho singular en la historia del país, pero especialmente relevante para las generaciones de jóvenes que nacieron después de la segunda Guerra en nuestro estado.

Aunque el ambiente en la región Noroeste de Chihuahua a lo largo de todo el siglo se había caracterizado por la presencia de un movimiento campesino relativamente independiente y con cierta capacidad para responder a los abusos de los nuevos latifundistas; lo cierto es que en el país y particularmente en sus zonas urbanas el régimen anclado en el PRI como partido dominante estaba concluyendo su etapa de consolidación.

Justamente en el verano de ese año en Chihuahua se habían celebrado elecciones locales para renovar las alcaldías y el congreso local y el PRI, encabezado por su presidente nacional Carlos Madrazo intentó oxigenar la vida política de su partido convocando a elecciones internas. En Ciudad Juárez tal experimento generó expectativas entre los diversos sectores que daban fuerza a ese partido; pero los afanes de renovación se estrellaron contra la voluntad de quienes verdaderamente mandaban; y sin respetar la voluntad de sus militantes seleccionaron como candidato a Armando González Soto, mucho mejor relacionado con los caciques y la oligarquía de Chihuahua.

El PAN por otra parte, vivía una crisis profunda, sus conflictos internos determinaron que no presentara candidatos, pero entre sus dirigentes corría la voz que el PRI podría proponer como su candidato a Rafael Veloz, distinguido empresario y dirigente local de una asociación anticomunista y si esto sucedía el PAN le brindaría su apoyo.

En ese ambiente, en ciudades como Juárez, nadie imaginaba que esa gran y riesgosa aventura emprendida por un grupo de jóvenes idealistas diera paso a una nueva etapa en la vida política de Chihuahua, que se caracterizaría durante casi 15 años por la emergencia de una nueva izquierda con una gran fortaleza ideológica; pero con una incapacidad intrínseca para organizarse. Este vínculo entre el Asalto al Cuartel de Madera es muy relevante porque efectivamente, entre 1965 y 1980 el estado de Chihuahua conoció la emergencia de múltiples expresiones de los movimientos sociales y políticos identificados con la izquierda, proceso que no ha sido suficientemente valorado y menos difundido, pese a que en ese periodo la presencia de la izquierda en la vida política de la sociedad era muy relevante, acaso mucho más que la de varios partidos registrados como el PAN, el PPS y el PARM.

Entre los acontecimientos impulsados por la izquierda entre los sesenta y setenta aquí sólo destacaré los más significativos: precisamente en la primavera de 1965 se fundó la Alianza Cívica Demócrata Juarense, cuyas actividades públicas se extenderían a lo largo de casi medio siglo, sólo suspendidas después de la muerte reciente del doctor Roberto Vázquez Muñoz, fundador de este movimiento; un hombre admirable que jamás renunció a cuestionar los grandes males del capitalismo.

En 1967, inesperadamente; una huelga en la escuela particular de agricultura Hermanos Escobar mostró el gran potencial propagandístico que acompañaba a las protestas estudiantiles, tanto así que los cronistas de los movimientos sociales lo consideraron como el antecedente inmediato de lo que vendría en 1968.

El “68” se vivió con gran intensidad, tanto en Juárez, como en la Ciudad de Chihuahua; en esta ciudad se favoreció el fortalecimiento de una corriente de izquierda que predominaría dentro de la UACH en los siguientes años y que incubó la formación de líderes e intelectuales de izquierda, admirados y respetados y que afortunadamente aún están entre nosotros.

Entre fines de 1972 y 1973 el movimiento estudiantil resurgió con mayor vitalidad, generando movilizaciones masivas asociadas a movimientos populares y urbanos en la Ciudad de Chihuahua, y hacía 1976 en Ciudad Juárez, por primera vez vinculados a un discurso crítico y de oposición.

Aunque el movimiento estudiantil fue reprimido y expulsado de las preparatorias y universidades, en él ya se habían forjado los dirigentes y las bases sociales de los movimientos políticos y sociales de izquierda que Chihuahua viviría en la década de 1970. Entre ellos, por su estrecha relación con el levantamiento de Madera destacaron con mucha fuerza los jóvenes estudiantes y obreros que ingresaron desde principios de 1973 a la organización armada que reivindicaba las tácticas del asalto al Cuartel de Madera y que en su memoria tomó el nombre de “Liga Comunista 23 de septiembre”.

Finalmente, aunque sigue siendo necesario realizar un balance sobre la relevancia de la izquierda en la vida política de Chihuahua durante las décadas de 1960 y 1970, no cabe duda que esta etapa fue muy trascendente, que conoció muchas derrotas, que su huella aparece difusa, pero que también estuvo inspirada en aquellos hombres que hace medio siglo ofrendaron su vida con la esperanza de modificar para siempre el México autoritario e injusto de aquella época, transformándolo en un país en donde la equidad, la justicia y la democracia sean las banderas que ondeen con orgullo en el corazón de cada mexicano.