/ jueves 19 de septiembre de 2019

Más allá del mundo

Dios inculcó el instinto de buscarle a él cuando sentimos atracción por lo impensable, como si lo que no nos atreviéramos a creer resultara posible. El placer que se siente con este descubrimiento es un mensaje de Dios a sus criaturas, de su existencia imposible, pero real. Dios es un Dios de belleza, pero también es un Dios de amor, porque tanto puede amar cada rincón de lo bello, como de lo bello que no se ve, aunque lo bello sea amado en la envoltura de lo no bello. Porque hasta las posibilidades de lo no bello para el hombre, es amado por Dios.


Si el hombre tiene misericordia de los que sufren y busca consolarlos con la muerte, ¿por qué Dios busca dar vida a las criaturas que no tendrán el consuelo de todos los atributos divinos en la oscuridad de la existencia? El significado de todo lo que tenemos que se perderá, nos hace entender el engaño de lo que deseamos y de lo que los demás desean que deseemos. Cosas que nunca tendremos o que tenemos sin saberlo parecen ser nuestros errores más persistentes. De ahí que en vez de felicidades de fantasía, debiéramos tener felicidades verdaderas.


El científico ateo sólo conoce lo que está entre el principio de todo y el fin de todo. Un entendimiento que busca el “porqué” sólo de lo que ve, no tiene otro calificativo que el de necedad, prueba de que una mente brillante puede estar equivocada. Un científico, por tanto, no puede darse el lujo de ignorar la filosofía y la doctrina católica para estar dispuesto a comprender todos los misterios objetivos del universo. Si nos acostumbramos a recorrer el espacio entre lo prohibido y lo permitido, ¿en qué lugar encontraríamos lo divino?


El Rubaiyat dice en su verso 129: “Cuando te irrite un día, no olvides el despertar de un niño”. Dos individuos que se atraen según sus deseos no siempre serán afines según sus cuerpos, pero los cuerpos se satisfacen pronto, no así los deseos, en especial, cuando el amor los trasciende, más allá del orgullo. Muchas cosas se disciernen del bien y del mal partiendo de los valores básicos del ser humano, pero cuando nuestro criterio discierne sólo lo que desea ver, olvidará su humanidad.

agusperezr@hotmail.com

Dios inculcó el instinto de buscarle a él cuando sentimos atracción por lo impensable, como si lo que no nos atreviéramos a creer resultara posible. El placer que se siente con este descubrimiento es un mensaje de Dios a sus criaturas, de su existencia imposible, pero real. Dios es un Dios de belleza, pero también es un Dios de amor, porque tanto puede amar cada rincón de lo bello, como de lo bello que no se ve, aunque lo bello sea amado en la envoltura de lo no bello. Porque hasta las posibilidades de lo no bello para el hombre, es amado por Dios.


Si el hombre tiene misericordia de los que sufren y busca consolarlos con la muerte, ¿por qué Dios busca dar vida a las criaturas que no tendrán el consuelo de todos los atributos divinos en la oscuridad de la existencia? El significado de todo lo que tenemos que se perderá, nos hace entender el engaño de lo que deseamos y de lo que los demás desean que deseemos. Cosas que nunca tendremos o que tenemos sin saberlo parecen ser nuestros errores más persistentes. De ahí que en vez de felicidades de fantasía, debiéramos tener felicidades verdaderas.


El científico ateo sólo conoce lo que está entre el principio de todo y el fin de todo. Un entendimiento que busca el “porqué” sólo de lo que ve, no tiene otro calificativo que el de necedad, prueba de que una mente brillante puede estar equivocada. Un científico, por tanto, no puede darse el lujo de ignorar la filosofía y la doctrina católica para estar dispuesto a comprender todos los misterios objetivos del universo. Si nos acostumbramos a recorrer el espacio entre lo prohibido y lo permitido, ¿en qué lugar encontraríamos lo divino?


El Rubaiyat dice en su verso 129: “Cuando te irrite un día, no olvides el despertar de un niño”. Dos individuos que se atraen según sus deseos no siempre serán afines según sus cuerpos, pero los cuerpos se satisfacen pronto, no así los deseos, en especial, cuando el amor los trasciende, más allá del orgullo. Muchas cosas se disciernen del bien y del mal partiendo de los valores básicos del ser humano, pero cuando nuestro criterio discierne sólo lo que desea ver, olvidará su humanidad.

agusperezr@hotmail.com