/ sábado 18 de agosto de 2018

Más vale prevenir que lamentar


“La guerra es la continuación de la política por otros medios”

Gral. Carl Von Clausewitz (1780-1831)

Historiador y Teórico de la ciencia militar moderna


En México, tenemos una larga historia de asesinatos de presidentes en funciones, electos y candidatos: en 1913, don Francisco I. Madero; en 1920, Venustiano Carranza; en 1928, Álvaro Obregón; en 1994, Luis Donaldo Colosio.

El 4 de agosto del presente año, en Caracas, Venezuela, estuvo a punto de ser asesinado Nicolás Maduro, presidente constitucional de esa hermana República Bolivariana. Si bien cada país tiene su propia historia, las similitudes con el proceso histórico actual de México son varias, el gobierno de Andrés Manuel y su nuevo proyecto de nación, al igual que la Revolución Bolivariana, surgen como respuesta a un modelo neoliberal de capitalismo salvaje, que durante décadas empobreció a las mayorías y enriqueció a una oligarquía, dependiente de las trasnacionales petroleras, usando y abusando del poder, con un gobierno corrupto, impune.

Las trasnacionales petroleras y otras, tienen un récord muy bien documentado de asesinatos y golpes de Estado contra presidentes nacionalistas, tanto en México como en otras partes del mundo, ejemplos: 1. Irán 1953, al presidente M. Mosaddeq, quien en 1951 nacionalizó el petróleo; en 1953 fue derrocado mediante un golpe de estado militar orquestado por la CIA, fuente: Democracy Now, Amy Goodman. «50 Years After the CIA’s First Overthrow of a Democratically Elected Foreign Government». 2. Brasil, 1964, golpe de Estado militar contra el presidente nacionalista Joao Goulart, la dictadura se extendió por 20 años hasta 1985. 3. Chile 1973, golpe de Estado y asesinato de Salvador Allende, al intentar crear y poner en práctica un modelo diferente de nación, que sustituyera al modelo capitalista, la dictadura del Gral. Pinochet impuesto por la CIA terminó hasta 1990. Hay muchos ejemplos más, opino que con los mencionados está claro que históricamente las trasnacionales petroleras y otras, defienden sus intereses por todos los medios a su alcance, sin descartar el terrorismo, el asesinato y golpe de Estado contra presidentes nacionalistas constitucionalmente electos.

Andrés Manuel, como político y presidente electo, ha sido por muchos años congruente con un perfil de austeridad, siguiendo la premisa de que no es viable un gobierno rico frente a un pueblo pobre. Con esta argumentación, ha manifestado su decisión de que los más de 8 mil elementos del Estado Mayor Presidencial, escolta presidencial, se reintegren a la Secretaría de la Defensa Nacional y a las demás dependencias donde pertenecen, por ser un gasto excesivo a la nación.

Andrés Manuel, como ciudadano mexicano, tiene todo el derecho de no aceptar una escolta para su seguridad personal. Andrés Manuel como presidente de México, y dados los antecedentes históricos ya mencionados en nuestro país y en otras partes del mundo, debería ser protegido por una escolta, sí, respetuosa de los derechos humanos, no tan numerosa y costosa como el actual Estado Mayor Presidencial, pero sí eficiente en calidad y suficiente en cantidad, para minimizar los riesgos de un atentado presidencial.

Lo que menos necesita México en este proceso histórico de cambio de modelo de nación, es un atentado contra la seguridad personal de nuestro presidente constitucionalmente electo por una contundente mayoría.

Desde esta tribuna periodística, respetuosamente propongo a los diputados y senadores electos en la Cámara de Diputados y Senadores, una iniciativa de Ley que regule las condiciones de seguridad personal del presidente de la República, así como de diplomáticos acreditados en México y mandatarios extranjeros, en misiones oficiales en nuestro país.

Austeridad sí, eso no debe significar poner en riesgo la seguridad personal del presidente de la República, de su integridad física depende en gran parte la estabilidad, gobernabilidad y bienestar nacional. Cuidemos la vida de Andrés Manuel y la de todos nuestros presidentes. Cuidarlos es cuidar a México.



“La guerra es la continuación de la política por otros medios”

Gral. Carl Von Clausewitz (1780-1831)

Historiador y Teórico de la ciencia militar moderna


En México, tenemos una larga historia de asesinatos de presidentes en funciones, electos y candidatos: en 1913, don Francisco I. Madero; en 1920, Venustiano Carranza; en 1928, Álvaro Obregón; en 1994, Luis Donaldo Colosio.

El 4 de agosto del presente año, en Caracas, Venezuela, estuvo a punto de ser asesinado Nicolás Maduro, presidente constitucional de esa hermana República Bolivariana. Si bien cada país tiene su propia historia, las similitudes con el proceso histórico actual de México son varias, el gobierno de Andrés Manuel y su nuevo proyecto de nación, al igual que la Revolución Bolivariana, surgen como respuesta a un modelo neoliberal de capitalismo salvaje, que durante décadas empobreció a las mayorías y enriqueció a una oligarquía, dependiente de las trasnacionales petroleras, usando y abusando del poder, con un gobierno corrupto, impune.

Las trasnacionales petroleras y otras, tienen un récord muy bien documentado de asesinatos y golpes de Estado contra presidentes nacionalistas, tanto en México como en otras partes del mundo, ejemplos: 1. Irán 1953, al presidente M. Mosaddeq, quien en 1951 nacionalizó el petróleo; en 1953 fue derrocado mediante un golpe de estado militar orquestado por la CIA, fuente: Democracy Now, Amy Goodman. «50 Years After the CIA’s First Overthrow of a Democratically Elected Foreign Government». 2. Brasil, 1964, golpe de Estado militar contra el presidente nacionalista Joao Goulart, la dictadura se extendió por 20 años hasta 1985. 3. Chile 1973, golpe de Estado y asesinato de Salvador Allende, al intentar crear y poner en práctica un modelo diferente de nación, que sustituyera al modelo capitalista, la dictadura del Gral. Pinochet impuesto por la CIA terminó hasta 1990. Hay muchos ejemplos más, opino que con los mencionados está claro que históricamente las trasnacionales petroleras y otras, defienden sus intereses por todos los medios a su alcance, sin descartar el terrorismo, el asesinato y golpe de Estado contra presidentes nacionalistas constitucionalmente electos.

Andrés Manuel, como político y presidente electo, ha sido por muchos años congruente con un perfil de austeridad, siguiendo la premisa de que no es viable un gobierno rico frente a un pueblo pobre. Con esta argumentación, ha manifestado su decisión de que los más de 8 mil elementos del Estado Mayor Presidencial, escolta presidencial, se reintegren a la Secretaría de la Defensa Nacional y a las demás dependencias donde pertenecen, por ser un gasto excesivo a la nación.

Andrés Manuel, como ciudadano mexicano, tiene todo el derecho de no aceptar una escolta para su seguridad personal. Andrés Manuel como presidente de México, y dados los antecedentes históricos ya mencionados en nuestro país y en otras partes del mundo, debería ser protegido por una escolta, sí, respetuosa de los derechos humanos, no tan numerosa y costosa como el actual Estado Mayor Presidencial, pero sí eficiente en calidad y suficiente en cantidad, para minimizar los riesgos de un atentado presidencial.

Lo que menos necesita México en este proceso histórico de cambio de modelo de nación, es un atentado contra la seguridad personal de nuestro presidente constitucionalmente electo por una contundente mayoría.

Desde esta tribuna periodística, respetuosamente propongo a los diputados y senadores electos en la Cámara de Diputados y Senadores, una iniciativa de Ley que regule las condiciones de seguridad personal del presidente de la República, así como de diplomáticos acreditados en México y mandatarios extranjeros, en misiones oficiales en nuestro país.

Austeridad sí, eso no debe significar poner en riesgo la seguridad personal del presidente de la República, de su integridad física depende en gran parte la estabilidad, gobernabilidad y bienestar nacional. Cuidemos la vida de Andrés Manuel y la de todos nuestros presidentes. Cuidarlos es cuidar a México.