/ martes 10 de marzo de 2020

Masculino / Femenino

Parecía cosa de risa. No lo es. Llamar gabineta al gabinete es un modo de querer feminizar algo que no lo admite. Del francés antiguo gabinet, el término gabinete tiene distintos usos. En política se aplica al conjunto de ministros –sean hombres o mujeres- que conforman un gobierno.

Las palabras que forman nuestro lenguaje siguen determinadas reglas gramaticales, y algunas son de género femenino y otras de masculino, y así se usan para darles sentido. Al buscar modificarlas caemos en el error.

Caso muy conocido es el llamar presidenta a una mujer que preside, cuando en realidad es presidente, pues se refiere a quien realiza la acción del verbo presidir independientemente del género (masculino o femenino). En los últimos tiempos quizá –es una suposición- dada la obra teatral La Señora Presidenta se comenzó a usar así. Parece que en este caso La Academia de la Lengua, por la costumbre, ya admite ese uso.

Sin embargo, de manera análoga se dice estudiante, no estudianta; paciente, no pacienta; dirigente, no dirigenta; residente, no residenta; independiente, no independienta o capilla ardiente, no ardienta, aunque capilla sea femenino.

Los periodistas, que no periodistos, son hombres o mujeres que ejercen el periodismo. A una escalera no le llamamos escalero si quisiéramos masculinizar la palabra, o salera si quisiéramos feminizar el salero.

Hay muchas palabras que se aplican al género masculino y sin embargo su uso es cotidiano, aunque parezcan femeninas. Mal se vería decir el dentisto, el pediatro, el pianisto, el taxisto, el artisto, el violinisto, el maquinisto, el golfisto, el masajisto, el telefonisto, el electricistro, el trompetisto y un largo etecétera.

No busquemos tres pies al gato y, hombres o mujeres, usemos nuestro lenguaje con corrección. No nos dejemos llevar por motivos ideológicos o de cualquier otra clase, máxime si ocupamos un cargo público. Nos pueden tachar de ignorantos o ignorantas.





Parecía cosa de risa. No lo es. Llamar gabineta al gabinete es un modo de querer feminizar algo que no lo admite. Del francés antiguo gabinet, el término gabinete tiene distintos usos. En política se aplica al conjunto de ministros –sean hombres o mujeres- que conforman un gobierno.

Las palabras que forman nuestro lenguaje siguen determinadas reglas gramaticales, y algunas son de género femenino y otras de masculino, y así se usan para darles sentido. Al buscar modificarlas caemos en el error.

Caso muy conocido es el llamar presidenta a una mujer que preside, cuando en realidad es presidente, pues se refiere a quien realiza la acción del verbo presidir independientemente del género (masculino o femenino). En los últimos tiempos quizá –es una suposición- dada la obra teatral La Señora Presidenta se comenzó a usar así. Parece que en este caso La Academia de la Lengua, por la costumbre, ya admite ese uso.

Sin embargo, de manera análoga se dice estudiante, no estudianta; paciente, no pacienta; dirigente, no dirigenta; residente, no residenta; independiente, no independienta o capilla ardiente, no ardienta, aunque capilla sea femenino.

Los periodistas, que no periodistos, son hombres o mujeres que ejercen el periodismo. A una escalera no le llamamos escalero si quisiéramos masculinizar la palabra, o salera si quisiéramos feminizar el salero.

Hay muchas palabras que se aplican al género masculino y sin embargo su uso es cotidiano, aunque parezcan femeninas. Mal se vería decir el dentisto, el pediatro, el pianisto, el taxisto, el artisto, el violinisto, el maquinisto, el golfisto, el masajisto, el telefonisto, el electricistro, el trompetisto y un largo etecétera.

No busquemos tres pies al gato y, hombres o mujeres, usemos nuestro lenguaje con corrección. No nos dejemos llevar por motivos ideológicos o de cualquier otra clase, máxime si ocupamos un cargo público. Nos pueden tachar de ignorantos o ignorantas.