/ miércoles 21 de abril de 2021

Me considero un demócrata liberal

Demócrata porque como dijo un pensador (algunos lo atribuyen a Winston Churchill) es el menos peor de los sistemas políticos. Y a este respecto en México tenemos una muy corta historia de democracia verdadera. Podríamos fijar la fecha de 1996, cuando el PRI perdió la mayoría en el congreso durante el mandato de Ernesto Zedillo, ahí se cristalizó nuestro afanoso camino hacia una democracia completa.

Liberal, porque creo en las libertades individuales, la igualdad ante la ley, y una reducción del poder del Estado. Creemos que la economía da los mejores resultados para la sociedad en su conjunto cuando no hay intervención del Estado a este respecto. Sin embargo, es necesidad primordial la operación del Estado del sistema de justicia que dé seguridad jurídica a las operaciones entre los individuos y las empresas.

Por otro lado, reconozco la necesidad de la participación del Estado en las labores que por naturaleza le competen: educación y salud siempre que haya poblaciones que lo requieran por su precariedad económica, y la seguridad y defensa del país.

También respaldo otros preceptos.

Economía de mercado. Esto va de acuerdo al punto anterior, aunque aquí debemos hacer una aclaración, el mercado en México goza de mala fama por dos razones fundamentales:

  1. El ataque cotidiano que realizan cotidianamente los llamados intelectuales y los políticos que se autonombran populares o socialistas, aunque terminan siendo las peores calañas amasadoras de fortunas a costa del erario.

  2. Así como en México no tenemos gran experiencia en democracia, tampoco la tenemos en economía de mercado. En México siempre existió el capitalismo de compadrazgo (generalmente con el poder político), lo que dio origen a una casta de empresas oligopólicas, cuya principal labor fue y lo sigue siendo en cierta medida la eliminación de la competencia. Las empresas, ustedes las conocen, no tengo que mencionarlas.

A favor de la globalización y nuestra incursión en ella. Fue durante el mandato de Miguel de la Madrid que México entró al GATT, la OMC actual. Y fue apenas con la entrada en vigor del NAFTA en 1994 que pudo construirse una clase empresarial autónoma del poder político en México. A esto debemos sumar la enorme cantidad de empresas privadas extranjeras que se establecieron en el país, poniéndonos en el escenario económico mundial.

Tuve que mencionar esto hoy porque veo amenazadas nuestras libertades, nuestra democracia, nuestro sistema económico, ya que intelectualoides y políticos trasnochados sueñan con imponernos un sistema (el socialismo-dictadura), que ha sido probado un fracaso hasta el cansancio en donde se ha establecido. ¿No lo creen así? Vean el ataque a las instituciones, el Ejército metido en todas partes, el uso de los recursos públicos en proyectos inviables, el ataque un día y otro también a las empresas tanto nacionales como extranjeras, lo que me he cansado de repetir ha reducido de manera considerable los flujos de inversión y por añadidura están llevando al país al retroceso económico y tecnológico.

Demócrata porque como dijo un pensador (algunos lo atribuyen a Winston Churchill) es el menos peor de los sistemas políticos. Y a este respecto en México tenemos una muy corta historia de democracia verdadera. Podríamos fijar la fecha de 1996, cuando el PRI perdió la mayoría en el congreso durante el mandato de Ernesto Zedillo, ahí se cristalizó nuestro afanoso camino hacia una democracia completa.

Liberal, porque creo en las libertades individuales, la igualdad ante la ley, y una reducción del poder del Estado. Creemos que la economía da los mejores resultados para la sociedad en su conjunto cuando no hay intervención del Estado a este respecto. Sin embargo, es necesidad primordial la operación del Estado del sistema de justicia que dé seguridad jurídica a las operaciones entre los individuos y las empresas.

Por otro lado, reconozco la necesidad de la participación del Estado en las labores que por naturaleza le competen: educación y salud siempre que haya poblaciones que lo requieran por su precariedad económica, y la seguridad y defensa del país.

También respaldo otros preceptos.

Economía de mercado. Esto va de acuerdo al punto anterior, aunque aquí debemos hacer una aclaración, el mercado en México goza de mala fama por dos razones fundamentales:

  1. El ataque cotidiano que realizan cotidianamente los llamados intelectuales y los políticos que se autonombran populares o socialistas, aunque terminan siendo las peores calañas amasadoras de fortunas a costa del erario.

  2. Así como en México no tenemos gran experiencia en democracia, tampoco la tenemos en economía de mercado. En México siempre existió el capitalismo de compadrazgo (generalmente con el poder político), lo que dio origen a una casta de empresas oligopólicas, cuya principal labor fue y lo sigue siendo en cierta medida la eliminación de la competencia. Las empresas, ustedes las conocen, no tengo que mencionarlas.

A favor de la globalización y nuestra incursión en ella. Fue durante el mandato de Miguel de la Madrid que México entró al GATT, la OMC actual. Y fue apenas con la entrada en vigor del NAFTA en 1994 que pudo construirse una clase empresarial autónoma del poder político en México. A esto debemos sumar la enorme cantidad de empresas privadas extranjeras que se establecieron en el país, poniéndonos en el escenario económico mundial.

Tuve que mencionar esto hoy porque veo amenazadas nuestras libertades, nuestra democracia, nuestro sistema económico, ya que intelectualoides y políticos trasnochados sueñan con imponernos un sistema (el socialismo-dictadura), que ha sido probado un fracaso hasta el cansancio en donde se ha establecido. ¿No lo creen así? Vean el ataque a las instituciones, el Ejército metido en todas partes, el uso de los recursos públicos en proyectos inviables, el ataque un día y otro también a las empresas tanto nacionales como extranjeras, lo que me he cansado de repetir ha reducido de manera considerable los flujos de inversión y por añadidura están llevando al país al retroceso económico y tecnológico.