Los mexicanos nunca perdemos la fe, y cada vez que llega un mundial de fútbol o unas olimpiadas, tenemos la esperanza de que nos irá muy bien. Luego nos decepcionamos y entendemos la realidad a la que nos enfrentamos cada cuatro años. Los factores siempre serán múltiples y variables, pero existe un motivo principal por el que no tenemos más personas compitiendo a nivel olímpico: la desigualdad.
En México, no todos tenemos las mismas circunstancias. Esto significa que no todos los niños y jóvenes tienen acceso a una televisión para ver personajes que los inspiren, a una alberca con un trampolín, a un arco, a una jabalina, a unos guantes de box o a una pista de atletismo. Mucho más complicado es que tengan acceso a un entrenador, a un uniforme apto para ese deporte y, ni qué decir de tener una alimentación de primer nivel.
Existen personas que creen que los talentos los da Dios. Pero si esa hipótesis fuera real, entonces ¿por qué Dios no repartiría talentos de natación en la etnia rarámuri? ¿Se le olvidaría mandar unos talentos de tenistas en México? La verdad es que no es así; no es culpa de Dios, es culpa de muchos años de mala administración que ha engrandecido la desigualdad en el acceso a oportunidades. Los talentos se desarrollan cuando una persona tiene acceso a las circunstancias y medios necesarios para potenciarlos. Por eso tenemos unas cuantas medallas milagrosas que nos enorgullecen mucho a todos y todas, pero cuyo mérito es únicamente de esos deportistas guerreros que, contra viento y marea, sortearon las adversidades y lograron llegar a ese podio. México tiene 126 millones de personas y logró llevar únicamente a 107 atletas a las olimpiadas. En contraste, países como Australia, con 26 millones de habitantes, o Alemania, con 83 millones, llevaron 460 y 427 atletas olímpicos, respectivamente.
Debemos empezar por lograr que todas nuestras niñas y niños tengan acceso a una alimentación adecuada, educación, vida sin violencia, etc., para que tengan la oportunidad de practicar algún deporte. Dotar a esas escuelas del equipo deportivo básico para que los niños se prueben en las diferentes especialidades deportivas y, con esto, detectar habilidades que se puedan desarrollar como talentos. Y es ahí donde una beca deportiva de los gobiernos puede ser una gran herramienta para acompañar a esa persona en su proceso de convertirse en un atleta que represente nuestras esperanzas en una justa olímpica.
La falta de apoyo de la CONADE, de la cual se han quejado muchos atletas mexicanos, es solo la punta del iceberg. No, no es Ana Gabriela Guevara el único problema. Somos todas y todos los que vemos pasar actos de corrupción y no hacemos nada. Los culpables son las personas que ven las injusticias y se voltean para otro lado. La culpa es de los empresarios que evaden el impuesto con el que se iban a comprar esas pelotas de fútbol o las redes de voleibol en una secundaria de la Sierra Tarahumara.
Dejemos de repartir culpas y asumamos la parte en la que podemos apoyar para que la grandeza de México sea representada con medallas ante el mundo.