/ domingo 17 de julio de 2022

Memoria e historia con los tarahumaras

Para el turista será la sierra magnífico sitio de paseo;

para el poeta, fuente de inspiración;

para el científico, objeto de estudio;

para el sacerdote, un vasto campo de la viña del Señor,

donde puede sembrar la semilla salvadora y recoger abundante fruto,

a costa de sus fatigas y sudores.

P. Manuel Ocampo, S.J.

Historia de la Misión de la Tarahumara (1900-1950)

Por: Pbro. Germán Orozco Mora

Los misioneros jesuitas o de la Compañía de Jesús fundada el 15 de agosto de 1534 (488 años), llegaron con los tepehuanes (Durango) y tarahumaras (Chihuahua) desde 1630.

La presencia jesuítica fue despótica y autoritariamente suspendida en junio de 1767 en todo el mundo, no sólo en Paraguay o en la misma Tarahumara o Sonora y Baja California. Fue una decisión guardada “en mi real pecho”, expresó Carlos III, el rey. Y vino un caos como puede usted recrearlo en la película La Misión con Robert de Niro y música de Ennio Morricone, la destrucción de las reducciones jesuíticas del Paraguay.

Casi 150 años de entrega misionera fueron continuados por los padres franciscanos y josefinos hasta que en 1900 los jesuítas volvieron a la Tarahumara, Chihuahua. 128 años ausentes; y ahora 122 presentes.

En el siglo XVII fueron martirizados los primeros jesuítas en la Tarahumara. Entre 1900-1950, anota el cronista Manuel Ocampo S.J., que trabajaron en ese periodo 90 individuos entre hermanos y sacerdotes. Sin enumerar las religiosas que atienden colegios, asilos, orfanatorios.

En la memoria de la Tarahumara hay de todo; doce años de gobiernos del PAN, que poco hicieron por Batopilas, pueblo de nacimiento de Manuel Gómez Morín, fundador del instituto político. Comunidad enclavada en la Sierra Tarahumara. Es reconocido que fue don Porfirio Díaz el que impulsó y apoyó al obispo de Chihuahua para el retorno de los jesuítas como encargados de las misiones rarámuri.

No pocas veces los mismos chihuahuenses apoyados por los bajacalifornianos y latinos de California y Arizona, así como de Sonora, han llevado varios tráileres cargados de víveres y medicamentos para socorrer las recurrentes tragedias tarahumaras; organizados a través de teletones o campañas altruistas como las de Canal 66 coordinados por el chihuahuense Luis Arnoldo Cabada Alvídrez, y personal y directamente entregadas vía terrestre a las comunidades serranas de Chihuahua.

Llámele usted como le dé la gana pero los jesuitas, franciscanos, josefinos, diocesanos, laicos, permanentemente están sirviendo a Dios en la persona de los necesitados tarahumaras. Desde 1630.

Alejandro Hidrogo es un amigo cachanilla casado, que ha fundado escuelas secundarias o preparatorias entre los tarahumaras; seducido por el Domund o Domingo Mundial de las Misiones en la parroquia de Santa María de Gracia de Villafontana. Hidrogo pasa meses o años misionando; su pasión misionera lo ha llevado a África (Kenya), de modo que cuando Alejandro habla de esto no es sólo porque ha leído Almas de los Misioneros de Guadalupe, o Los Aguiluchos de los padres combonianos. Para las diócesis del noroeste: La Paz, Ensenada, Tijuana, Mexicali, Nogales, Hermosillo y Obregón hay mucho trabajo qué hacer, muchas almas que deben conocer la vida cristiana, incluso el papa Benedicto XVI ya no hablaba de una Nueva Evangelización, sino de un volver a evangelizar de cero, de la nada. Vivimos en el mundo un neopaganismo, a pesar de las capacidades tecnológicas, mass media, redes, tabloides, etcétera. Nada puede suplir la presencia de sacerdotes como Javier Campos y Joaquín Mora, no hay confesiones por internet, deben ser directas y personales y con un sacerdote.

La memoria e historia de la misión de la Tarahumara es admirable e intensa como en Baja California Sur y Norte, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Chiapas, Jalisco y Durango. Por ejemplo, los jesuitas regresaron a Tijuana a través del Proyecto Salvatierra. Con el experimentado padre Francisco Ornelas, un jesuita colaborador de don Samuel Ruiz, obispo de San Cristóbal de las Casas e impulsor de misiones como la de Bachajón.

Chihuahua tuvo una época en la que casi todos sus obispos eran originarios como don Adalberto Almeida y Merino, nacido en la misión de Bachíniva; don Manuel Talamás Camandari, obispo de Ciudad Juárez, experto comunicador y de los primeros colaboradores del semanario Zeta. Y el inolvidable regiomontano José “Pepe” Llaguno, un jesuita que recorría la enorme sierra -como primer obispo de la Tarahumara- en una avioneta que él mismo tripulaba.

“Los comunistas, los liberales radicales, los protestantes y con ellos los católicos débiles, acusan a la Iglesia de inactividad, de despreocupación por los miserables, de amiga exclusiva de las comodidades… Se cree que pasó ya el tiempo de los heroísmos, que no dejan nunca de brillar en la historia eclesiástica de todos los tiempos pasados”, decía enfático el P. David G. Ramírez (1947), “La historia de la Misión de la Tarahumara” borra de un golpe todas esas calumnias.

1.- Pie de foto: Asilo de ancianos en la Tarahumara año 1920 (Foto Ocampo, SJ.)

2.- Pie de foto: El obispo Pepe Llaguno recorría en avioneta las comunidades. (Foto Ocampo, SJ).

3.- Pie de foto: El P. Enrique Maza, jesuita fundador de Proceso y su jefe de Información

Para el turista será la sierra magnífico sitio de paseo;

para el poeta, fuente de inspiración;

para el científico, objeto de estudio;

para el sacerdote, un vasto campo de la viña del Señor,

donde puede sembrar la semilla salvadora y recoger abundante fruto,

a costa de sus fatigas y sudores.

P. Manuel Ocampo, S.J.

Historia de la Misión de la Tarahumara (1900-1950)

Por: Pbro. Germán Orozco Mora

Los misioneros jesuitas o de la Compañía de Jesús fundada el 15 de agosto de 1534 (488 años), llegaron con los tepehuanes (Durango) y tarahumaras (Chihuahua) desde 1630.

La presencia jesuítica fue despótica y autoritariamente suspendida en junio de 1767 en todo el mundo, no sólo en Paraguay o en la misma Tarahumara o Sonora y Baja California. Fue una decisión guardada “en mi real pecho”, expresó Carlos III, el rey. Y vino un caos como puede usted recrearlo en la película La Misión con Robert de Niro y música de Ennio Morricone, la destrucción de las reducciones jesuíticas del Paraguay.

Casi 150 años de entrega misionera fueron continuados por los padres franciscanos y josefinos hasta que en 1900 los jesuítas volvieron a la Tarahumara, Chihuahua. 128 años ausentes; y ahora 122 presentes.

En el siglo XVII fueron martirizados los primeros jesuítas en la Tarahumara. Entre 1900-1950, anota el cronista Manuel Ocampo S.J., que trabajaron en ese periodo 90 individuos entre hermanos y sacerdotes. Sin enumerar las religiosas que atienden colegios, asilos, orfanatorios.

En la memoria de la Tarahumara hay de todo; doce años de gobiernos del PAN, que poco hicieron por Batopilas, pueblo de nacimiento de Manuel Gómez Morín, fundador del instituto político. Comunidad enclavada en la Sierra Tarahumara. Es reconocido que fue don Porfirio Díaz el que impulsó y apoyó al obispo de Chihuahua para el retorno de los jesuítas como encargados de las misiones rarámuri.

No pocas veces los mismos chihuahuenses apoyados por los bajacalifornianos y latinos de California y Arizona, así como de Sonora, han llevado varios tráileres cargados de víveres y medicamentos para socorrer las recurrentes tragedias tarahumaras; organizados a través de teletones o campañas altruistas como las de Canal 66 coordinados por el chihuahuense Luis Arnoldo Cabada Alvídrez, y personal y directamente entregadas vía terrestre a las comunidades serranas de Chihuahua.

Llámele usted como le dé la gana pero los jesuitas, franciscanos, josefinos, diocesanos, laicos, permanentemente están sirviendo a Dios en la persona de los necesitados tarahumaras. Desde 1630.

Alejandro Hidrogo es un amigo cachanilla casado, que ha fundado escuelas secundarias o preparatorias entre los tarahumaras; seducido por el Domund o Domingo Mundial de las Misiones en la parroquia de Santa María de Gracia de Villafontana. Hidrogo pasa meses o años misionando; su pasión misionera lo ha llevado a África (Kenya), de modo que cuando Alejandro habla de esto no es sólo porque ha leído Almas de los Misioneros de Guadalupe, o Los Aguiluchos de los padres combonianos. Para las diócesis del noroeste: La Paz, Ensenada, Tijuana, Mexicali, Nogales, Hermosillo y Obregón hay mucho trabajo qué hacer, muchas almas que deben conocer la vida cristiana, incluso el papa Benedicto XVI ya no hablaba de una Nueva Evangelización, sino de un volver a evangelizar de cero, de la nada. Vivimos en el mundo un neopaganismo, a pesar de las capacidades tecnológicas, mass media, redes, tabloides, etcétera. Nada puede suplir la presencia de sacerdotes como Javier Campos y Joaquín Mora, no hay confesiones por internet, deben ser directas y personales y con un sacerdote.

La memoria e historia de la misión de la Tarahumara es admirable e intensa como en Baja California Sur y Norte, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Chiapas, Jalisco y Durango. Por ejemplo, los jesuitas regresaron a Tijuana a través del Proyecto Salvatierra. Con el experimentado padre Francisco Ornelas, un jesuita colaborador de don Samuel Ruiz, obispo de San Cristóbal de las Casas e impulsor de misiones como la de Bachajón.

Chihuahua tuvo una época en la que casi todos sus obispos eran originarios como don Adalberto Almeida y Merino, nacido en la misión de Bachíniva; don Manuel Talamás Camandari, obispo de Ciudad Juárez, experto comunicador y de los primeros colaboradores del semanario Zeta. Y el inolvidable regiomontano José “Pepe” Llaguno, un jesuita que recorría la enorme sierra -como primer obispo de la Tarahumara- en una avioneta que él mismo tripulaba.

“Los comunistas, los liberales radicales, los protestantes y con ellos los católicos débiles, acusan a la Iglesia de inactividad, de despreocupación por los miserables, de amiga exclusiva de las comodidades… Se cree que pasó ya el tiempo de los heroísmos, que no dejan nunca de brillar en la historia eclesiástica de todos los tiempos pasados”, decía enfático el P. David G. Ramírez (1947), “La historia de la Misión de la Tarahumara” borra de un golpe todas esas calumnias.

1.- Pie de foto: Asilo de ancianos en la Tarahumara año 1920 (Foto Ocampo, SJ.)

2.- Pie de foto: El obispo Pepe Llaguno recorría en avioneta las comunidades. (Foto Ocampo, SJ).

3.- Pie de foto: El P. Enrique Maza, jesuita fundador de Proceso y su jefe de Información