/ viernes 26 de julio de 2019

Mensaje a las iglesias cristianas

Me parece bueno justificar el nombre de esta colaboración. Quienes están adheridos a una religión, o lo están a la Iglesia Católica, o a alguna de las que antes denominábamos iglesias protestantes, y que hoy llamamos iglesias cristianas; me quiero referir a los que están afiliados, afiliadas a una iglesia que profesan la fe en Cristo, creen y aceptan su doctrina, sean católicos o estén afiliados a cualquier iglesia cristiana.

Hay dos preceptos fundamentales para un cristiano: Observar los mandamientos: “No matar” (Mt 19,16), y la orden de Cristo: Les doy un mandamiento nuevo (Jn 13,34). Quien sea un verdadero cristiano, observa estas dos indicaciones de Cristo. Hoy existe una circunstancia que nos hace no observar estas dos indicaciones, es el automóvil. Hay normas sobre el auto que nos están haciendo violar nuestro cristianismo. Cuando es tan fácil vivir las normas de tránsito. Los cristianos van a su templo a algún acto de culto. ¿Y qué es lo que sucede? Muchas violaciones a lo que ordena el Reglamento de Tránsito. Normas que ponen el peligro la vida propia y la de muchos prójimos. Los violadores son los choferes. Porque se estacionan en lugar prohibido, en sentido contrario, en doble fila, en sentido contrario. Los choferes ponen su vida o la de sus acompañantes en riesgo cuando manejan a velocidad prohibida. Cuando manejan y van contestando el celular, o van escribiendo un mensaje. Cuando el chofer maneja sin cinturón, va exponiendo su vida. El chofer es el responsable de que sus acompañantes viajen sin el cinturón ajustado.

Tú que eres chofer, fácilmente te estacionas en cochera; tú eres el responsable de las palabrotas que profiere el ofendido. Con qué facilidad te estacionas en cajones azules, que sólo son para los autos que trasladan a un inválido. Tú que traes una placa de inválido, sólo te puedes estacionar en un lugar azul cuando llevas al enfermo.

Tú que eres sólo peatón, también tienes responsabilidades: Cruza por los pasos señalados, o en las esquinas. Respeta los semáforos. No te atravieses a los carros. No te detengas en la calle que es para los carros.

Los católicos que se confiesan en peligro de muerte, o los que acostumbran confesarse frecuentemente, tienen que enunciar las fallas que han cometido como choferes o como peatones.

Desde el automóvil, o por causa del carro, hemos de vivir nuestra fe no exponiéndonos o no exponiendo a otros a una muerte inesperada.


Me parece bueno justificar el nombre de esta colaboración. Quienes están adheridos a una religión, o lo están a la Iglesia Católica, o a alguna de las que antes denominábamos iglesias protestantes, y que hoy llamamos iglesias cristianas; me quiero referir a los que están afiliados, afiliadas a una iglesia que profesan la fe en Cristo, creen y aceptan su doctrina, sean católicos o estén afiliados a cualquier iglesia cristiana.

Hay dos preceptos fundamentales para un cristiano: Observar los mandamientos: “No matar” (Mt 19,16), y la orden de Cristo: Les doy un mandamiento nuevo (Jn 13,34). Quien sea un verdadero cristiano, observa estas dos indicaciones de Cristo. Hoy existe una circunstancia que nos hace no observar estas dos indicaciones, es el automóvil. Hay normas sobre el auto que nos están haciendo violar nuestro cristianismo. Cuando es tan fácil vivir las normas de tránsito. Los cristianos van a su templo a algún acto de culto. ¿Y qué es lo que sucede? Muchas violaciones a lo que ordena el Reglamento de Tránsito. Normas que ponen el peligro la vida propia y la de muchos prójimos. Los violadores son los choferes. Porque se estacionan en lugar prohibido, en sentido contrario, en doble fila, en sentido contrario. Los choferes ponen su vida o la de sus acompañantes en riesgo cuando manejan a velocidad prohibida. Cuando manejan y van contestando el celular, o van escribiendo un mensaje. Cuando el chofer maneja sin cinturón, va exponiendo su vida. El chofer es el responsable de que sus acompañantes viajen sin el cinturón ajustado.

Tú que eres chofer, fácilmente te estacionas en cochera; tú eres el responsable de las palabrotas que profiere el ofendido. Con qué facilidad te estacionas en cajones azules, que sólo son para los autos que trasladan a un inválido. Tú que traes una placa de inválido, sólo te puedes estacionar en un lugar azul cuando llevas al enfermo.

Tú que eres sólo peatón, también tienes responsabilidades: Cruza por los pasos señalados, o en las esquinas. Respeta los semáforos. No te atravieses a los carros. No te detengas en la calle que es para los carros.

Los católicos que se confiesan en peligro de muerte, o los que acostumbran confesarse frecuentemente, tienen que enunciar las fallas que han cometido como choferes o como peatones.

Desde el automóvil, o por causa del carro, hemos de vivir nuestra fe no exponiéndonos o no exponiendo a otros a una muerte inesperada.