/ miércoles 27 de enero de 2021

Metanálisis

En semanas pasadas tuve la fortuna de recibir el comentario de un lector que afirmaba que el Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es el mejor Presidente en toda la historia de México. Al contrario, de las administraciones anteriores, había tenido la oportunidad de recibir el apoyo económico que otros gobiernos no le habían dado. El agradecimiento de obtener un beneficio directo y concreto de la Cuarta Transformación (4T) no debe tomarse a la ligera y puede llevarnos a creer que esos recursos llegan a la mayoría de los mexicanos, que serán sustentables y no acabarán nunca.

Pero según el periódico The Wall Street Journal del 02-Dic-20, en la actual coyuntura, el estímulo directo de México a hogares, negocios y al sistema de salud, se ubica en la parte inferior del Grupo de los 20 países (G-20) con solo el 0,6% del Producto Interno Bruto (PIB). En el caso de Brasil, con una economía similar, es relativamente más alto, con un valor del 8,3% del PIB. Pienso que esta diferencia abismal en los recursos que no se usan (llamado subejercicio), en el entorno económico complejo que enfrentamos, se emplean discrecionalmente, principalmente, para captar votantes.

Una diferencia tan abrumadora, que parece postergar a la ciudadanía, no se comprende de otra manera, mientras que los beneficiados son pocos. Tema seguido, el amigo lector comentaba que el 57% de aprobación de la gestión de AMLO era evidencia de que éste hacía lo que debía hacer y lo hacía bien. Pero un fino y superficial análisis de los resultados, como los de la casa encuestadora Buendía y Laredo, revela algo interesante: La aprobación del 56-57% se contrasta con la opinión del 43% de la gente que cree que la estrategia global de AMLO ante la pandemia debería cambiarse.

Incluso, de un 32 a un 42% no sabe qué es lo peor o lo mejor que ha hecho AMLO. Es difícil conocerlo con certeza, pero es posible que la aprobación sólo considere que las personas creen que el Presidente actúa con buenas intenciones, pero no necesariamente que lo que haga esté bien hecho, y que tienen razones para dudar del alcance, permanencia y profundidad de los logros anunciados. En tal caso, la aprobación, como porcentaje de un buen gobierno, más bien, se reduce. Finalmente, tomemos en cuenta que AMLO es miembro indiscutible del Foro de São Paulo (FSP).

Sería muy difícil esperar que los resultados de México fueran diametralmente opuestos a los obtenidos por los países del FSP que siguieron una política social y económica en consonancia con los postulados de la 4T, como Cuba o Venezuela, cuyas cifras de bienestar y pobreza se encuentran dramáticamente por debajo de lo decorosamente deseable o que, temporalmente, se han beneficiado por el valor de las materias primas, en lugar de un desarrollo sustentable. Muy pocos creen que la vida en esos países es atractiva, pese a lo que la propaganda nos haga pensar.

Posiblemente me equivoque, pero creo que AMLO pasará de ser el mejor presidente, al peor, no por lo que hace, que seguramente es bien intencionado, sino por las consecuencias a largo plazo de sus acciones. Y bueno, los países que les ha ido mejor que a México o al FSP antes o después de la pandemia, como Japón, China o Singapur, simplemente hacen cosas que 4T no está haciendo. agusperezr@hotmail.com

En semanas pasadas tuve la fortuna de recibir el comentario de un lector que afirmaba que el Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es el mejor Presidente en toda la historia de México. Al contrario, de las administraciones anteriores, había tenido la oportunidad de recibir el apoyo económico que otros gobiernos no le habían dado. El agradecimiento de obtener un beneficio directo y concreto de la Cuarta Transformación (4T) no debe tomarse a la ligera y puede llevarnos a creer que esos recursos llegan a la mayoría de los mexicanos, que serán sustentables y no acabarán nunca.

Pero según el periódico The Wall Street Journal del 02-Dic-20, en la actual coyuntura, el estímulo directo de México a hogares, negocios y al sistema de salud, se ubica en la parte inferior del Grupo de los 20 países (G-20) con solo el 0,6% del Producto Interno Bruto (PIB). En el caso de Brasil, con una economía similar, es relativamente más alto, con un valor del 8,3% del PIB. Pienso que esta diferencia abismal en los recursos que no se usan (llamado subejercicio), en el entorno económico complejo que enfrentamos, se emplean discrecionalmente, principalmente, para captar votantes.

Una diferencia tan abrumadora, que parece postergar a la ciudadanía, no se comprende de otra manera, mientras que los beneficiados son pocos. Tema seguido, el amigo lector comentaba que el 57% de aprobación de la gestión de AMLO era evidencia de que éste hacía lo que debía hacer y lo hacía bien. Pero un fino y superficial análisis de los resultados, como los de la casa encuestadora Buendía y Laredo, revela algo interesante: La aprobación del 56-57% se contrasta con la opinión del 43% de la gente que cree que la estrategia global de AMLO ante la pandemia debería cambiarse.

Incluso, de un 32 a un 42% no sabe qué es lo peor o lo mejor que ha hecho AMLO. Es difícil conocerlo con certeza, pero es posible que la aprobación sólo considere que las personas creen que el Presidente actúa con buenas intenciones, pero no necesariamente que lo que haga esté bien hecho, y que tienen razones para dudar del alcance, permanencia y profundidad de los logros anunciados. En tal caso, la aprobación, como porcentaje de un buen gobierno, más bien, se reduce. Finalmente, tomemos en cuenta que AMLO es miembro indiscutible del Foro de São Paulo (FSP).

Sería muy difícil esperar que los resultados de México fueran diametralmente opuestos a los obtenidos por los países del FSP que siguieron una política social y económica en consonancia con los postulados de la 4T, como Cuba o Venezuela, cuyas cifras de bienestar y pobreza se encuentran dramáticamente por debajo de lo decorosamente deseable o que, temporalmente, se han beneficiado por el valor de las materias primas, en lugar de un desarrollo sustentable. Muy pocos creen que la vida en esos países es atractiva, pese a lo que la propaganda nos haga pensar.

Posiblemente me equivoque, pero creo que AMLO pasará de ser el mejor presidente, al peor, no por lo que hace, que seguramente es bien intencionado, sino por las consecuencias a largo plazo de sus acciones. Y bueno, los países que les ha ido mejor que a México o al FSP antes o después de la pandemia, como Japón, China o Singapur, simplemente hacen cosas que 4T no está haciendo. agusperezr@hotmail.com