/ martes 8 de marzo de 2022

México: A propósito de Ucrania

Por Agustín Pérez Reynoso

Por la guerra en Ucrania, el diario satírico El Mundo Today publicó la frase “La humanidad empieza una guerra para demostrar que no necesita ningún virus para destruirse”. Y Cantinflas bien diría en la película “El profe”: “Estamos mandando mensajes planetarios, como quien dice, queremos comunicarnos, queremos conocer, queremos entender a los seres de otros planetas, pero en cambio, no nos entendemos nosotros mismos”. Sin duda, en esta falta de entendimiento pesa la historia y es el cristal con que miran, tanto el presidente Volodímir Zelenski como Vladímir Putin.

Zelenski y su pueblo, seguro, recuerdan el Genocidio ucraniano (Holodomor, “matar de hambre”), la hambruna en el contexto de la colectivización de la tierra emprendida por la URSS, durante los años 1932-1933, en la cual habrían muerto de hambre entre 1.5 y 12 millones de personas, que algunos atribuyen a Stalin con el fin de eliminar el movimiento independentista ucraniano, y otros, a las consecuencias inevitables de las políticas de izquierda del proceso de industrialización soviético, pero que sin duda, fueron el origen del apoyo de la población a los invasores nazis.

El castigo del dictador Stalin a Ucrania no se haría esperar después de la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Por el lado de Putin, el presidente de la Federación Rusa, no deja de ser incómoda la tentativa de Ucrania de acercarse a Occidente a través de alianzas militares como con la OTAN, que casi es como tener a Estados Unidos y sus aliados en el patio trasero, aunque no deja de ser un factor importante el apoyo social que un líder como Vladímir buscaría tener por medio de la guerra, si cree que eso fortalece un menguante poder político, aunque no muchos la quieran.

Dicho conflicto acabará en un armisticio, es decir, sólo será un cese temporal de hostilidades, que seguirán con o sin Zelenski o Putin, y todo llevará a que los desencuentros futuros sólo sean superados por la apertura económica y política a las que Rusia no es especialmente afecta, pero que son inevitables, al menos en su aspecto tecnológico, porque Europa y Alemania, más que nunca, buscarán dejar de ser dependientes del gas y el petróleo rusos. Es cuestión de tiempo para que Rusia pierda gradualmente su relevancia geopolítica a la par que el valor de sus materias primas.

Y para México es una llamada de atención para acelerar la sustitución del petróleo y sus derivados como fuente de ingresos a largo plazo, que en el actual contexto, como importador neto, es más desventajoso por el incremento del precio de los energéticos, y este conflicto no hará más que disparar la carrera por hacer más rentables las energías limpias. La desventaja tecnológica en la visión futura del gobierno de izquierda de México es evidente. El mundo no es para los conservadores, sino de los que se transforman para adaptarse. México y Rusia, en esto, no califican.


agusperezr@hotmail.com

Administrador financiero


Por Agustín Pérez Reynoso

Por la guerra en Ucrania, el diario satírico El Mundo Today publicó la frase “La humanidad empieza una guerra para demostrar que no necesita ningún virus para destruirse”. Y Cantinflas bien diría en la película “El profe”: “Estamos mandando mensajes planetarios, como quien dice, queremos comunicarnos, queremos conocer, queremos entender a los seres de otros planetas, pero en cambio, no nos entendemos nosotros mismos”. Sin duda, en esta falta de entendimiento pesa la historia y es el cristal con que miran, tanto el presidente Volodímir Zelenski como Vladímir Putin.

Zelenski y su pueblo, seguro, recuerdan el Genocidio ucraniano (Holodomor, “matar de hambre”), la hambruna en el contexto de la colectivización de la tierra emprendida por la URSS, durante los años 1932-1933, en la cual habrían muerto de hambre entre 1.5 y 12 millones de personas, que algunos atribuyen a Stalin con el fin de eliminar el movimiento independentista ucraniano, y otros, a las consecuencias inevitables de las políticas de izquierda del proceso de industrialización soviético, pero que sin duda, fueron el origen del apoyo de la población a los invasores nazis.

El castigo del dictador Stalin a Ucrania no se haría esperar después de la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Por el lado de Putin, el presidente de la Federación Rusa, no deja de ser incómoda la tentativa de Ucrania de acercarse a Occidente a través de alianzas militares como con la OTAN, que casi es como tener a Estados Unidos y sus aliados en el patio trasero, aunque no deja de ser un factor importante el apoyo social que un líder como Vladímir buscaría tener por medio de la guerra, si cree que eso fortalece un menguante poder político, aunque no muchos la quieran.

Dicho conflicto acabará en un armisticio, es decir, sólo será un cese temporal de hostilidades, que seguirán con o sin Zelenski o Putin, y todo llevará a que los desencuentros futuros sólo sean superados por la apertura económica y política a las que Rusia no es especialmente afecta, pero que son inevitables, al menos en su aspecto tecnológico, porque Europa y Alemania, más que nunca, buscarán dejar de ser dependientes del gas y el petróleo rusos. Es cuestión de tiempo para que Rusia pierda gradualmente su relevancia geopolítica a la par que el valor de sus materias primas.

Y para México es una llamada de atención para acelerar la sustitución del petróleo y sus derivados como fuente de ingresos a largo plazo, que en el actual contexto, como importador neto, es más desventajoso por el incremento del precio de los energéticos, y este conflicto no hará más que disparar la carrera por hacer más rentables las energías limpias. La desventaja tecnológica en la visión futura del gobierno de izquierda de México es evidente. El mundo no es para los conservadores, sino de los que se transforman para adaptarse. México y Rusia, en esto, no califican.


agusperezr@hotmail.com

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