/ martes 22 de agosto de 2017

México necesita un líder transformador

“Debemos involucrarnos en la política... porque es una de las formas más altas de la caridad... porque busca el bien común” - Papa Francisco 2017

 No estamos en época de cambio, sino entrando a un cambio de época, de transformación social y evolución cultural, en la cual dejarán huella personas y líderes diferentes. Involucrémonos activamente y como dijo Gandhi: “Seamos el cambio que queremos ver en el mundo”. Es primordial que primero cambiemos como individuos y luego nos solidaricemos como equipo, para generar suficiente energía social capaz de resolver la vergonzosa problemática que enfrenta nuestro México: las sórdidas desigualdades, la ingente inseguridad pública, el régimen político agotado, la descomunal corrupción, la desconfianza en las instituciones y la desesperanza por la escasez de oportunidades.

Tradicionalmente, los gobernantes mexicanos han sido autoritarios, demagógicos e insensibles a las necesidades y motivaciones del pueblo. México necesita un líder transformador (LT) que: a) obtenga el poder legítimamente, por amplio margen en copiosas elecciones; b) posicione una visión mejorada del futuro; c) dirija cambios de fondo con base en valores; d) modernice al Gobierno y lo convierta en instrumento al servicio del país; e) propicie confianza mutua con el pueblo, comunicándose verazmente; f) reconozca la capacidad de pensar y actuar de los mexicanos; y g) venza la resistencia al cambio de los neoliberales y los neoconservadores.

El estilo de liderazgo propuesto incita a que los candidatos se capaciten y entrenen en esta materia y se comporten en consecuencia. Son referentes de dicho concepto general de liderazgo: Douglas McGregor (1960), Stephen Covey (1990), Warren Bennis (1994), Daniel Goleman (2008), entre otros.

La estrategia para lograr liderazgo político incluye los siguientes elementos: la visión y los valores, la agenda y el programa; la trayectoria vital, los rasgos personales y la situación circunstancial a liderar; los seguidores y ciudadanos; y la calidad de la contienda comicial como factor de legitimación.

Lo primero es captar la atención de la ciudadanía mediante una visión que sea buena, atractiva e importante para todos, ya que es la “mercancía” que los líderes venden a sus seguidores y representa un escenario mejor que la situación actual. El diseño y la articulación de la visión resultan de la combinación de la ideología política del líder, su biografía personal y el contexto histórico local, nacional e internacional. El discurso “Tengo un Sueño” de Martin Luther King, es el ejemplo más hermoso de cómo forjar y expresar una visión inspiradora. La Visión a los ciudadanos incluye los objetivos generales a lograr en el largo plazo, y el mensaje es: si me sigues, juntos lograremos “x” en lo social, “y” en lo económico, “z” en lo político, etc., ya que esos cambios serán muy importantes para tu vida y merecen que luches entusiastamente por hacerlos realidad. Crear y redactar una visión ad hoc, inspiradora y comprometedora, es uno de los trabajos más demandantes, porque no basta con un diagnóstico técnicamente impecable y tampoco con un análisis estratégico excelente; se requiere además de una fina sensibilidad humanística para traducir a dichos instrumentos lógicos en anhelos que conmuevan el corazón y estrujen el espíritu de quienes habrán de perseguirla.

Los valores, tales como el respeto a la dignidad humana, la honestidad, la laboriosidad, la austeridad y a la institución de la familia, comprometen la calidad intrínseca del individuo, la interpretación de su circunstancia y la integridad de su conciencia, lo que se refleja en su comportamiento con sus semejantes.

La agenda enuncia los asuntos que el líder decidió abordar (y, por omisión, cuáles no), y los problemas a resolver y oportunidades a aprovechar en su administración. El programa de trabajo respectivo contiene la hoja de ruta para lograr cada uno de los objetivos seleccionados para alcanzar la visión.

En segundo término el LT buscará, a través de la comunicación, que su visión impacte a la ciudadanía y ésta la haga propia porque tiene un significado trascendente para sus vidas.  El LT es un arquitecto social que requiere compartir su visión y comprometer a sus seguidores a la acción, para juntos mejorar a la sociedad.

El líder debe ser capaz de describir claramente la realidad actual, así como una competente imagen del escenario deseado, de tal manera que se evidencie la bondad de los objetivos propuestos y por ende, se facilite la inducción del entusiasmo y el compromiso.

El contenido y la forma de la comunicación son igualmente estratégicos para lograr el liderazgo, sobre todo por los avances tecnológicos que exigen creatividad para impactar efectivamente a los diferentes segmentos de usuarios de los medios tradicionales y electrónicos, destacando la televisión, las redes sociales y la telefonía inteligente. Por su extensión y complejidad, este tema excede el alcance de este escrito.

El LT habrá logrado su plataforma de identidad y organización de las acciones, cuando los ciudadanos entiendan la visión, la hagan propia y la defiendan con convicción y vehemencia ante otras posiciones.

En tercer lugar, la autoexpresión libre y natural identifica al líder y revela su individualidad. La persona del candidato es la parte más perceptible de la oferta política. El conocerse a sí mismo y a su entorno, originan su estilo de manifestarse ante la ciudadanía. Su carácter, forjado con valores y hábitos aprendidos, lo reflejan éticamente (como la reflexividad y el sentido dado a resoluciones de conflictos vitales), y su temperamento, fruto de habilidades innatas y técnicas instrumentales, le facilitan su “venta” (como el conocimiento magistral de técnicas, funciones e información, pertinentes al ejercicio del poder público). Obviamente, la auténtica autoexpresión supera estratégicamente a la manipulación mercadotécnica.

La cuarta estrategia política para ganarse a la gente consiste en la obtención de la confianza mediante el posicionamiento. Seguimos por carisma, empatía, intimidación, autoridad, fe honesta en un líder o la creencia de que no existe una mejor opción. El LT se basa, principalmente, en el poder de la inspiración y la persuasión, que sólo se dan cuando existe confianza, y ésta se genera y mantiene cuando el líder muestra honradez, constancia, congruencia y responsabilidad.

El posicionamiento pretende fijar a la visión y al LT en la mente (nicho) de los seguidores. Claros ejemplos de posicionamiento son: Gillette, Coca Cola y Google, nombres que nos saltan a la mente cuando pensamos en afeitarse, tomar un refresco o en un motor de búsqueda. En este caso, se trata de articular una visión clara, factible y atractiva; ubicar la perspectiva del LT y definir el rumbo y ritmo de los esfuerzos organizados.

En la tercera entrega concluiremos el tema de estrategia para alcanzar el LT y comentaremos, bajo el enfoque de este editorial, las novedades políticas respecto al proceso electoral del 2018.

“Debemos involucrarnos en la política... porque es una de las formas más altas de la caridad... porque busca el bien común” - Papa Francisco 2017

 No estamos en época de cambio, sino entrando a un cambio de época, de transformación social y evolución cultural, en la cual dejarán huella personas y líderes diferentes. Involucrémonos activamente y como dijo Gandhi: “Seamos el cambio que queremos ver en el mundo”. Es primordial que primero cambiemos como individuos y luego nos solidaricemos como equipo, para generar suficiente energía social capaz de resolver la vergonzosa problemática que enfrenta nuestro México: las sórdidas desigualdades, la ingente inseguridad pública, el régimen político agotado, la descomunal corrupción, la desconfianza en las instituciones y la desesperanza por la escasez de oportunidades.

Tradicionalmente, los gobernantes mexicanos han sido autoritarios, demagógicos e insensibles a las necesidades y motivaciones del pueblo. México necesita un líder transformador (LT) que: a) obtenga el poder legítimamente, por amplio margen en copiosas elecciones; b) posicione una visión mejorada del futuro; c) dirija cambios de fondo con base en valores; d) modernice al Gobierno y lo convierta en instrumento al servicio del país; e) propicie confianza mutua con el pueblo, comunicándose verazmente; f) reconozca la capacidad de pensar y actuar de los mexicanos; y g) venza la resistencia al cambio de los neoliberales y los neoconservadores.

El estilo de liderazgo propuesto incita a que los candidatos se capaciten y entrenen en esta materia y se comporten en consecuencia. Son referentes de dicho concepto general de liderazgo: Douglas McGregor (1960), Stephen Covey (1990), Warren Bennis (1994), Daniel Goleman (2008), entre otros.

La estrategia para lograr liderazgo político incluye los siguientes elementos: la visión y los valores, la agenda y el programa; la trayectoria vital, los rasgos personales y la situación circunstancial a liderar; los seguidores y ciudadanos; y la calidad de la contienda comicial como factor de legitimación.

Lo primero es captar la atención de la ciudadanía mediante una visión que sea buena, atractiva e importante para todos, ya que es la “mercancía” que los líderes venden a sus seguidores y representa un escenario mejor que la situación actual. El diseño y la articulación de la visión resultan de la combinación de la ideología política del líder, su biografía personal y el contexto histórico local, nacional e internacional. El discurso “Tengo un Sueño” de Martin Luther King, es el ejemplo más hermoso de cómo forjar y expresar una visión inspiradora. La Visión a los ciudadanos incluye los objetivos generales a lograr en el largo plazo, y el mensaje es: si me sigues, juntos lograremos “x” en lo social, “y” en lo económico, “z” en lo político, etc., ya que esos cambios serán muy importantes para tu vida y merecen que luches entusiastamente por hacerlos realidad. Crear y redactar una visión ad hoc, inspiradora y comprometedora, es uno de los trabajos más demandantes, porque no basta con un diagnóstico técnicamente impecable y tampoco con un análisis estratégico excelente; se requiere además de una fina sensibilidad humanística para traducir a dichos instrumentos lógicos en anhelos que conmuevan el corazón y estrujen el espíritu de quienes habrán de perseguirla.

Los valores, tales como el respeto a la dignidad humana, la honestidad, la laboriosidad, la austeridad y a la institución de la familia, comprometen la calidad intrínseca del individuo, la interpretación de su circunstancia y la integridad de su conciencia, lo que se refleja en su comportamiento con sus semejantes.

La agenda enuncia los asuntos que el líder decidió abordar (y, por omisión, cuáles no), y los problemas a resolver y oportunidades a aprovechar en su administración. El programa de trabajo respectivo contiene la hoja de ruta para lograr cada uno de los objetivos seleccionados para alcanzar la visión.

En segundo término el LT buscará, a través de la comunicación, que su visión impacte a la ciudadanía y ésta la haga propia porque tiene un significado trascendente para sus vidas.  El LT es un arquitecto social que requiere compartir su visión y comprometer a sus seguidores a la acción, para juntos mejorar a la sociedad.

El líder debe ser capaz de describir claramente la realidad actual, así como una competente imagen del escenario deseado, de tal manera que se evidencie la bondad de los objetivos propuestos y por ende, se facilite la inducción del entusiasmo y el compromiso.

El contenido y la forma de la comunicación son igualmente estratégicos para lograr el liderazgo, sobre todo por los avances tecnológicos que exigen creatividad para impactar efectivamente a los diferentes segmentos de usuarios de los medios tradicionales y electrónicos, destacando la televisión, las redes sociales y la telefonía inteligente. Por su extensión y complejidad, este tema excede el alcance de este escrito.

El LT habrá logrado su plataforma de identidad y organización de las acciones, cuando los ciudadanos entiendan la visión, la hagan propia y la defiendan con convicción y vehemencia ante otras posiciones.

En tercer lugar, la autoexpresión libre y natural identifica al líder y revela su individualidad. La persona del candidato es la parte más perceptible de la oferta política. El conocerse a sí mismo y a su entorno, originan su estilo de manifestarse ante la ciudadanía. Su carácter, forjado con valores y hábitos aprendidos, lo reflejan éticamente (como la reflexividad y el sentido dado a resoluciones de conflictos vitales), y su temperamento, fruto de habilidades innatas y técnicas instrumentales, le facilitan su “venta” (como el conocimiento magistral de técnicas, funciones e información, pertinentes al ejercicio del poder público). Obviamente, la auténtica autoexpresión supera estratégicamente a la manipulación mercadotécnica.

La cuarta estrategia política para ganarse a la gente consiste en la obtención de la confianza mediante el posicionamiento. Seguimos por carisma, empatía, intimidación, autoridad, fe honesta en un líder o la creencia de que no existe una mejor opción. El LT se basa, principalmente, en el poder de la inspiración y la persuasión, que sólo se dan cuando existe confianza, y ésta se genera y mantiene cuando el líder muestra honradez, constancia, congruencia y responsabilidad.

El posicionamiento pretende fijar a la visión y al LT en la mente (nicho) de los seguidores. Claros ejemplos de posicionamiento son: Gillette, Coca Cola y Google, nombres que nos saltan a la mente cuando pensamos en afeitarse, tomar un refresco o en un motor de búsqueda. En este caso, se trata de articular una visión clara, factible y atractiva; ubicar la perspectiva del LT y definir el rumbo y ritmo de los esfuerzos organizados.

En la tercera entrega concluiremos el tema de estrategia para alcanzar el LT y comentaremos, bajo el enfoque de este editorial, las novedades políticas respecto al proceso electoral del 2018.