/ martes 31 de julio de 2018

México progresará por sus hijos

“No le tengáis miedo a la grandeza, algunos nacen grandes, otros adquieren la grandeza, y algunos se les confía esta virtud”: Shakespeare

La historia, querida maestra, nos enseña objetivamente a conocer nuestro desarrollo y nuestra transformación. Naciones que dieron importancia a las comunicaciones y al transporte, al poder adquisitivo de los pueblos y a la economía, incuestionablemente que progresaron con rapidez, consolidando sus instituciones y sus sistemas legales. Por lo que se refiere a nosotros, le hemos dado mucha importancia a la política y a la conquista del poder. Siglos de confrontaciones nos alejaron del progreso, al dar paso a asonadas, golpes de Estado, imposición de dictaduras, predominio de partido hegemónico y sujeción a caciques regionales, a líderes charros y a la castrante cuota de poder a los sectores corporativos.

Se reflexiona con frecuencia sobre un problema centenario de nuestro pueblo: el bajo poder adquisitivo de las masas trabajadoras. Regímenes van y regímenes vienen, pero ninguno centra sus procesos de administrador del poder en el progreso y la felicidad de sus enormes sectores populares, en base a un poderoso poder adquisitivo del salario real, no nominal.

Basta de dádivas chantajistas, de becas (¿?) que en la realidad no lo son, de entregas de cobijas, despensas y atados de materiales. Estas acciones de chantaje social fabrican personas dependientes y convenencieras, pero inútiles para emprender y para prepararse para construir el progreso. Otro aspecto secularmente descuidado: las comunicaciones y el transporte. Comunicar a todas las comarcas de nuestra nación es un imperativo de alta prioridad, unir los centros de producción con los de consumo. Aun hoy día existen regiones de economía consuntiva, como en la época feudal. Vías férreas, carreteras, vías marítimas, aéreas, hacen falta para impulsar el progreso. Puertos, puentes, telecomunicaciones, vialidades modernas en las grandes urbes son de urgente necesidad.

Recursos para integrar el erario requieren de seria atención y de un escrupuloso sistema de recaudación. Impulsar el cobro de impuestos al ingreso de todos, para nivelar nuestra economía, porque todos exigimos, pero no todos cotizamos al erario. Vemos que podemos progresar, pero sin paternalismos ni mesianismos demagógicos y sí con un profundo respeto a la ley y a las instituciones que nos hemos dado.



“No le tengáis miedo a la grandeza, algunos nacen grandes, otros adquieren la grandeza, y algunos se les confía esta virtud”: Shakespeare

La historia, querida maestra, nos enseña objetivamente a conocer nuestro desarrollo y nuestra transformación. Naciones que dieron importancia a las comunicaciones y al transporte, al poder adquisitivo de los pueblos y a la economía, incuestionablemente que progresaron con rapidez, consolidando sus instituciones y sus sistemas legales. Por lo que se refiere a nosotros, le hemos dado mucha importancia a la política y a la conquista del poder. Siglos de confrontaciones nos alejaron del progreso, al dar paso a asonadas, golpes de Estado, imposición de dictaduras, predominio de partido hegemónico y sujeción a caciques regionales, a líderes charros y a la castrante cuota de poder a los sectores corporativos.

Se reflexiona con frecuencia sobre un problema centenario de nuestro pueblo: el bajo poder adquisitivo de las masas trabajadoras. Regímenes van y regímenes vienen, pero ninguno centra sus procesos de administrador del poder en el progreso y la felicidad de sus enormes sectores populares, en base a un poderoso poder adquisitivo del salario real, no nominal.

Basta de dádivas chantajistas, de becas (¿?) que en la realidad no lo son, de entregas de cobijas, despensas y atados de materiales. Estas acciones de chantaje social fabrican personas dependientes y convenencieras, pero inútiles para emprender y para prepararse para construir el progreso. Otro aspecto secularmente descuidado: las comunicaciones y el transporte. Comunicar a todas las comarcas de nuestra nación es un imperativo de alta prioridad, unir los centros de producción con los de consumo. Aun hoy día existen regiones de economía consuntiva, como en la época feudal. Vías férreas, carreteras, vías marítimas, aéreas, hacen falta para impulsar el progreso. Puertos, puentes, telecomunicaciones, vialidades modernas en las grandes urbes son de urgente necesidad.

Recursos para integrar el erario requieren de seria atención y de un escrupuloso sistema de recaudación. Impulsar el cobro de impuestos al ingreso de todos, para nivelar nuestra economía, porque todos exigimos, pero no todos cotizamos al erario. Vemos que podemos progresar, pero sin paternalismos ni mesianismos demagógicos y sí con un profundo respeto a la ley y a las instituciones que nos hemos dado.