/ jueves 25 de febrero de 2021

México y la Fe

“No es historiador el hombre que no puede contestar desde el pasado”. Esta frase emblemática se menciona en el libro del brillante historiador Hilaire Belloc, llamado Europa y la Fe, donde en su capítulo III, ¿Qué fue la caída del Imperio Romano?, explica la eventual decadencia y resurrección de la civilización romana en Europa a través de la fe católica. ¿Qué tiene que ver esto con nuestro país? Bueno, a una decadencia parecida nos puede llevar el vacío fantaseo filosófico de la Cuarta Transformación (4T), que coincide con el debilitamiento del gobierno central de la antigua Roma.

A México le ha sucedido lo mismo que a la civilización romana, que no pudo mantener el método vigoroso y universal del gobierno local subordinado a la capital, porque el mecanismo impositivo fue debilitándose gradualmente. Entre los países de la OCDE, México es el que menos recauda en proporción al PIB con un 16.1% al 2018, porción muy por debajo del promedio de la OCDE que equivale a 34.3%, según la organización civil Signos Vitales. También se debilitó la acción burocrática central. En México, el pacto federal tiene serios desacuerdos fiscales con los gobernadores estatales.

Los grandes en las localidades comenzaron a adquirir cierta independencia. En nuestro país la violencia es prueba del poder destructivo de los grupos locales: aumento de los homicidios en un 72% (2012-2014, 31,148 a 2018-2020, 53,745), de Dic 18-Oct 20 aumentó del 15% en feminicidios y 45% en acoso sexual. No pocos militares se beneficiaron por el lento (y enorme) cambio, ocupando los palacios locales de la administración romana, asegurando para ellos los ingresos de lo que quedaba del sistema impositivo y, en reciprocidad, tomando las riendas del deber gubernamental.

La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) tendrá un incremento real del 15.7% en sus recursos para 2021, de acuerdo con cifras del Presupuesto de Egresos de la Federación. Nada mal en tiempos de crisis económica. Tal como ha sucedido en México, la clave de la declinación material del Imperio fue la circunstancia de que un puñado de hombres tuviera en sus manos el control de los destinos económicos de la humanidad. Como sucedió entonces, hoy los líderes de opinión de nuestra sociedad han dejado sentir su impresión, terror, asombro y sus conjeturas sobre el resultado futuro.

Lo anterior no fue más que el resultado de la evolución romana en ese sentido. En el caso mexicano, es producto de la evolución del modelo laicista de los últimos 160 años. Si lo pensamos con sensatez, sería una lección objetiva para nuestra propia política actual, que sólo ha conseguido elevar la desigualdad social con el resultado paradójico de lograr mayor desigualdad. Roma tuvo la fortuna de aceptar la Fe en su madurez y, en su decadencia, la Fe fue el factor de todo lo que de ella podía conservarse. Ahora, el poder presidencial se eleva en el México institucional y la Fe es su enemigo.

Roma, al menos, tuvo la Fe como la base en que se fundaría la unidad de Europa durante un milenio, antes del advenimiento de la Reforma. Pero hoy, para México, sin la Fe y con una peligrosa inclinación hacia el totalitarismo religioso, el recorrido de nuestro país se visualiza complejo, incierto y peligroso. agusperezr.@hotmail.com

“No es historiador el hombre que no puede contestar desde el pasado”. Esta frase emblemática se menciona en el libro del brillante historiador Hilaire Belloc, llamado Europa y la Fe, donde en su capítulo III, ¿Qué fue la caída del Imperio Romano?, explica la eventual decadencia y resurrección de la civilización romana en Europa a través de la fe católica. ¿Qué tiene que ver esto con nuestro país? Bueno, a una decadencia parecida nos puede llevar el vacío fantaseo filosófico de la Cuarta Transformación (4T), que coincide con el debilitamiento del gobierno central de la antigua Roma.

A México le ha sucedido lo mismo que a la civilización romana, que no pudo mantener el método vigoroso y universal del gobierno local subordinado a la capital, porque el mecanismo impositivo fue debilitándose gradualmente. Entre los países de la OCDE, México es el que menos recauda en proporción al PIB con un 16.1% al 2018, porción muy por debajo del promedio de la OCDE que equivale a 34.3%, según la organización civil Signos Vitales. También se debilitó la acción burocrática central. En México, el pacto federal tiene serios desacuerdos fiscales con los gobernadores estatales.

Los grandes en las localidades comenzaron a adquirir cierta independencia. En nuestro país la violencia es prueba del poder destructivo de los grupos locales: aumento de los homicidios en un 72% (2012-2014, 31,148 a 2018-2020, 53,745), de Dic 18-Oct 20 aumentó del 15% en feminicidios y 45% en acoso sexual. No pocos militares se beneficiaron por el lento (y enorme) cambio, ocupando los palacios locales de la administración romana, asegurando para ellos los ingresos de lo que quedaba del sistema impositivo y, en reciprocidad, tomando las riendas del deber gubernamental.

La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) tendrá un incremento real del 15.7% en sus recursos para 2021, de acuerdo con cifras del Presupuesto de Egresos de la Federación. Nada mal en tiempos de crisis económica. Tal como ha sucedido en México, la clave de la declinación material del Imperio fue la circunstancia de que un puñado de hombres tuviera en sus manos el control de los destinos económicos de la humanidad. Como sucedió entonces, hoy los líderes de opinión de nuestra sociedad han dejado sentir su impresión, terror, asombro y sus conjeturas sobre el resultado futuro.

Lo anterior no fue más que el resultado de la evolución romana en ese sentido. En el caso mexicano, es producto de la evolución del modelo laicista de los últimos 160 años. Si lo pensamos con sensatez, sería una lección objetiva para nuestra propia política actual, que sólo ha conseguido elevar la desigualdad social con el resultado paradójico de lograr mayor desigualdad. Roma tuvo la fortuna de aceptar la Fe en su madurez y, en su decadencia, la Fe fue el factor de todo lo que de ella podía conservarse. Ahora, el poder presidencial se eleva en el México institucional y la Fe es su enemigo.

Roma, al menos, tuvo la Fe como la base en que se fundaría la unidad de Europa durante un milenio, antes del advenimiento de la Reforma. Pero hoy, para México, sin la Fe y con una peligrosa inclinación hacia el totalitarismo religioso, el recorrido de nuestro país se visualiza complejo, incierto y peligroso. agusperezr.@hotmail.com