/ jueves 16 de diciembre de 2021

Mi casa es tu casa

“Mi casa es tu casa”, una frase que hace sentir al huésped bienvenido.

México es un lugar turístico de primera, sus escenarios naturales, su historia y la calidez de su gente llaman a viajeros a conocerlo y también a elegirlo como segunda casa. Pueblos y ciudades mexicanas albergan a extranjeros por meses y otros muchos foráneos se quedan en estas tierras benditas.

El ramo hotelero, restaurantero y los muchos servicios turísticos tienen la finalidad de consentir al visitante y hacer todo lo posible porque vuelva o recomiende. Derrama económica es la finalidad, creación de empleos.

La infraestructura de lugares populares se extiende y se multiplica, ciudades y pueblos atraen cada vez más visitantes que en su corta o larga estancia requerirán de múltiples servicios, pero la demanda supera muchas veces la oferta y ya con el gentío encima cada localidad se las arregla para seguir recibiendo sin estar preparados, escondiendo el lado oscuro de la realidad: contaminación, escasez y devastación de los recursos naturales.

Mi casa es tu casa ¿Pero en qué condiciones te recibo? ¿Qué te puedo ofrecer? ¿Qué te exijo para mantener el equilibrio del lugar? ¿Está “mi casa” cuidada y con ese orden te invito a que la cuides? ¿O te recibo en un caos que invita a más caos?

La mentalidad de hacer negocio y generar empleo ha hecho que nos olvidemos de “cuidar la máxima casa”, que a final de cuentas no es de nadie y es de todos.

El término infraestructura puede llevarnos sólo a visualizar: alojamiento con agua, gas, electricidad, alimento, transporte, diversión, etc. ¿Pero quién hace esa suma, resta, multiplicación, y división de los recursos naturales y la contaminación? ¿De qué sirve erguir cientos de casas y edificios si el agua escasea? ¿Qué futuro podrá tener una localidad si sus espacios naturales cada vez se reducen más? ¿Qué se está haciendo con las toneladas diarias de basura que se generan y trasminan en el subsuelo contaminantes a los cuerpos de agua? ¿Dónde desembocan los desagües de las cañerías? ¿Dónde terminan las toneladas de excremento de mascotas? Y qué me dicen de la calidad del aire, afectada por la industria, desechos y un tráfico desquiciado.

La oferta es escandalosa, desordenada y la demanda espeluznante e inconsciente y viceversa.

Paremos en este mundo sobrepoblado y contaminado y demos una revisada a nuestra casa: el planeta. Es momento de que salgamos de los territorios “privados” y nos unamos a proteger cada entorno que pisamos. ¡Moderación en consumo y participación en cuidado de la naturaleza!

¿Qué están haciendo las autoridades para exigir al ciudadano y el visitante que participen en el cuidado del medio ambiente? ¿De qué le sirve a las comunidades una derrama económica abundante si se está dejando de lado el cuidado y conservación de los recursos naturales indispensables?

Dios nos dice mi casa es tu casa, nos la entregó espectacular. ¿En qué condiciones la tenemos?

¡Deseo que en esta Navidad nazca en cada cual el milagro de ver la grandeza de Dios en su creación! Y que amemos al Creador con hechos.







“Mi casa es tu casa”, una frase que hace sentir al huésped bienvenido.

México es un lugar turístico de primera, sus escenarios naturales, su historia y la calidez de su gente llaman a viajeros a conocerlo y también a elegirlo como segunda casa. Pueblos y ciudades mexicanas albergan a extranjeros por meses y otros muchos foráneos se quedan en estas tierras benditas.

El ramo hotelero, restaurantero y los muchos servicios turísticos tienen la finalidad de consentir al visitante y hacer todo lo posible porque vuelva o recomiende. Derrama económica es la finalidad, creación de empleos.

La infraestructura de lugares populares se extiende y se multiplica, ciudades y pueblos atraen cada vez más visitantes que en su corta o larga estancia requerirán de múltiples servicios, pero la demanda supera muchas veces la oferta y ya con el gentío encima cada localidad se las arregla para seguir recibiendo sin estar preparados, escondiendo el lado oscuro de la realidad: contaminación, escasez y devastación de los recursos naturales.

Mi casa es tu casa ¿Pero en qué condiciones te recibo? ¿Qué te puedo ofrecer? ¿Qué te exijo para mantener el equilibrio del lugar? ¿Está “mi casa” cuidada y con ese orden te invito a que la cuides? ¿O te recibo en un caos que invita a más caos?

La mentalidad de hacer negocio y generar empleo ha hecho que nos olvidemos de “cuidar la máxima casa”, que a final de cuentas no es de nadie y es de todos.

El término infraestructura puede llevarnos sólo a visualizar: alojamiento con agua, gas, electricidad, alimento, transporte, diversión, etc. ¿Pero quién hace esa suma, resta, multiplicación, y división de los recursos naturales y la contaminación? ¿De qué sirve erguir cientos de casas y edificios si el agua escasea? ¿Qué futuro podrá tener una localidad si sus espacios naturales cada vez se reducen más? ¿Qué se está haciendo con las toneladas diarias de basura que se generan y trasminan en el subsuelo contaminantes a los cuerpos de agua? ¿Dónde desembocan los desagües de las cañerías? ¿Dónde terminan las toneladas de excremento de mascotas? Y qué me dicen de la calidad del aire, afectada por la industria, desechos y un tráfico desquiciado.

La oferta es escandalosa, desordenada y la demanda espeluznante e inconsciente y viceversa.

Paremos en este mundo sobrepoblado y contaminado y demos una revisada a nuestra casa: el planeta. Es momento de que salgamos de los territorios “privados” y nos unamos a proteger cada entorno que pisamos. ¡Moderación en consumo y participación en cuidado de la naturaleza!

¿Qué están haciendo las autoridades para exigir al ciudadano y el visitante que participen en el cuidado del medio ambiente? ¿De qué le sirve a las comunidades una derrama económica abundante si se está dejando de lado el cuidado y conservación de los recursos naturales indispensables?

Dios nos dice mi casa es tu casa, nos la entregó espectacular. ¿En qué condiciones la tenemos?

¡Deseo que en esta Navidad nazca en cada cual el milagro de ver la grandeza de Dios en su creación! Y que amemos al Creador con hechos.







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