/ lunes 15 de marzo de 2021

Mi conclusión del 8M

Un día al año nos toca ver un gran movimiento de mujeres manifestando una serie de desigualdades, omisiones, techos de cristal e inclusive delitos que les han sucedido y quedado impunes. Es un día donde se rompen muchos paradigmas y que realmente nos han ayudado mucho a reflexionar y meter en la agenda este tipo de problemas.

En lo personal, mi perspectiva ha cambiado muchísimo a partir de tener contacto frecuente con mujeres que han logrado poner en perspectiva estos hechos. De entrada yo estaba en contra de las formas en las que se manifestaban, sin embargo, me hicieron entender que los grandes cambios sociales han sido gracias a grandes revoluciones o luchas que si los ves en retrospectiva eran muy necesarias.

Nunca podremos decir “te entiendo” como hombres porque nunca lo vamos a entender. Es una mala cultura de la cual somos víctimas pero también responsables de cambiar. Pero para lograrlo tenemos que visibilizar el problema y aceptarlo. Los movimientos del 8 de marzo han ayudado mucho a visibilizar el tema pero aun falta la aceptación. Entre más tardemos en aceptar esta realidad, como hombres, más larga y dura será la lucha.

Desde el aceptar que ese día lo único que debemos hacer como hombres es callar, escuchar y reflexionar. Desde ahí inicia el aprendizaje y la aceptación. Es difícil no opinar pero es lo que debemos hacer. Apoyar a medida de lo posible para que logren el objetivo. Nosotros damos por hecho muchas cosas, ellas no. Y eso lo es todo. El que diga que existen igualdad de oportunidades, vive en una realidad alterna.

Hay luchas en las que sí debemos estar, por ejemplo, en el apoyo a mujeres víctimas de algún tipo de violencia para ayudar a que esos procesos no queden impunes y no se premie al agresor. Me dio mucho coraje esta semana del 8 M, ver que se volvió a premiar a Salgado Macedonio con la candidatura a la gubernatura de Guerrero. Ese tipo de hechos son grandes retrocesos en esta batalla. Porque se premia a un acusado de violación. Esos hechos los debemos de evitar a toda costa. Cueste lo que cueste. Porque este cambio se tiene que dar, tarde o temprano y será más costoso cada vez.

No podemos decir: “Todos los derechos para todas las personas”, si no se garantizan los mínimos de ellos como la libertad de tránsito o la simple libertad de expresión que como hombres damos por garantizados pero que las mujeres tienen reprimido en muchas ocasiones.

La violencia hacia ellas existe y en grandes cifras. Eso lo he aprendido y reflexionado gracias a muchos movimientos feministas que admiro y ahora trato de ser un aliado. Tienen toda la razón y la real necesidad de lograr los cambios por los que muchas luchan todos los días. No más violadores, No más violentadores, No más solapadores, No más Macedonios, No más ceguera al problema, No más muertas, No más estigmatización de víctimas, No juzguemos los movimientos. Callemos, escuchemos, reflexionemos y actuemos. Eso he aprendido del 8M.

Un día al año nos toca ver un gran movimiento de mujeres manifestando una serie de desigualdades, omisiones, techos de cristal e inclusive delitos que les han sucedido y quedado impunes. Es un día donde se rompen muchos paradigmas y que realmente nos han ayudado mucho a reflexionar y meter en la agenda este tipo de problemas.

En lo personal, mi perspectiva ha cambiado muchísimo a partir de tener contacto frecuente con mujeres que han logrado poner en perspectiva estos hechos. De entrada yo estaba en contra de las formas en las que se manifestaban, sin embargo, me hicieron entender que los grandes cambios sociales han sido gracias a grandes revoluciones o luchas que si los ves en retrospectiva eran muy necesarias.

Nunca podremos decir “te entiendo” como hombres porque nunca lo vamos a entender. Es una mala cultura de la cual somos víctimas pero también responsables de cambiar. Pero para lograrlo tenemos que visibilizar el problema y aceptarlo. Los movimientos del 8 de marzo han ayudado mucho a visibilizar el tema pero aun falta la aceptación. Entre más tardemos en aceptar esta realidad, como hombres, más larga y dura será la lucha.

Desde el aceptar que ese día lo único que debemos hacer como hombres es callar, escuchar y reflexionar. Desde ahí inicia el aprendizaje y la aceptación. Es difícil no opinar pero es lo que debemos hacer. Apoyar a medida de lo posible para que logren el objetivo. Nosotros damos por hecho muchas cosas, ellas no. Y eso lo es todo. El que diga que existen igualdad de oportunidades, vive en una realidad alterna.

Hay luchas en las que sí debemos estar, por ejemplo, en el apoyo a mujeres víctimas de algún tipo de violencia para ayudar a que esos procesos no queden impunes y no se premie al agresor. Me dio mucho coraje esta semana del 8 M, ver que se volvió a premiar a Salgado Macedonio con la candidatura a la gubernatura de Guerrero. Ese tipo de hechos son grandes retrocesos en esta batalla. Porque se premia a un acusado de violación. Esos hechos los debemos de evitar a toda costa. Cueste lo que cueste. Porque este cambio se tiene que dar, tarde o temprano y será más costoso cada vez.

No podemos decir: “Todos los derechos para todas las personas”, si no se garantizan los mínimos de ellos como la libertad de tránsito o la simple libertad de expresión que como hombres damos por garantizados pero que las mujeres tienen reprimido en muchas ocasiones.

La violencia hacia ellas existe y en grandes cifras. Eso lo he aprendido y reflexionado gracias a muchos movimientos feministas que admiro y ahora trato de ser un aliado. Tienen toda la razón y la real necesidad de lograr los cambios por los que muchas luchan todos los días. No más violadores, No más violentadores, No más solapadores, No más Macedonios, No más ceguera al problema, No más muertas, No más estigmatización de víctimas, No juzguemos los movimientos. Callemos, escuchemos, reflexionemos y actuemos. Eso he aprendido del 8M.