/ lunes 20 de diciembre de 2021

Miryam Victoria Hernández Acosta

Por: Alejandro Domíguez

Me tardé un poco en escribir esta colaboración por diversas razones; sin embargo, el momento de la historia en Chihuahua es una motivación más grande que aquello que puedan pensar quienes, detractores, sientan innecesarias estas líneas.

Hacer carrera judicial no es una tarea sencilla, empezar desde los escritorios como escribiente, pasar a las calles a notificar acuerdos, resoluciones e incidentes, es un trabajo muy demandante, que requiere mesura, capacidad de diálogo y tranquilidad; porque ir notificar una demanda a quien tal vez no la esperaba, pueden recibirse un sinnúmero de expresiones por parte del ciudadano que ve afectados sus derechos, y es ahí donde se va forjando el carácter de quienes, desde abajo, han construido una carrera dentro del Poder Judicial del Estado.

Ese es el origen de quien encabeza hoy el Poder Judicial, una mujer que en su paso por la Universidad dejó huella como una estudiante destacada; titulada por promedio de excelencia, hecho que no era fácil en el plan anual de estudios de la Facultad de Derecho de la UACh.

Mujer de carácter y decisión, quien como juzgadora, primero provisional y después definitiva, fue haciendo los méritos académicos y judiciales necesarios para que, con una preparación adecuada, le permitieran avanzar hasta llegar a ser magistrada del Poder Judicial del Estado.

¿Cuál fue el mérito para ser magistrada? El tesón y el esfuerzo diario; así como la aspiración legítima de trascender, como mujer, en un ambiente que es difícil, pero que con inteligencia fue sorteando nuestra hoy presidenta del Tribunal Superior de Justicia.

Aún recuerdo aquellos días de estudio, de repaso diario, donde el debate de un tema debía tener un sustento en el Código Civil o en un autor de los vistos en clase; más aún, cuando sabía que le asistía la razón, con una sonrisa definía lo que debíamos estudiar en ese momento.

Hoy, en donde algunas voces sin el conocimiento de una trayectoria de vida, de esfuerzo y responsabilidad, pretenden lastimar la integridad de quien encabeza los destinos del Poder Judicial, me parece lamentable; haberse sentido perseguida, por hechos notorios de un gobernador que pretendió hacer de la justicia un instrumento de eliminación de quienes pensaban distinto, no da justificación a aquellos que sólo quieren ver como virtud el lugar de nacimiento de una persona.

El servicio público presenta este tipo de actitudes de parte de algunos, quienes han visto afectados sus intereses o bien no están satisfechos con el hecho histórico que hoy vivimos; sin embargo, quienes hemos tenidos la oportunidad de ver de cerca el trabajo de esmero por construir una carrera judicial, sin señalamientos y con una actitud de servicio, debemos expresarlo; como respaldo y confianza a quien hoy es la presidenta del Tribunal Superior de Justicia del Estado.

¿Qué interés tengo en hablar bien de Myriam Hernández? Sólo el interés de un amigo, de alguien que vio con sus propios ojos el esfuerzo que ha realizado para estar donde está hoy; el interés de quien la conoció cuando estudiamos la carrera de Licenciatura en Derecho y que vivió las múltiples conversaciones sobre el futuro, que parecían sueños y que hoy son realidades.


Alex Domínguez


Por: Alejandro Domíguez

Me tardé un poco en escribir esta colaboración por diversas razones; sin embargo, el momento de la historia en Chihuahua es una motivación más grande que aquello que puedan pensar quienes, detractores, sientan innecesarias estas líneas.

Hacer carrera judicial no es una tarea sencilla, empezar desde los escritorios como escribiente, pasar a las calles a notificar acuerdos, resoluciones e incidentes, es un trabajo muy demandante, que requiere mesura, capacidad de diálogo y tranquilidad; porque ir notificar una demanda a quien tal vez no la esperaba, pueden recibirse un sinnúmero de expresiones por parte del ciudadano que ve afectados sus derechos, y es ahí donde se va forjando el carácter de quienes, desde abajo, han construido una carrera dentro del Poder Judicial del Estado.

Ese es el origen de quien encabeza hoy el Poder Judicial, una mujer que en su paso por la Universidad dejó huella como una estudiante destacada; titulada por promedio de excelencia, hecho que no era fácil en el plan anual de estudios de la Facultad de Derecho de la UACh.

Mujer de carácter y decisión, quien como juzgadora, primero provisional y después definitiva, fue haciendo los méritos académicos y judiciales necesarios para que, con una preparación adecuada, le permitieran avanzar hasta llegar a ser magistrada del Poder Judicial del Estado.

¿Cuál fue el mérito para ser magistrada? El tesón y el esfuerzo diario; así como la aspiración legítima de trascender, como mujer, en un ambiente que es difícil, pero que con inteligencia fue sorteando nuestra hoy presidenta del Tribunal Superior de Justicia.

Aún recuerdo aquellos días de estudio, de repaso diario, donde el debate de un tema debía tener un sustento en el Código Civil o en un autor de los vistos en clase; más aún, cuando sabía que le asistía la razón, con una sonrisa definía lo que debíamos estudiar en ese momento.

Hoy, en donde algunas voces sin el conocimiento de una trayectoria de vida, de esfuerzo y responsabilidad, pretenden lastimar la integridad de quien encabeza los destinos del Poder Judicial, me parece lamentable; haberse sentido perseguida, por hechos notorios de un gobernador que pretendió hacer de la justicia un instrumento de eliminación de quienes pensaban distinto, no da justificación a aquellos que sólo quieren ver como virtud el lugar de nacimiento de una persona.

El servicio público presenta este tipo de actitudes de parte de algunos, quienes han visto afectados sus intereses o bien no están satisfechos con el hecho histórico que hoy vivimos; sin embargo, quienes hemos tenidos la oportunidad de ver de cerca el trabajo de esmero por construir una carrera judicial, sin señalamientos y con una actitud de servicio, debemos expresarlo; como respaldo y confianza a quien hoy es la presidenta del Tribunal Superior de Justicia del Estado.

¿Qué interés tengo en hablar bien de Myriam Hernández? Sólo el interés de un amigo, de alguien que vio con sus propios ojos el esfuerzo que ha realizado para estar donde está hoy; el interés de quien la conoció cuando estudiamos la carrera de Licenciatura en Derecho y que vivió las múltiples conversaciones sobre el futuro, que parecían sueños y que hoy son realidades.


Alex Domínguez