/ jueves 27 de junio de 2024

Moai: relaciones nutritivas

Cuando era niña era común ver por las tardes en las calles de los barrios, a las familias reunidas “tomando el fresco” en la banqueta de las casas. Las señoras se reunían a platicar de los recientes acontecimientos de los vecinos, hijos, otras vecinas o vecinos; los temas de interés cotidiano, que no por ser ordinarios, carecían de importancia.

Recuerdo con claridad escuchar a mi abuela platicando con la vecina, otra señora mayor, sobre cómo ayudar a su mamá enferma con algún tecito de hierbas y calor en las piernas para curarle el “mal del riñón”. O al vecino platicar sobre el nuevo trabajo en una carpintería de su hijo más joven que ya empezaba a reparar lo que se les ofreciera a las damas de la colonia en sus hogares.

Era una auténtica red de cuidado vecinal, cercano y confiable. Necesario y obligado para pertenecer al grupo, que por circunstancias de la vida tocaba compartir el espacio entre las calles y las casas.

Ese tipo de reuniones regulares y perfectamente asumidas por sus integrantes, se muestran en algo que en Japón se conoce como los Moai, o reuniones para un propósito en común.

Se forman a través de fuertes y nutritivos vínculos de solidaridad y apoyo grupal, cuya relación se mantiene con frecuencia a lo largo de la existencia de quienes los conforman.

Se trata de una red social alimentada por valores que entrelazan y cohesionan a las personas gracias a la voluntad y el compromiso conscientes. La empatía y el servicio son la base para el desarrollo de dichas redes. Además, se concibe un principio en la relación e interacción interna: la ayuda mutua y los intereses en común.

Se dice que el sentido de pertenencia a los Moai es tan fuerte, que en este círculo de solidaridad, se tiene la certeza de que el grupo no les “dejará caer”. Así, más allá del significado social de pertenecer a un grupo de personas, los Moai tienen una representación espiritual individual y colectivo.

Sin duda, no se trata de beneficiarse individualmente, más bien trasciende justo el enfoque egocéntrico y lo lleva a un nivel superior donde el bienestar y la felicidad de las personas se coloca al centro de todas las acciones.

Es claro que en nuestra cultura latina, podemos encontrar múltiples coincidencias con estas prácticas, pero quizá se observen mejor en comunidades pequeñas y rurales, donde las personas suelen conocerse de toda la vida y quienes integran la comunidad crean y nutren confianza y apoyo; no obstante, las circunstancias son relativas y, dadas las formas de convivencia actual, cada vez más desapegadas, la construcción de la confianza y cercanía podría haberse dejado en un segundo plano.

Es obvio que son situaciones distintas y que, en el fondo, aunque lo intentemos, nos faltan aprendizajes para comprender y desarrollar valores comunitarios: la colaboración, apoyo desinteresado, beneficio colectivo, solidaridad, confianza, etc., indispensables para promover la formación de grupos como los Moai. Valdría la pena intentarlo.

Licenciada en Ciencias de la Información, Consultora en Comunicación y Desarrollo Humano.

airefresco760@gmail.com

Twitter: dinorahga

Cuando era niña era común ver por las tardes en las calles de los barrios, a las familias reunidas “tomando el fresco” en la banqueta de las casas. Las señoras se reunían a platicar de los recientes acontecimientos de los vecinos, hijos, otras vecinas o vecinos; los temas de interés cotidiano, que no por ser ordinarios, carecían de importancia.

Recuerdo con claridad escuchar a mi abuela platicando con la vecina, otra señora mayor, sobre cómo ayudar a su mamá enferma con algún tecito de hierbas y calor en las piernas para curarle el “mal del riñón”. O al vecino platicar sobre el nuevo trabajo en una carpintería de su hijo más joven que ya empezaba a reparar lo que se les ofreciera a las damas de la colonia en sus hogares.

Era una auténtica red de cuidado vecinal, cercano y confiable. Necesario y obligado para pertenecer al grupo, que por circunstancias de la vida tocaba compartir el espacio entre las calles y las casas.

Ese tipo de reuniones regulares y perfectamente asumidas por sus integrantes, se muestran en algo que en Japón se conoce como los Moai, o reuniones para un propósito en común.

Se forman a través de fuertes y nutritivos vínculos de solidaridad y apoyo grupal, cuya relación se mantiene con frecuencia a lo largo de la existencia de quienes los conforman.

Se trata de una red social alimentada por valores que entrelazan y cohesionan a las personas gracias a la voluntad y el compromiso conscientes. La empatía y el servicio son la base para el desarrollo de dichas redes. Además, se concibe un principio en la relación e interacción interna: la ayuda mutua y los intereses en común.

Se dice que el sentido de pertenencia a los Moai es tan fuerte, que en este círculo de solidaridad, se tiene la certeza de que el grupo no les “dejará caer”. Así, más allá del significado social de pertenecer a un grupo de personas, los Moai tienen una representación espiritual individual y colectivo.

Sin duda, no se trata de beneficiarse individualmente, más bien trasciende justo el enfoque egocéntrico y lo lleva a un nivel superior donde el bienestar y la felicidad de las personas se coloca al centro de todas las acciones.

Es claro que en nuestra cultura latina, podemos encontrar múltiples coincidencias con estas prácticas, pero quizá se observen mejor en comunidades pequeñas y rurales, donde las personas suelen conocerse de toda la vida y quienes integran la comunidad crean y nutren confianza y apoyo; no obstante, las circunstancias son relativas y, dadas las formas de convivencia actual, cada vez más desapegadas, la construcción de la confianza y cercanía podría haberse dejado en un segundo plano.

Es obvio que son situaciones distintas y que, en el fondo, aunque lo intentemos, nos faltan aprendizajes para comprender y desarrollar valores comunitarios: la colaboración, apoyo desinteresado, beneficio colectivo, solidaridad, confianza, etc., indispensables para promover la formación de grupos como los Moai. Valdría la pena intentarlo.

Licenciada en Ciencias de la Información, Consultora en Comunicación y Desarrollo Humano.

airefresco760@gmail.com

Twitter: dinorahga