/ martes 29 de mayo de 2018

Modelo económico; sólo ajustes

En las últimas semanas, y acercándose a las elecciones, se ha comentado en cafés, reuniones, conferencias, cursos, etc. el modelo económico de México.

Definitivamente debe cambiar el modelo económico, pero no un cambio hacia el pasado de un Estado intervencionista, sino a un modelo más equitativo donde se establezcan las bases para que los ciudadanos y las empresas desarrollen su potencial.

Un ejemplo sería Alemania, donde se practica un Estado empoderador, que hace las inversiones, que se asegure de que las regulaciones son las adecuadas, que proporcione a los ciudadanos de las habilidades para competir, que dé acceso a las redes digitales, que ponga las bases de un desarrollo más sólido y más equitativo.

Los ciudadanos conocemos los problemas que aquejan a nuestro país y somos conscientes de que necesitamos soluciones, no sólo promesas. Uno de los temas recurrentes ha sido cuestionar si debemos cambiar de modelo económico o conservarlo como ahora, lo que se debe enfatizar es que el modelo actual nos ha permitido mantener la estabilidad económica y generar confianza en los mercados, aunque definitivamente requiere ajustes para atraer más inversión y alcanzar el crecimiento económico, sostenido e incluyente que tanto esperamos.

Los mecanismos para crecer pudieran ser: a través de gasto, inversión y del sector externo. En el primer punto, el gobierno debe asegurar que el gasto gubernamental privilegie aquellos programas que permitan una disminución sustantiva del rezago social o la desigualdad, y lo que hemos visto durante esta administración es que se ha destinado preferentemente en desarrollo social, en seguridad social y en educación. Uno de los principales objetivos del gasto social es abatir los niveles de pobreza. Respecto al rubro, efectivamente la inversión pública ha sido, en los últimos años, una de las menores en la historia de México, pero también hay que decir que como pocas veces, el gobierno ha favorecido un entorno propicio para la inversión privada y es ésta la que verdaderamente genera riqueza. Los proyectos de telecomunicaciones con la red compartida, las empresas que ya están explorando y explotando en busca de yacimientos de hidrocarburos o generando energías limpias, el compromiso para desarrollar las Zonas Económicas Especiales, además de las decenas de proyectos público-privados como carreteras, hospitales, cárceles y oficinas son un ejemplo de que el gobierno federal está en el camino para generar entornos propicios para que haya más inversión, más empleos formales, y por tanto, más crecimiento económico. El último rubro es el sector externo. Aunque mediáticamente la depreciación del peso se ha vuelto un estandarte de los antisistema, la realidad es que la mayoría de los mexicanos no lo utiliza. Estas fluctuaciones mantienen competitivas nuestras exportaciones, y sólo afecta al sector del país que consume productos importados o que produce y da servicios con un alto contenido de importación.

La teoría económica no falla, porque justamente la mezcla de un gasto más efectivo de Hacienda, un entorno con mayor inversión privada y un sector de exportaciones más competitivo es lo que ha permitido que desde el 2010 el crecimiento del PIB nacional sea en promedio de 3.2% anual, mayor al mundial (2.9%) y muy por encima del que tuvo Estados Unidos (2.1%), lo que contrasta con algunos países en franca recesión, justamente por su dependencia a los ingresos petroleros.

Termino alertando sobre las recurrentes propuestas de campaña donde los recursos sólo cambian de una mano a otra, como bajar salarios o privatizar bienes que hoy son públicos o vender activos que pudieran ser convertidos en productivos. Necesitamos propuestas enfocadas en generar riqueza y empleos, pero que éstos se repartan equitativamente para disminuir la enorme desigualdad que impera en miles de comunidades. No necesitamos un nuevo modelo económico, necesitamos ajustarlo, redirigirlo, redimensionarlo, para que los objetivos del sistema nos permitan alcanzar el México incluyente, que sí es posible.

Email: antonio.rios@itesm.mx




En las últimas semanas, y acercándose a las elecciones, se ha comentado en cafés, reuniones, conferencias, cursos, etc. el modelo económico de México.

Definitivamente debe cambiar el modelo económico, pero no un cambio hacia el pasado de un Estado intervencionista, sino a un modelo más equitativo donde se establezcan las bases para que los ciudadanos y las empresas desarrollen su potencial.

Un ejemplo sería Alemania, donde se practica un Estado empoderador, que hace las inversiones, que se asegure de que las regulaciones son las adecuadas, que proporcione a los ciudadanos de las habilidades para competir, que dé acceso a las redes digitales, que ponga las bases de un desarrollo más sólido y más equitativo.

Los ciudadanos conocemos los problemas que aquejan a nuestro país y somos conscientes de que necesitamos soluciones, no sólo promesas. Uno de los temas recurrentes ha sido cuestionar si debemos cambiar de modelo económico o conservarlo como ahora, lo que se debe enfatizar es que el modelo actual nos ha permitido mantener la estabilidad económica y generar confianza en los mercados, aunque definitivamente requiere ajustes para atraer más inversión y alcanzar el crecimiento económico, sostenido e incluyente que tanto esperamos.

Los mecanismos para crecer pudieran ser: a través de gasto, inversión y del sector externo. En el primer punto, el gobierno debe asegurar que el gasto gubernamental privilegie aquellos programas que permitan una disminución sustantiva del rezago social o la desigualdad, y lo que hemos visto durante esta administración es que se ha destinado preferentemente en desarrollo social, en seguridad social y en educación. Uno de los principales objetivos del gasto social es abatir los niveles de pobreza. Respecto al rubro, efectivamente la inversión pública ha sido, en los últimos años, una de las menores en la historia de México, pero también hay que decir que como pocas veces, el gobierno ha favorecido un entorno propicio para la inversión privada y es ésta la que verdaderamente genera riqueza. Los proyectos de telecomunicaciones con la red compartida, las empresas que ya están explorando y explotando en busca de yacimientos de hidrocarburos o generando energías limpias, el compromiso para desarrollar las Zonas Económicas Especiales, además de las decenas de proyectos público-privados como carreteras, hospitales, cárceles y oficinas son un ejemplo de que el gobierno federal está en el camino para generar entornos propicios para que haya más inversión, más empleos formales, y por tanto, más crecimiento económico. El último rubro es el sector externo. Aunque mediáticamente la depreciación del peso se ha vuelto un estandarte de los antisistema, la realidad es que la mayoría de los mexicanos no lo utiliza. Estas fluctuaciones mantienen competitivas nuestras exportaciones, y sólo afecta al sector del país que consume productos importados o que produce y da servicios con un alto contenido de importación.

La teoría económica no falla, porque justamente la mezcla de un gasto más efectivo de Hacienda, un entorno con mayor inversión privada y un sector de exportaciones más competitivo es lo que ha permitido que desde el 2010 el crecimiento del PIB nacional sea en promedio de 3.2% anual, mayor al mundial (2.9%) y muy por encima del que tuvo Estados Unidos (2.1%), lo que contrasta con algunos países en franca recesión, justamente por su dependencia a los ingresos petroleros.

Termino alertando sobre las recurrentes propuestas de campaña donde los recursos sólo cambian de una mano a otra, como bajar salarios o privatizar bienes que hoy son públicos o vender activos que pudieran ser convertidos en productivos. Necesitamos propuestas enfocadas en generar riqueza y empleos, pero que éstos se repartan equitativamente para disminuir la enorme desigualdad que impera en miles de comunidades. No necesitamos un nuevo modelo económico, necesitamos ajustarlo, redirigirlo, redimensionarlo, para que los objetivos del sistema nos permitan alcanzar el México incluyente, que sí es posible.

Email: antonio.rios@itesm.mx