/ viernes 28 de diciembre de 2018

Momento de meditación

Fraseario

Cualquier momento es bueno para meditar; es decir, para pensar atenta y detenidamente sobre los aconteceres. Sin embargo, la época navideña invita, de manera especial, a analizar cuidadosamente lo ocurrido a lo largo del año.

Meditar consiste en “pensar y considerar un asunto con atención y detenimiento para estudiarlo, comprenderlo bien, formarse una opinión sobre ello o tomar una decisión”. En ese sentido, y por obvias razones, es que diciembre se constituye en el mes idóneo para reflexionar acerca de lo que ha ocurrido en el año que está por terminar, y lo que -probablemente- pueda ocurrir en el año que va a iniciar.

La visión retrospectiva que en estas fechas suele presentarse en la mayoría de las personas representa una oportunidad no sólo para pensar, sino también para actuar en congruencia con esos pensamientos; o sea, para razonar en torno a los acontecimientos relevantes con el fin de tomar mejores decisiones a futuro, adaptarnos a las situaciones que ya se ven venir y para asumir el papel que en ellas nos toca desempeñar.

Como ya se dijo hace tiempo en este mismo espacio de análisis y reflexión, es cierto que estamos en una etapa en la que la sobrecarga informativa y desinformativa dificulta la necesaria y obligatoria meditación (y lo que dicha actividad conlleva); no obstante, no se trata una tarea imposible de lograr. No, si usamos y potencializamos las capacidades, las habilidades y las competencias que, como seres humanos, poseemos.

En ese sentido, entonces meditar es una tarea que implica aislar todos los ruidos que interfieren en los pensamientos. Claro está que eso no significa que la meditación se tenga que hacer -necesariamente- en total silencio o en aislamiento físico, sino que solamente se tomen aquellos elementos que forman parte de la “causa-efecto” del acontecimiento en cuestión; esto, con el fin de que los resultados de la meditación sean los apropiados para cada situación.

El asunto es que, para los mexicanos, la meditación de este año debe ser mucho más extensa y más profunda porque se trata de un año muy distinto a los demás. Es decir, porque se trata de un año que, para bien o para mal, ya ha marcado un cambio real y radical en la vida política de la nación y del pueblo de México. Y es justo por eso que, de ahora en adelante, la meditación individual y colectiva debe constituirse en una responsabilidad cívica que, como pueblo, y por el bien de México, tenemos la obligación de desarrollar de manera continua y permanente.

En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por el maestro zen, monje budista y activista por la paz de origen vietnamita Thich Nhat Hanh: “Al meditar no nos alejamos de la sociedad, no nos escapamos de ella, sino muy por el contrario, nos preparamos para reinsertarnos adecuadamente en ella”.

laecita.wordpress.com

laecita@gmail.com


Fraseario

Cualquier momento es bueno para meditar; es decir, para pensar atenta y detenidamente sobre los aconteceres. Sin embargo, la época navideña invita, de manera especial, a analizar cuidadosamente lo ocurrido a lo largo del año.

Meditar consiste en “pensar y considerar un asunto con atención y detenimiento para estudiarlo, comprenderlo bien, formarse una opinión sobre ello o tomar una decisión”. En ese sentido, y por obvias razones, es que diciembre se constituye en el mes idóneo para reflexionar acerca de lo que ha ocurrido en el año que está por terminar, y lo que -probablemente- pueda ocurrir en el año que va a iniciar.

La visión retrospectiva que en estas fechas suele presentarse en la mayoría de las personas representa una oportunidad no sólo para pensar, sino también para actuar en congruencia con esos pensamientos; o sea, para razonar en torno a los acontecimientos relevantes con el fin de tomar mejores decisiones a futuro, adaptarnos a las situaciones que ya se ven venir y para asumir el papel que en ellas nos toca desempeñar.

Como ya se dijo hace tiempo en este mismo espacio de análisis y reflexión, es cierto que estamos en una etapa en la que la sobrecarga informativa y desinformativa dificulta la necesaria y obligatoria meditación (y lo que dicha actividad conlleva); no obstante, no se trata una tarea imposible de lograr. No, si usamos y potencializamos las capacidades, las habilidades y las competencias que, como seres humanos, poseemos.

En ese sentido, entonces meditar es una tarea que implica aislar todos los ruidos que interfieren en los pensamientos. Claro está que eso no significa que la meditación se tenga que hacer -necesariamente- en total silencio o en aislamiento físico, sino que solamente se tomen aquellos elementos que forman parte de la “causa-efecto” del acontecimiento en cuestión; esto, con el fin de que los resultados de la meditación sean los apropiados para cada situación.

El asunto es que, para los mexicanos, la meditación de este año debe ser mucho más extensa y más profunda porque se trata de un año muy distinto a los demás. Es decir, porque se trata de un año que, para bien o para mal, ya ha marcado un cambio real y radical en la vida política de la nación y del pueblo de México. Y es justo por eso que, de ahora en adelante, la meditación individual y colectiva debe constituirse en una responsabilidad cívica que, como pueblo, y por el bien de México, tenemos la obligación de desarrollar de manera continua y permanente.

En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por el maestro zen, monje budista y activista por la paz de origen vietnamita Thich Nhat Hanh: “Al meditar no nos alejamos de la sociedad, no nos escapamos de ella, sino muy por el contrario, nos preparamos para reinsertarnos adecuadamente en ella”.

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