/ domingo 4 de julio de 2021

Mueren las democracias

Gobernantes populistas debilitan las instituciones

Alarma mundial por el “apagón informativo” en Nicaragua

Por: José Luis Jáquez Balderrama

Los gobiernos populistas han emprendido una agresiva campaña contra los organismos autónomos y la prensa libre, como es el caso de Daniel Ortega en Nicaragua, que llegó al gobierno en el año 2007. Su fin es la polarización y quebrar la democracia para mantenerse en el poder.

Lo preocupante es que este tipo de ejemplo “cunde” en el mundo, como lo describen Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, investigadores sobre democracia y autoritarismo de la Universidad de Harvard, en su libro ”Cómo mueren las democracias”.

Respecto a los políticos actuales, opinan: “Tratan a sus adversarios como enemigos, intimidan a la prensa libre y amenazan con impugnar los resultados electorales. Intentan debilitar las defensas institucionales de la democracia, incluidos los tribunales, los servicios de inteligencia y las oficinas de ética”. Así es como mueren las democracias hoy en día.

Dicen que “las democracias pueden fracasar a manos no ya de generales, sino de líderes electos, de presidentes o primeros ministros que subvierten el proceso mismo que los condujo al poder”.

Y ponen los casos de Hugo Chávez en Venezuela. También de dirigentes elegidos por la población que han subvertido las instituciones democráticas, sucedió en Georgia, Hungría, Nicaragua, Perú, Filipinas, Polonia, Rusia, Sri Lanka, Turquía y Ucrania. “En la actualidad el retroceso democrático empieza en las urnas”.

Si bien las experiencias de otros países nos enseñan que la polarización puede acabar con la democracia, también nos indican que tal descompostura no es ni inevitable ni irreversible.

Cualquier parecido con lo que pasa en México es pura coincidencia.

Un político, puntualizan los escritores, que cumpla siquiera uno de estos criterios es causa de preocupación. Con frecuencia los populistas suelen ser políticos antisistema, figuras que afirman representar la voz del “pueblo” y que libran una guerra contra lo que describen como élite corrupta y conspiradora.

Los populistas tienden a negar la legitimidad de los partidos establecidos, a quienes atacan tildándolos de antidemocráticos o incluso antipatrióticos. Dicen a los votantes que el sistema existente en realidad no es una democracia, sino que ésta ha sido secuestrada, está corrupta o manipulada por la élite. Y les prometen enterrar a esa élite y reintegrar el poder al “pueblo”. Este discurso debe tomarse en serio.

Aunque los dos autores fijan su análisis al comportamiento electoral en los Estados Unidos y el arribo al poder de un populista con Donald Trum, analizan muchos casos en el mundo. Concretamente en Latinoamérica. Son quince presidentes elegidos en Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela entre 1990 y 2012, cinco eran “populistas y advenedizos”: Alberto Fujimori, Hugo Chávez, Evo Morales, Lucio Gutiérrez y Rafael Correa. Y los cinco “acabaron debilitando las instituciones democráticas”.

La sociedad nicaragüense se manifiesta en contra del gobierno populista que pretende seguir en el poder e inició “cacería” de medios críticos.

En las últimas dos décadas, el gobierno de Daniel Ortega ha sacado de circulación al menos 20 medios de comunicación, debido a nuevas leyes, persecución fiscal, “ahorcamiento” económico y represión, lo que ha obligado a levantar la voz de auxilio a la Sociedad Interamericana de Medios.

A finales del mes de junio, el periodista Carlos Fernando Chamorro junto a su familia fue agredido por las Fuerzas Antidisturbios, con el fin de impedir que se acercaran al edificio del periódico Confidencial, que fue “incautado” por ser un medio crítico.

Las relaciones de Ortega con la prensa independiente han sido conflictivas históricamente. Desde su primer mandato en 1980 a la fecha. Hoy pretende dejar como presidenta a su esposa Rosario Murillo, responsable de la llamada “estrategia de comunicación” que estableció que “la información oficial” debía salir “incontaminada”.

Proteger la democracia exige algo más que temor o indignación.

Los investigadores de Harvard recomiendan aprender de otros países a detectar las señales de alerta. Ser conscientes de los fatídicos pasos en falso que han hecho naufragar otras democracias. La historia no se repite, pero rima. La promesa de la historia es que sepamos detectar las rimas antes de que sea demasiado tarde.

Mientras las personas tengan valores democráticos, la democracia estará protegida. En cambio si la ciudadanía está dispuesta a responder a llamamientos autoritarios, antes o después la democracia estará perdida. ¿Usted qué opina?

Nos pueden seguir: palabrapropia@hotmail.com twitter@palabrapropia

Antena Radio 102.5 FM de lunes a viernes de cinco a seis de la tarde

Gobernantes populistas debilitan las instituciones

Alarma mundial por el “apagón informativo” en Nicaragua

Por: José Luis Jáquez Balderrama

Los gobiernos populistas han emprendido una agresiva campaña contra los organismos autónomos y la prensa libre, como es el caso de Daniel Ortega en Nicaragua, que llegó al gobierno en el año 2007. Su fin es la polarización y quebrar la democracia para mantenerse en el poder.

Lo preocupante es que este tipo de ejemplo “cunde” en el mundo, como lo describen Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, investigadores sobre democracia y autoritarismo de la Universidad de Harvard, en su libro ”Cómo mueren las democracias”.

Respecto a los políticos actuales, opinan: “Tratan a sus adversarios como enemigos, intimidan a la prensa libre y amenazan con impugnar los resultados electorales. Intentan debilitar las defensas institucionales de la democracia, incluidos los tribunales, los servicios de inteligencia y las oficinas de ética”. Así es como mueren las democracias hoy en día.

Dicen que “las democracias pueden fracasar a manos no ya de generales, sino de líderes electos, de presidentes o primeros ministros que subvierten el proceso mismo que los condujo al poder”.

Y ponen los casos de Hugo Chávez en Venezuela. También de dirigentes elegidos por la población que han subvertido las instituciones democráticas, sucedió en Georgia, Hungría, Nicaragua, Perú, Filipinas, Polonia, Rusia, Sri Lanka, Turquía y Ucrania. “En la actualidad el retroceso democrático empieza en las urnas”.

Si bien las experiencias de otros países nos enseñan que la polarización puede acabar con la democracia, también nos indican que tal descompostura no es ni inevitable ni irreversible.

Cualquier parecido con lo que pasa en México es pura coincidencia.

Un político, puntualizan los escritores, que cumpla siquiera uno de estos criterios es causa de preocupación. Con frecuencia los populistas suelen ser políticos antisistema, figuras que afirman representar la voz del “pueblo” y que libran una guerra contra lo que describen como élite corrupta y conspiradora.

Los populistas tienden a negar la legitimidad de los partidos establecidos, a quienes atacan tildándolos de antidemocráticos o incluso antipatrióticos. Dicen a los votantes que el sistema existente en realidad no es una democracia, sino que ésta ha sido secuestrada, está corrupta o manipulada por la élite. Y les prometen enterrar a esa élite y reintegrar el poder al “pueblo”. Este discurso debe tomarse en serio.

Aunque los dos autores fijan su análisis al comportamiento electoral en los Estados Unidos y el arribo al poder de un populista con Donald Trum, analizan muchos casos en el mundo. Concretamente en Latinoamérica. Son quince presidentes elegidos en Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela entre 1990 y 2012, cinco eran “populistas y advenedizos”: Alberto Fujimori, Hugo Chávez, Evo Morales, Lucio Gutiérrez y Rafael Correa. Y los cinco “acabaron debilitando las instituciones democráticas”.

La sociedad nicaragüense se manifiesta en contra del gobierno populista que pretende seguir en el poder e inició “cacería” de medios críticos.

En las últimas dos décadas, el gobierno de Daniel Ortega ha sacado de circulación al menos 20 medios de comunicación, debido a nuevas leyes, persecución fiscal, “ahorcamiento” económico y represión, lo que ha obligado a levantar la voz de auxilio a la Sociedad Interamericana de Medios.

A finales del mes de junio, el periodista Carlos Fernando Chamorro junto a su familia fue agredido por las Fuerzas Antidisturbios, con el fin de impedir que se acercaran al edificio del periódico Confidencial, que fue “incautado” por ser un medio crítico.

Las relaciones de Ortega con la prensa independiente han sido conflictivas históricamente. Desde su primer mandato en 1980 a la fecha. Hoy pretende dejar como presidenta a su esposa Rosario Murillo, responsable de la llamada “estrategia de comunicación” que estableció que “la información oficial” debía salir “incontaminada”.

Proteger la democracia exige algo más que temor o indignación.

Los investigadores de Harvard recomiendan aprender de otros países a detectar las señales de alerta. Ser conscientes de los fatídicos pasos en falso que han hecho naufragar otras democracias. La historia no se repite, pero rima. La promesa de la historia es que sepamos detectar las rimas antes de que sea demasiado tarde.

Mientras las personas tengan valores democráticos, la democracia estará protegida. En cambio si la ciudadanía está dispuesta a responder a llamamientos autoritarios, antes o después la democracia estará perdida. ¿Usted qué opina?

Nos pueden seguir: palabrapropia@hotmail.com twitter@palabrapropia

Antena Radio 102.5 FM de lunes a viernes de cinco a seis de la tarde