/ viernes 15 de julio de 2022

Mujeres rotas

Por: Alejandro Cortés González-Báez


A pesar de los esfuerzos por profundizar en la dignidad del sexo femenino, cada día hay más divorcios y esposas e hijos abandonados. Todos los días, y en todas partes, nos encontramos con mujeres rotas, es decir aquellas que sufren lo que sólo ellas saben por haber querido mal, por haberse equivocado en muchas cosas. Ah, si tan sólo se pudiera regresar el tiempo como se pueden borrar las letras, las palabras, los párrafos y documentos enteros en una computadora sin que nadie lo note; sin hacer daño a ninguno. Pero la vida no es virtual.

No, señor, esta vida es sencillamente real. Es la única que podemos vivir en este planeta, y aunque procuremos escapar tratando de escondernos en uno de esos espacios donde nadie nos conozca, nuestra historia siempre estará ahí, acompañándonos, pues es, y será siempre, parte de nosotros.

Es probable que algún hombre se sienta relegado al leer esto, pues estas situaciones no son exclusivas de las mujeres, sin embargo, no podemos olvidar que por el tipo de la cultura en la que vivimos y porque normalmente ellas suelen hacer cabeza en una familia donde el marido está menos presente, el daño suele ser más frecuente, y más profundo en su caso.

Partiendo del principio de que nada de lo que existe es inútil, estoy convencido que nuestro pasado, por muy erróneo que haya sido, deberá servir para cosas buenas. Aquí lo importante es saber usar lo caído, lo seco, como materia orgánica junto a la raíz del árbol nuevo, pero esta vez respetando las reglas del juego, y pensando con más frialdad antes de decidir.

Acudamos a un ejemplo del deporte y pensemos que cuando un deportista se ha lastimado severamente, no ha de olvidar nunca su lesión. Una idea básica es que nadie tiene derecho a renunciar a ser mejor, no deberá darse por vencido, y viendo su pasado con objetividad, convendrá que se esfuerce en seguir siendo útil para los demás, enseñándoles a vivir respetando el reglamento, como lo hacen tantos cuando pasan de jugadores a entrenadores, teniendo en cuenta que los triunfos de sus pupilos son los de ellos mismos. De esta forma se puede pasar, de jugador derrotado, a entrenador de campeones.

Aquí no cabe el “ya no juego”, o el buscar a quienes habiendo caído en los mismos errores forman equipos de ruido para silenciar sus conciencias rechazando los valores en los que antes creían, pensando cobardemente que es imposible mantenerse limpios en ambientes donde el adulterio está muy bien visto, e incluso se premia con condecoraciones.


A lo largo de mi vida he podido encontrar muchos hermosos y heroicos casos de mujeres que habiendo quedado destrozadas por el rompimiento de sus matrimonios lucharon, y luchan, por sacar adelante a sus hijos formando en ellos a los hombres y mujeres que, levantándose también de las ruinas de un hogar destrozado, no se han dado por vencidos, y buscando la ayuda de quienes saben exigirles y así recomienzan, una y otra vez, manteniendo sus principios.

www.padrealejandro.org


Por: Alejandro Cortés González-Báez


A pesar de los esfuerzos por profundizar en la dignidad del sexo femenino, cada día hay más divorcios y esposas e hijos abandonados. Todos los días, y en todas partes, nos encontramos con mujeres rotas, es decir aquellas que sufren lo que sólo ellas saben por haber querido mal, por haberse equivocado en muchas cosas. Ah, si tan sólo se pudiera regresar el tiempo como se pueden borrar las letras, las palabras, los párrafos y documentos enteros en una computadora sin que nadie lo note; sin hacer daño a ninguno. Pero la vida no es virtual.

No, señor, esta vida es sencillamente real. Es la única que podemos vivir en este planeta, y aunque procuremos escapar tratando de escondernos en uno de esos espacios donde nadie nos conozca, nuestra historia siempre estará ahí, acompañándonos, pues es, y será siempre, parte de nosotros.

Es probable que algún hombre se sienta relegado al leer esto, pues estas situaciones no son exclusivas de las mujeres, sin embargo, no podemos olvidar que por el tipo de la cultura en la que vivimos y porque normalmente ellas suelen hacer cabeza en una familia donde el marido está menos presente, el daño suele ser más frecuente, y más profundo en su caso.

Partiendo del principio de que nada de lo que existe es inútil, estoy convencido que nuestro pasado, por muy erróneo que haya sido, deberá servir para cosas buenas. Aquí lo importante es saber usar lo caído, lo seco, como materia orgánica junto a la raíz del árbol nuevo, pero esta vez respetando las reglas del juego, y pensando con más frialdad antes de decidir.

Acudamos a un ejemplo del deporte y pensemos que cuando un deportista se ha lastimado severamente, no ha de olvidar nunca su lesión. Una idea básica es que nadie tiene derecho a renunciar a ser mejor, no deberá darse por vencido, y viendo su pasado con objetividad, convendrá que se esfuerce en seguir siendo útil para los demás, enseñándoles a vivir respetando el reglamento, como lo hacen tantos cuando pasan de jugadores a entrenadores, teniendo en cuenta que los triunfos de sus pupilos son los de ellos mismos. De esta forma se puede pasar, de jugador derrotado, a entrenador de campeones.

Aquí no cabe el “ya no juego”, o el buscar a quienes habiendo caído en los mismos errores forman equipos de ruido para silenciar sus conciencias rechazando los valores en los que antes creían, pensando cobardemente que es imposible mantenerse limpios en ambientes donde el adulterio está muy bien visto, e incluso se premia con condecoraciones.


A lo largo de mi vida he podido encontrar muchos hermosos y heroicos casos de mujeres que habiendo quedado destrozadas por el rompimiento de sus matrimonios lucharon, y luchan, por sacar adelante a sus hijos formando en ellos a los hombres y mujeres que, levantándose también de las ruinas de un hogar destrozado, no se han dado por vencidos, y buscando la ayuda de quienes saben exigirles y así recomienzan, una y otra vez, manteniendo sus principios.

www.padrealejandro.org