/ miércoles 29 de enero de 2020

Mundo electoral

“En este mundo lo único seguro es la muerte, y los impuestos”: Franklin

Es exigencia constitucional que los ciudadanos participen en los procesos electorales, sin embargo deben aprender los términos legales para hacerlo. La educación en materia electoral es rabona y muy complicada para el común de la gente. Los partidos políticos tienen entre sus obligaciones desarrollar programas de enseñanza y capacitación electoral. El INE, entre sus funciones la educación electoral, empero lo más importante, motivar a los ciudadanos a la cultura electoral confiable, veraz y oportuna. Como no se hace a cabalidad, millones de ciudadanos se abstienen de ejercer su derecho al voto, -no se quejen-. Basan sus campañas políticas en descalificaciones, insultos, falacias y el tenebroso fomento al odio del partido opositor.

En síntesis, las campañas se reducen a presentar al candidato adversario como un pillo o como un pendejo. La calidad de los enormes esfuerzos de los funcionarios se ve quebrantada ante la realidad de la ambición de poder: “a como dé lugar”, tope con lo que tope. En estos momentos vivimos “campañas soterradas” de partidos que erróneamente creen que ya la tienen hecha. Otros se dedican a “cachar” a los oportunistas- bonapartistas, que a toda costa quieren llegar a una candidatura, con la ignominia y la indignidad por divisa. Las pandillas actúan bajo los lineamientos de la dictadura que lamentablemente nos oprime. Partidos que utilizan cínicamente el erario para trasfundir el paternalismo y el clientelismo electorero.

Gobernantes convertidos en los grandes “fiscales”, dejando de lado su función ejecutiva, que no es otra que escuchar, recibir y atender las exigencias de un pueblo ensangrentado por la violencia y la falta de paz social, además de rendir cuentas, con sus dos pilares de apoyo: transparencia y acceso a la información. En esta etapa, se decanta el desarrollo de la democracia, para fortalecer la autocracia que los gobernantes electos practican. El poder Legislativo está en entredicho, al convertirse en comparsas de los caprichos de los ejecutivos. Los ciudadanos, repito, tienen la obligación de conocer y comprender que el Gobierno que elijan será de “todos”, no de un partido. Craso error del P(de)N y del caótico denominado con el acrónimo Morena, el marginar al verdadero ciudadano, por no compartir sus ideas y caprichos.


“En este mundo lo único seguro es la muerte, y los impuestos”: Franklin

Es exigencia constitucional que los ciudadanos participen en los procesos electorales, sin embargo deben aprender los términos legales para hacerlo. La educación en materia electoral es rabona y muy complicada para el común de la gente. Los partidos políticos tienen entre sus obligaciones desarrollar programas de enseñanza y capacitación electoral. El INE, entre sus funciones la educación electoral, empero lo más importante, motivar a los ciudadanos a la cultura electoral confiable, veraz y oportuna. Como no se hace a cabalidad, millones de ciudadanos se abstienen de ejercer su derecho al voto, -no se quejen-. Basan sus campañas políticas en descalificaciones, insultos, falacias y el tenebroso fomento al odio del partido opositor.

En síntesis, las campañas se reducen a presentar al candidato adversario como un pillo o como un pendejo. La calidad de los enormes esfuerzos de los funcionarios se ve quebrantada ante la realidad de la ambición de poder: “a como dé lugar”, tope con lo que tope. En estos momentos vivimos “campañas soterradas” de partidos que erróneamente creen que ya la tienen hecha. Otros se dedican a “cachar” a los oportunistas- bonapartistas, que a toda costa quieren llegar a una candidatura, con la ignominia y la indignidad por divisa. Las pandillas actúan bajo los lineamientos de la dictadura que lamentablemente nos oprime. Partidos que utilizan cínicamente el erario para trasfundir el paternalismo y el clientelismo electorero.

Gobernantes convertidos en los grandes “fiscales”, dejando de lado su función ejecutiva, que no es otra que escuchar, recibir y atender las exigencias de un pueblo ensangrentado por la violencia y la falta de paz social, además de rendir cuentas, con sus dos pilares de apoyo: transparencia y acceso a la información. En esta etapa, se decanta el desarrollo de la democracia, para fortalecer la autocracia que los gobernantes electos practican. El poder Legislativo está en entredicho, al convertirse en comparsas de los caprichos de los ejecutivos. Los ciudadanos, repito, tienen la obligación de conocer y comprender que el Gobierno que elijan será de “todos”, no de un partido. Craso error del P(de)N y del caótico denominado con el acrónimo Morena, el marginar al verdadero ciudadano, por no compartir sus ideas y caprichos.