/ sábado 5 de enero de 2019

Neofascista

Dicta la técnica mercadológica en política que, el defecto que se busque ocultar debe colocarse lo más expuesto posible sobre los hombros de la oposición, sólo así nunca hará daño al líder que lo padece de origen. Dicho de otra manera, por el maestro José Ángel Espinoza, “Ferrusquilla”, “échame a mí la culpa de lo que pase”.

Y entre más confusa esté la realidad política para el conglomerado social, resulta más fácil disuadir o sofocar la rebelión. Por eso Andrés Manuel López Obrador recurre de forma persistente a adjetivar a sus rivales políticos, aquellos que no están dispuestos a aceptar su verdad, por muy honorable y justa que la disfrace.

Por eso no deja alguna opción para quienes se atreven a poner en tela de juicio su sano juicio. O eres de Morena e idolatras al supremo tetra transformador o eres un neofascista, conservador, “fifí”, canalla y si te dejas “firulais” por el resto de tus días.

El problema es que la identidad de neofascista la carga en su ADN y no puede de ello desprenderse. Neofascismo suele aplicarse a grupos de tercera posición que expresan una admiración específica por líderes egocéntricos como lo fuera Benito Mussolini.

Wikipedia lo describe mejor: “No solamente es una tendencia ideológica, se considera un método de hacer política que incluye la exaltación del líder, un férreo control del partido, propaganda y populismo”. ¡Alto ahí!, ¿qué no es eso precisamente de lo que se acusa a Andrés Manuel López Obrador. De buscar la exaltación de los demás a su proyecto de cuarta transformación en el que sólo bajo su perfil los cambios culturales y estructurales de la política mexicana podrán darse para beneficio del país.

¡A eso precisamente me refiero cuando reclamo la obra creativa del maestro compositor sinaloense! Echa la culpa a los demás de los males que te entorpecen. Vayamos más allá a la exposición de concepto de neofascismo. "El populismo nace del fascismo como resultado de la derrota de este último y en la necesidad de convertirse en una opción válida dentro de los cánones que se imponían en el nuevo mundo y que tenían que estar dentro de un ámbito democrático”.

El neofascismo usualmente incluye el nacionalismo, las políticas antiinmigración, el populismo, el conservadurismo religioso y social, el anticlericalismo, la xenofobia y el antisemitismo, o donde es relevante, el indigenismo, el nativismo, el supremacismo, el anticomunismo y en general la oposición al sistema parlamentario y a la democracia liberal.

En pocas palabras, si no eres de Morena, ¡pareces de Morena!

El neofascismo se basa en un Estado todopoderoso que dice encarnar el espíritu del pueblo. La población no debe, por lo tanto, buscar nada fuera del Estado, que está en manos de un partido único. El Estado fascista ejerce su autoridad a través del orden, seguimiento, militarización de los estamentos sociales y la propaganda (incluyendo la manipulación del sistema educativo).

Sin embargo no son los calificativos que AMLO aplica a sus rivales políticos lo que realmente nos debe preocupar. Creo que lo más delicado será la reacción virulenta que se desate cuando llegue la frustración y con ella la ruptura de las expectativas. ¿Cuáles serán los métodos de control? ¿El militarismo para la represión? No en vano el gobierno de la cuarta transformación está dotando de recursos económicos y humanos a la Secretaría de la Defensa Nacional.

¿Será la Guardia Civil el próximo futuro grupo de choque que al estilo del echeverreísmo entrenaba jóvenes para sofocar la manifestación; los derechos y libertades? No quisiera imaginar un retroceso a la década de los setenta en México, por ser benevolente con mi país y no hablar de experiencias todavía peores, como la dictadura de Mussolini.

Y si para la visión de AMLO sólo existe la disyuntiva de ser entre fifí, conservador, fascista o canalla versus ser un convencido de la doctrina de Morena, prefiero cualquiera de esas adjetivaciones, porque no creo podría estar peor que tener una ideología que ni uno mismo entiende. O que diga cualquier fanático de Morena cuál es su ideología o su doctrina, que no sea la figura altísima de Andrés Manuel López Obrador.

alfredopineraguevara@gmail.com


Dicta la técnica mercadológica en política que, el defecto que se busque ocultar debe colocarse lo más expuesto posible sobre los hombros de la oposición, sólo así nunca hará daño al líder que lo padece de origen. Dicho de otra manera, por el maestro José Ángel Espinoza, “Ferrusquilla”, “échame a mí la culpa de lo que pase”.

Y entre más confusa esté la realidad política para el conglomerado social, resulta más fácil disuadir o sofocar la rebelión. Por eso Andrés Manuel López Obrador recurre de forma persistente a adjetivar a sus rivales políticos, aquellos que no están dispuestos a aceptar su verdad, por muy honorable y justa que la disfrace.

Por eso no deja alguna opción para quienes se atreven a poner en tela de juicio su sano juicio. O eres de Morena e idolatras al supremo tetra transformador o eres un neofascista, conservador, “fifí”, canalla y si te dejas “firulais” por el resto de tus días.

El problema es que la identidad de neofascista la carga en su ADN y no puede de ello desprenderse. Neofascismo suele aplicarse a grupos de tercera posición que expresan una admiración específica por líderes egocéntricos como lo fuera Benito Mussolini.

Wikipedia lo describe mejor: “No solamente es una tendencia ideológica, se considera un método de hacer política que incluye la exaltación del líder, un férreo control del partido, propaganda y populismo”. ¡Alto ahí!, ¿qué no es eso precisamente de lo que se acusa a Andrés Manuel López Obrador. De buscar la exaltación de los demás a su proyecto de cuarta transformación en el que sólo bajo su perfil los cambios culturales y estructurales de la política mexicana podrán darse para beneficio del país.

¡A eso precisamente me refiero cuando reclamo la obra creativa del maestro compositor sinaloense! Echa la culpa a los demás de los males que te entorpecen. Vayamos más allá a la exposición de concepto de neofascismo. "El populismo nace del fascismo como resultado de la derrota de este último y en la necesidad de convertirse en una opción válida dentro de los cánones que se imponían en el nuevo mundo y que tenían que estar dentro de un ámbito democrático”.

El neofascismo usualmente incluye el nacionalismo, las políticas antiinmigración, el populismo, el conservadurismo religioso y social, el anticlericalismo, la xenofobia y el antisemitismo, o donde es relevante, el indigenismo, el nativismo, el supremacismo, el anticomunismo y en general la oposición al sistema parlamentario y a la democracia liberal.

En pocas palabras, si no eres de Morena, ¡pareces de Morena!

El neofascismo se basa en un Estado todopoderoso que dice encarnar el espíritu del pueblo. La población no debe, por lo tanto, buscar nada fuera del Estado, que está en manos de un partido único. El Estado fascista ejerce su autoridad a través del orden, seguimiento, militarización de los estamentos sociales y la propaganda (incluyendo la manipulación del sistema educativo).

Sin embargo no son los calificativos que AMLO aplica a sus rivales políticos lo que realmente nos debe preocupar. Creo que lo más delicado será la reacción virulenta que se desate cuando llegue la frustración y con ella la ruptura de las expectativas. ¿Cuáles serán los métodos de control? ¿El militarismo para la represión? No en vano el gobierno de la cuarta transformación está dotando de recursos económicos y humanos a la Secretaría de la Defensa Nacional.

¿Será la Guardia Civil el próximo futuro grupo de choque que al estilo del echeverreísmo entrenaba jóvenes para sofocar la manifestación; los derechos y libertades? No quisiera imaginar un retroceso a la década de los setenta en México, por ser benevolente con mi país y no hablar de experiencias todavía peores, como la dictadura de Mussolini.

Y si para la visión de AMLO sólo existe la disyuntiva de ser entre fifí, conservador, fascista o canalla versus ser un convencido de la doctrina de Morena, prefiero cualquiera de esas adjetivaciones, porque no creo podría estar peor que tener una ideología que ni uno mismo entiende. O que diga cualquier fanático de Morena cuál es su ideología o su doctrina, que no sea la figura altísima de Andrés Manuel López Obrador.

alfredopineraguevara@gmail.com