/ viernes 12 de marzo de 2021

Ni segunda ni tercera, un Juárez de primera y de inclusión

El desarrollo y crecimiento pleno de una sociedad requiere involucrar a todos sus sectores, así como brindarles las garantías de sus derechos y la atención de los servicios básicos, sin embargo, nos hemos encontrado con una realidad muy distinta en la que las minorías han sido olvidadas, cuando el trato debiera ser igualitario, por eso debemos trabajar por un lugar donde no haya juarenses ni de segunda ni de tercera, sino un Juárez de primera y de inclusión.

Por años, hemos visto cómo se ha abandonado a nuestra gente, principalmente a quienes conforman sectores que no son considerados prioritarios, porque se ha preferido atender los intereses de unos cuantos.

Esa insensibilidad e indolencia es un insulto hacia la ciudadanía, sobre todo para quienes tienen que padecer las consecuencias de “ser invisibles” para una autoridad, que simplemente no los ve y trata de mantener en el olvido a quienes “no le representan nada”.

Sin duda, también hemos sido cómplices de ese olvido, porque muchas veces como sociedad hemos preferido callar porque simplemente “no los vemos como nuestro problema”.

Esa carencia, tanto de sociedad como de gobierno se le llama falta de empatía y debemos ponerle un alto.

¿Te has puesto a pensar en lo que vive una familia que ha perdido una hija a causa de la violencia de género? A unos días de que se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, no puedo dejar de pensar en la imparable ola de violencia y el cómo me duele que califiquen a nuestro Juárez como “el Juárez feminicida”.

¿Sabes lo que vive a diario una trabajadora o trabajador de una maquiladora que tiene que transitar por una obra inviable como el BRT? No sólo tienen que salir antes de su casa, sino que trastornan su día para dejar todo en orden en el intento de llegar a su centro de trabajo.

¿Has imaginado el sentir de quienes tienen un comercio y que han tenido que cerrar por obras inviables, por no encontrar certeza por parte del gobierno?

¿Has pensado el miedo de una joven al transitar por una calle sin iluminar; te has puesto en los zapatos de quienes tienen que pagar un amortiguador porque su auto cayó en un bache?

Pudiera seguir con este rosario de problemas que han sido invisibilizados por la autoridad.

Sin embargo, lo que tengo claro es que hoy más que nunca necesitamos de esa escucha activa, del saber apreciar y saber dar atención a la ciudadanía, por ello, reitero que para mí, esa es una de las mejores vacunas contra el abandono social.

Hoy más que nunca debemos impulsar la inclusión, para que todos los sectores sean escuchados y atendidos.

Una parábola china habla sobre la importancia que tiene el silencio para transformarnos en buenos líderes, es decir, nos marca lo vital de la escucha.

Escuchar, lo no escuchado, es una disciplina necesaria para ser un buen gobernante, porque sólo cuando se aprende a escuchar con atención al corazón de las personas, sus sentimientos no comunicados, el dolor no expresado y las palabras no habladas, se puede inspirar a la confianza de la gente.

En eso radica la importancia que le doy a la escucha, para tratar a la ciudadanía por igual, ni de segunda ni de tercera, sino un Juárez de primera y de inclusión.

El desarrollo y crecimiento pleno de una sociedad requiere involucrar a todos sus sectores, así como brindarles las garantías de sus derechos y la atención de los servicios básicos, sin embargo, nos hemos encontrado con una realidad muy distinta en la que las minorías han sido olvidadas, cuando el trato debiera ser igualitario, por eso debemos trabajar por un lugar donde no haya juarenses ni de segunda ni de tercera, sino un Juárez de primera y de inclusión.

Por años, hemos visto cómo se ha abandonado a nuestra gente, principalmente a quienes conforman sectores que no son considerados prioritarios, porque se ha preferido atender los intereses de unos cuantos.

Esa insensibilidad e indolencia es un insulto hacia la ciudadanía, sobre todo para quienes tienen que padecer las consecuencias de “ser invisibles” para una autoridad, que simplemente no los ve y trata de mantener en el olvido a quienes “no le representan nada”.

Sin duda, también hemos sido cómplices de ese olvido, porque muchas veces como sociedad hemos preferido callar porque simplemente “no los vemos como nuestro problema”.

Esa carencia, tanto de sociedad como de gobierno se le llama falta de empatía y debemos ponerle un alto.

¿Te has puesto a pensar en lo que vive una familia que ha perdido una hija a causa de la violencia de género? A unos días de que se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, no puedo dejar de pensar en la imparable ola de violencia y el cómo me duele que califiquen a nuestro Juárez como “el Juárez feminicida”.

¿Sabes lo que vive a diario una trabajadora o trabajador de una maquiladora que tiene que transitar por una obra inviable como el BRT? No sólo tienen que salir antes de su casa, sino que trastornan su día para dejar todo en orden en el intento de llegar a su centro de trabajo.

¿Has imaginado el sentir de quienes tienen un comercio y que han tenido que cerrar por obras inviables, por no encontrar certeza por parte del gobierno?

¿Has pensado el miedo de una joven al transitar por una calle sin iluminar; te has puesto en los zapatos de quienes tienen que pagar un amortiguador porque su auto cayó en un bache?

Pudiera seguir con este rosario de problemas que han sido invisibilizados por la autoridad.

Sin embargo, lo que tengo claro es que hoy más que nunca necesitamos de esa escucha activa, del saber apreciar y saber dar atención a la ciudadanía, por ello, reitero que para mí, esa es una de las mejores vacunas contra el abandono social.

Hoy más que nunca debemos impulsar la inclusión, para que todos los sectores sean escuchados y atendidos.

Una parábola china habla sobre la importancia que tiene el silencio para transformarnos en buenos líderes, es decir, nos marca lo vital de la escucha.

Escuchar, lo no escuchado, es una disciplina necesaria para ser un buen gobernante, porque sólo cuando se aprende a escuchar con atención al corazón de las personas, sus sentimientos no comunicados, el dolor no expresado y las palabras no habladas, se puede inspirar a la confianza de la gente.

En eso radica la importancia que le doy a la escucha, para tratar a la ciudadanía por igual, ni de segunda ni de tercera, sino un Juárez de primera y de inclusión.