/ viernes 4 de marzo de 2022

No digas “No” porque ya habías dicho “Sí”

Me parece que a veces los hechos nos obligan a un decaimiento del ánimo para continuar lo que ya habían empezado.

Ya habíamos iniciado lo que nos habíamos propuesto, pero no lo hemos logrado. Nos sentimos desmoralizados. Con pesimismo decidimos abandonar nuestro propósito. Nos invade un descorazonamiento. Hemos perdido la ilusión de lograrlo. Estamos absolutamente seguros de que no podemos. Lo más fácil es abandonar lo que queríamos. Nos está exigiendo mucho esfuerzo. Es mucho desgaste personal. Ya estamos desanimados. Puedo proponerme algo más fácil, que me cueste menos. Ya me cansé. Ya no podemos más. Al fin que lo propuesto no es una obligación. Ya hemos perdido el interés. Ya nos es indiferente, lograrlo a no. Hemos caído en el derrotismo, en el pesimismo. Ya estamos decididos a suspender la lucha.

Es tan fácil caer en fatalismo. Ya no queremos tratar de lograr lo que habíamos decidido. La vida está invadida por el abandono de las cosas difíciles.

Para los desalientos hay una oración para el desgano. Es una oración a la Virgen de Fátima. Esta oración que circula en Nicaragua es para animarnos. He conocido muchos casos en que ya habían abandonado lo que habían decidido. De ti depende. Ánimo. Se puede. No te desanimes. Que no nos venza el desánimo. No aceptes el cansancio.

Sí, aunque el desaliento por poco futuro, o por la ingratitud nos asalte, aunque la flaqueza nos ablande y aunque el furor del enemigo nos persiga y nos calumnie, aunque se vinieran al suelo nuestras obras y tuviéramos que empezar de nuevo… Que no nos cansemos.

Firmes, decididos, alentados, sonrientes siempre como tú, con los ojos de la cara fijos en el otro y en sus necesidades para socorrernos con los ojos del alma fijos en el decidido. Sigamos su ejemplo. Ocupemos nuestro puesto, el que cada uno nos habíamos señalado. Que nos cansamos.

¡Nada de volver la cara atrás! ¡Nada de cruzar los brazos! ¡Nada de estériles lamentos! Mientras nos quede una gota de sangre que derramar, unas monedas que repartir, un poco de energía que gastar, una palabra que decir, un aliento de nuestro corazón, un poco de esfuerzo en nuestras manos o en nuestros pies, que puedan servir para dar ánimo a un desanimado. Para hacer un poco de bien a nuestros hermanos…

No nos cansemos.

Ánimo. Se puede. Estamos decididos a intentarlo otra vez. Vamos retomando el propósito difícil. Si al principio creímos que era posible lograr, con lucha lo lograremos.




Me parece que a veces los hechos nos obligan a un decaimiento del ánimo para continuar lo que ya habían empezado.

Ya habíamos iniciado lo que nos habíamos propuesto, pero no lo hemos logrado. Nos sentimos desmoralizados. Con pesimismo decidimos abandonar nuestro propósito. Nos invade un descorazonamiento. Hemos perdido la ilusión de lograrlo. Estamos absolutamente seguros de que no podemos. Lo más fácil es abandonar lo que queríamos. Nos está exigiendo mucho esfuerzo. Es mucho desgaste personal. Ya estamos desanimados. Puedo proponerme algo más fácil, que me cueste menos. Ya me cansé. Ya no podemos más. Al fin que lo propuesto no es una obligación. Ya hemos perdido el interés. Ya nos es indiferente, lograrlo a no. Hemos caído en el derrotismo, en el pesimismo. Ya estamos decididos a suspender la lucha.

Es tan fácil caer en fatalismo. Ya no queremos tratar de lograr lo que habíamos decidido. La vida está invadida por el abandono de las cosas difíciles.

Para los desalientos hay una oración para el desgano. Es una oración a la Virgen de Fátima. Esta oración que circula en Nicaragua es para animarnos. He conocido muchos casos en que ya habían abandonado lo que habían decidido. De ti depende. Ánimo. Se puede. No te desanimes. Que no nos venza el desánimo. No aceptes el cansancio.

Sí, aunque el desaliento por poco futuro, o por la ingratitud nos asalte, aunque la flaqueza nos ablande y aunque el furor del enemigo nos persiga y nos calumnie, aunque se vinieran al suelo nuestras obras y tuviéramos que empezar de nuevo… Que no nos cansemos.

Firmes, decididos, alentados, sonrientes siempre como tú, con los ojos de la cara fijos en el otro y en sus necesidades para socorrernos con los ojos del alma fijos en el decidido. Sigamos su ejemplo. Ocupemos nuestro puesto, el que cada uno nos habíamos señalado. Que nos cansamos.

¡Nada de volver la cara atrás! ¡Nada de cruzar los brazos! ¡Nada de estériles lamentos! Mientras nos quede una gota de sangre que derramar, unas monedas que repartir, un poco de energía que gastar, una palabra que decir, un aliento de nuestro corazón, un poco de esfuerzo en nuestras manos o en nuestros pies, que puedan servir para dar ánimo a un desanimado. Para hacer un poco de bien a nuestros hermanos…

No nos cansemos.

Ánimo. Se puede. Estamos decididos a intentarlo otra vez. Vamos retomando el propósito difícil. Si al principio creímos que era posible lograr, con lucha lo lograremos.