/ domingo 16 de agosto de 2020

No es la falta de palabra de Corral, es por la vida de los chihuahuenses

Los malos resultados que tienen los servidores públicos en el desempeño de su cargo no son otra cosa más que la consecuencia de errores cometidos anteriormente. Por supuesto, los hay de otro tipo, aquéllos que corresponden a factores externos como el de la pandemia, que nos agarró a todos desprevenidos. Pero ¿cómo es posible que parte del saldo de un fenómeno como éste, que en cinco meses acumula casi 10 mil contagios y más de un millar de muertes en la entidad, sea imputable a la autoridad estatal?
Lo es en virtud de la negligencia, de políticas erráticas que lejos de combatir de frente el problema, le saca la vuelta; que en lugar de sentar en la mesa a quienes pueden hacer algo más en beneficio de los ciudadanos, los aísla, los rechaza.
Me refiero, por supuesto, a la designación de Eduardo Fernández Herrera como secretario de Salud, una decisión que corresponde más al capricho del gobernador Javier Corral, que a una decisión concienzuda que el caso ameritaba.
Eduardo Fernández está imposibilitado del todo para atender el grave problema de la pandemia y traer soluciones al estado, no sólo por la razón consabida de su ignorancia en el tema de la salud, pues posee un título en Economía y ningún estudio relacionado a la Medicina, sino también por cuestión política y social, ya que su estadía en la Secretaría de Salud es una bofetada al gremio de galenos en Chihuahua, no por puritanismo o celos profesionales, sino por un compromiso tácito, de ésos que se firman en campaña, pero que no se tiene intenciones de cumplir, como es el caso de muchísimas otras promesas que también corrieron con la misma suerte en este quinquenio.
Es como si Pancho Villa en plena Revolución se hubiese rehusado a la excelente colaboración y consejo de un militar de carrera, no empírico o guerrillero como él, necesitaba de uno que entendiera el idioma de las armas, por ello su acercamiento con el general Felipe Ángeles, egresado del Colegio Militar. Y no lo rechazó porque el gran líder de la División del Norte conocía sus propias carencias, y sabía que para ganar la batalla a un mal producido por un militar, necesitaba de otro que le ayudara hacer contrapeso.

Negar aquí la ayuda y experiencia del sector de médicos en medio de esta crisis mundial, es aventurarse al fracaso, a perder la batalla que ya se sabe perdida, y todo para pagar alguna prebenda, algún acuerdo político, o peor, para satisfacer el enorme ego que se carga nuestro mandatario estatal.
No es la falta de palabra de Corral, lo más importante es la vida de los chihuahuenses. Por eso la insistencia en que el exsubdirector de la Secretaría de Hacienda deje el cargo y ceda el espacio a uno de tantos médicos que hay en Chihuahua y que además saben de la administración pública y/o privada.

Está en manos del gobernador Javier Corral salvar o perder cientos o miles de vidas de chihuahuenses; el no hacerlo sepultará cualquier sueño guajiro del mandatario de aspirar por otro cargo público, si no es que ya quedó sepultado por gracia de su pésimo gobierno.

Sugerencias y comentarios favor de hacérmelos llegar a mi correo: cpc16169@gmail.com

Los malos resultados que tienen los servidores públicos en el desempeño de su cargo no son otra cosa más que la consecuencia de errores cometidos anteriormente. Por supuesto, los hay de otro tipo, aquéllos que corresponden a factores externos como el de la pandemia, que nos agarró a todos desprevenidos. Pero ¿cómo es posible que parte del saldo de un fenómeno como éste, que en cinco meses acumula casi 10 mil contagios y más de un millar de muertes en la entidad, sea imputable a la autoridad estatal?
Lo es en virtud de la negligencia, de políticas erráticas que lejos de combatir de frente el problema, le saca la vuelta; que en lugar de sentar en la mesa a quienes pueden hacer algo más en beneficio de los ciudadanos, los aísla, los rechaza.
Me refiero, por supuesto, a la designación de Eduardo Fernández Herrera como secretario de Salud, una decisión que corresponde más al capricho del gobernador Javier Corral, que a una decisión concienzuda que el caso ameritaba.
Eduardo Fernández está imposibilitado del todo para atender el grave problema de la pandemia y traer soluciones al estado, no sólo por la razón consabida de su ignorancia en el tema de la salud, pues posee un título en Economía y ningún estudio relacionado a la Medicina, sino también por cuestión política y social, ya que su estadía en la Secretaría de Salud es una bofetada al gremio de galenos en Chihuahua, no por puritanismo o celos profesionales, sino por un compromiso tácito, de ésos que se firman en campaña, pero que no se tiene intenciones de cumplir, como es el caso de muchísimas otras promesas que también corrieron con la misma suerte en este quinquenio.
Es como si Pancho Villa en plena Revolución se hubiese rehusado a la excelente colaboración y consejo de un militar de carrera, no empírico o guerrillero como él, necesitaba de uno que entendiera el idioma de las armas, por ello su acercamiento con el general Felipe Ángeles, egresado del Colegio Militar. Y no lo rechazó porque el gran líder de la División del Norte conocía sus propias carencias, y sabía que para ganar la batalla a un mal producido por un militar, necesitaba de otro que le ayudara hacer contrapeso.

Negar aquí la ayuda y experiencia del sector de médicos en medio de esta crisis mundial, es aventurarse al fracaso, a perder la batalla que ya se sabe perdida, y todo para pagar alguna prebenda, algún acuerdo político, o peor, para satisfacer el enorme ego que se carga nuestro mandatario estatal.
No es la falta de palabra de Corral, lo más importante es la vida de los chihuahuenses. Por eso la insistencia en que el exsubdirector de la Secretaría de Hacienda deje el cargo y ceda el espacio a uno de tantos médicos que hay en Chihuahua y que además saben de la administración pública y/o privada.

Está en manos del gobernador Javier Corral salvar o perder cientos o miles de vidas de chihuahuenses; el no hacerlo sepultará cualquier sueño guajiro del mandatario de aspirar por otro cargo público, si no es que ya quedó sepultado por gracia de su pésimo gobierno.

Sugerencias y comentarios favor de hacérmelos llegar a mi correo: cpc16169@gmail.com