/ lunes 12 de octubre de 2020

No es la persona, es la idea

Hace unos días reflexionaba en un programa de televisión, al cual me hacen favor de invitarme a participar, sobre el momento que está viviendo el país con la polarización social que se provoca desde las mañaneras de Palacio Nacional. Justo hablábamos de la movilización nacional que generó Frenaa, este Frente Nacional Anti AMLO y la magnitud de la protesta. Un movimiento por demás interesante que está logrando capitalizar el sentimiento de rechazo a Andrés Manuel Lopez Obrador. Sin embargo, creo que hay un gran error de fondo en esto. No es la persona a la que se le debe señalar, sino a la idea que se pregona.

La pregunta aquí sería: ¿Si hoy decidiera renunciar Andrés Manuel, aceptando la petición de este movimiento, y ganara nuevamente una elección constitucional una persona X con los mismos ideales y formas del actual presidente, se solucionaría el problema? La respuesta es no. Tenemos que ir más allá.

Me refiero a que tenemos que hablar de la alternativa, de la propuesta, de las otras vías que existen para llegar a esos ideales que tenemos como país. No podemos luchar contra la polarización desde la polarización. Tenemos que elevar el nivel de discusión al mundo de las ideas. Por eso me preocupan este tipo de acciones que al final suman a la división.

Ese protagonismo en el debate de las ideas, lo deberían estar ejerciendo los partidos políticos. Pero para debatir una idea, se debe ser congruente con la misma para poder hacer una legítima discusión y eso es lo que ha faltado. Actores políticos con convicciones y causas legítimas que puedan debatir con congruencia y orgullo. Por eso es difícil encontrar hoy esos personajes. Y cuando se logra distinguir una buena voz, la nulifica o ataca el mismo sistema, o incluso el mismo partido político. Elevemos el nivel de discusión pública sobre el futuro del país, de los estados y de las ciudades, quitándonos esos velos que la vieja política ha generado.

Este país no aguanta más la corrupción y el desprecio de algunos gobernantes a la misma sociedad. Por eso la ciudadanía se está poniendo las pilas para suplir esos espacios vacíos que ha dejado la oposición partidista, ya sea por miedo a que les pisen la cola que traen o por falta de causas y agenda para proponer nuevos métodos. Las cosas se tienen que hablar directamente, con honestidad y autocrítica para poder reivindicar el servicio público. Para con esto poder generar una agenda común como alternativa al estilo del actual gobierno. Pero mientras los egos personales sigan prevaleciendo en las decisiones de los partidos opositores, no se va a avanzar. Y ahí es donde entra la ciudadanía, para catalizar y hacer reaccionar a los partidos a sacudirse de una vez por todas a las personas malintencionadas y priorizar el bien común antes de intereses personales o de grupo.

No podemos perder la esperanza, ¡por lo contrario! Es justo el momento de actuar para construir esos gobiernos que soñamos tener. Creemos una agenda rica en convicciones e ideales y salgamos a las calles a lograrla. A este país le hacía falta una sacudida, pero no podemos dejar que llegue al quiebre. Ya entendimos, ahora actuemos.



Hace unos días reflexionaba en un programa de televisión, al cual me hacen favor de invitarme a participar, sobre el momento que está viviendo el país con la polarización social que se provoca desde las mañaneras de Palacio Nacional. Justo hablábamos de la movilización nacional que generó Frenaa, este Frente Nacional Anti AMLO y la magnitud de la protesta. Un movimiento por demás interesante que está logrando capitalizar el sentimiento de rechazo a Andrés Manuel Lopez Obrador. Sin embargo, creo que hay un gran error de fondo en esto. No es la persona a la que se le debe señalar, sino a la idea que se pregona.

La pregunta aquí sería: ¿Si hoy decidiera renunciar Andrés Manuel, aceptando la petición de este movimiento, y ganara nuevamente una elección constitucional una persona X con los mismos ideales y formas del actual presidente, se solucionaría el problema? La respuesta es no. Tenemos que ir más allá.

Me refiero a que tenemos que hablar de la alternativa, de la propuesta, de las otras vías que existen para llegar a esos ideales que tenemos como país. No podemos luchar contra la polarización desde la polarización. Tenemos que elevar el nivel de discusión al mundo de las ideas. Por eso me preocupan este tipo de acciones que al final suman a la división.

Ese protagonismo en el debate de las ideas, lo deberían estar ejerciendo los partidos políticos. Pero para debatir una idea, se debe ser congruente con la misma para poder hacer una legítima discusión y eso es lo que ha faltado. Actores políticos con convicciones y causas legítimas que puedan debatir con congruencia y orgullo. Por eso es difícil encontrar hoy esos personajes. Y cuando se logra distinguir una buena voz, la nulifica o ataca el mismo sistema, o incluso el mismo partido político. Elevemos el nivel de discusión pública sobre el futuro del país, de los estados y de las ciudades, quitándonos esos velos que la vieja política ha generado.

Este país no aguanta más la corrupción y el desprecio de algunos gobernantes a la misma sociedad. Por eso la ciudadanía se está poniendo las pilas para suplir esos espacios vacíos que ha dejado la oposición partidista, ya sea por miedo a que les pisen la cola que traen o por falta de causas y agenda para proponer nuevos métodos. Las cosas se tienen que hablar directamente, con honestidad y autocrítica para poder reivindicar el servicio público. Para con esto poder generar una agenda común como alternativa al estilo del actual gobierno. Pero mientras los egos personales sigan prevaleciendo en las decisiones de los partidos opositores, no se va a avanzar. Y ahí es donde entra la ciudadanía, para catalizar y hacer reaccionar a los partidos a sacudirse de una vez por todas a las personas malintencionadas y priorizar el bien común antes de intereses personales o de grupo.

No podemos perder la esperanza, ¡por lo contrario! Es justo el momento de actuar para construir esos gobiernos que soñamos tener. Creemos una agenda rica en convicciones e ideales y salgamos a las calles a lograrla. A este país le hacía falta una sacudida, pero no podemos dejar que llegue al quiebre. Ya entendimos, ahora actuemos.