/ lunes 24 de enero de 2022

No hay alternativas, porque no hay realidad

Por: Amín Anchondo

Vivimos en un momento del mundo bien raro, donde las verdades ya no son necesariamente realidades sino ilusiones creadas con estrategias de mercadotecnia. Esto no es nuevo, pero antes se batallaba mucho más para lograr generar una percepción deseada, sobre todo cuando no era realidad. Hoy, gracias a las redes sociales, hacer este tipo de “post verdades” es mucho más sencillo.

Las repercusiones de estos actos pueden ser pequeñas victorias personales en el corto plazo, pero a la larga son muy nocivas para la sociedad. Digo lo anterior porque se pueden desprestigiar instituciones, poderes o personajes que duraron mucho para crearse y que costaron muchas vidas o luchas, por una simple estrategia personal.

Ejemplos de lo anterior hay muchos y todos conocemos alguno. Uno muy clarito y actual es el combate frontal al INE, por parte del gobierno federal. Aquí el propio presidente se lanzó directo contra el instituto imponiendo la narrativa de que gastan mucho y sale muy caro el INE. A partir de ahí se desplegó una campaña publicitaria para desacreditar al Instituto Nacional Electoral y lo peor es que sólo se hace con ese argumento y nadie ha podido ver cifras reales, datos, comparativas, argumentos sólidos para poder generar un juicio correcto del gasto del INE.

Aquí está el punto al que quería llegar. No hay información concreta en los medios de comunicación, redes sociales o publicidad para que la ciudadanía pueda generar sus propios puntos de vista. Toda la narrativa se queda en: “gasta mucho”, “AMLO es pésimo”, “no hay oposición”, “estamos peor que nunca”, etc. Pero no nos atrevemos a dar el siguiente paso y sustentar el argumento, porque no se tiene información real. Aquí la culpa es de ambas partes. Primero, la ciudadanía que no tiene tiempo pero tampoco la menor intención en indagar un poco más en información o datos o mínimo otra fuente para generar un criterio propio; y segundo, el informador que no hace un breve acto de periodismo más profundo para poder brindar información conjunta a la declaración. Peor aún, las personas que en sus redes comparten o publican información falsa o a medias para poder adjudicarse la narrativa.

Si las personas dejáramos de compartir información de la que no estamos certeros, se haría un gran filtro social que evitaría propagación de falsa información. Pero no es así.

El problema que ha generado esta situación o nueva realidad es que ahora nuestros líderes son de goma. Los crean mediáticamente pero no se sostienen en el tiempo porque se cae una imagen falsa o se descubre alguna verdad. Esto ha logrado que no podamos tener un opositor real que encabece un movimiento que logre centrar o hacer contrapeso a la 4T.

Para discusiones banales con líderes banales tenemos, pero si queremos entrar realmente a generar un contrapeso entonces tenemos que ir más a fondo, elevando el nivel de discusión y por lo tanto, requiriendo liderazgos de gran talante.

Nos está consumiendo lo banal y para lo importante no tenemos tiempo ni datos.

Por: Amín Anchondo

Vivimos en un momento del mundo bien raro, donde las verdades ya no son necesariamente realidades sino ilusiones creadas con estrategias de mercadotecnia. Esto no es nuevo, pero antes se batallaba mucho más para lograr generar una percepción deseada, sobre todo cuando no era realidad. Hoy, gracias a las redes sociales, hacer este tipo de “post verdades” es mucho más sencillo.

Las repercusiones de estos actos pueden ser pequeñas victorias personales en el corto plazo, pero a la larga son muy nocivas para la sociedad. Digo lo anterior porque se pueden desprestigiar instituciones, poderes o personajes que duraron mucho para crearse y que costaron muchas vidas o luchas, por una simple estrategia personal.

Ejemplos de lo anterior hay muchos y todos conocemos alguno. Uno muy clarito y actual es el combate frontal al INE, por parte del gobierno federal. Aquí el propio presidente se lanzó directo contra el instituto imponiendo la narrativa de que gastan mucho y sale muy caro el INE. A partir de ahí se desplegó una campaña publicitaria para desacreditar al Instituto Nacional Electoral y lo peor es que sólo se hace con ese argumento y nadie ha podido ver cifras reales, datos, comparativas, argumentos sólidos para poder generar un juicio correcto del gasto del INE.

Aquí está el punto al que quería llegar. No hay información concreta en los medios de comunicación, redes sociales o publicidad para que la ciudadanía pueda generar sus propios puntos de vista. Toda la narrativa se queda en: “gasta mucho”, “AMLO es pésimo”, “no hay oposición”, “estamos peor que nunca”, etc. Pero no nos atrevemos a dar el siguiente paso y sustentar el argumento, porque no se tiene información real. Aquí la culpa es de ambas partes. Primero, la ciudadanía que no tiene tiempo pero tampoco la menor intención en indagar un poco más en información o datos o mínimo otra fuente para generar un criterio propio; y segundo, el informador que no hace un breve acto de periodismo más profundo para poder brindar información conjunta a la declaración. Peor aún, las personas que en sus redes comparten o publican información falsa o a medias para poder adjudicarse la narrativa.

Si las personas dejáramos de compartir información de la que no estamos certeros, se haría un gran filtro social que evitaría propagación de falsa información. Pero no es así.

El problema que ha generado esta situación o nueva realidad es que ahora nuestros líderes son de goma. Los crean mediáticamente pero no se sostienen en el tiempo porque se cae una imagen falsa o se descubre alguna verdad. Esto ha logrado que no podamos tener un opositor real que encabece un movimiento que logre centrar o hacer contrapeso a la 4T.

Para discusiones banales con líderes banales tenemos, pero si queremos entrar realmente a generar un contrapeso entonces tenemos que ir más a fondo, elevando el nivel de discusión y por lo tanto, requiriendo liderazgos de gran talante.

Nos está consumiendo lo banal y para lo importante no tenemos tiempo ni datos.