/ domingo 6 de diciembre de 2020

No hay “puentes” entre Biden y AMLO

México atraviesa por la peor crisis económica de la historia moderna, con un sistema de salud colapsado por la pandemia y una violencia sin freno. A ello hay que agregar la tensión nacional e internacional en torno a la “negación” de Andrés Manuel López Obrador de reconocer el triunfo de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos, cuando la mayoría de los jefes de Estado del mundo han cumplido con el protocolo, por supuesto incluyendo China.

El gobierno de AMLO debe tender nuevos puentes con Biden y su gente, que ahora no existen, y es que es importante recordar que el comercio es un gran componente de la relación entre México y Estados Unidos. Nuestro país es el tercer socio comercial, después de China y Canadá. Y representa la fuente más grande de inversión extranjera directa.

El exvicepresidente tiene una visión globalista, por lo que sus baterías estarán enfocadas al “multilateralismo” que contrasta con la postura proteccionista de Trump, que se aferra al poder en la Casa Blanca, afirmando que le cometieron fraude, aunque los conocedores de la política internacional alegan que Trump pretende controlar el Partido Republicano a través del llamado movimiento “trumpista” y ganar impunidad.

El demócrata buscará la implementación de las energías verdes y regresar al acuerdo de París, con ello obligar a la 4T a cambiar su política energética, que actualmente se encuentra en un pleito legal con las empresas privadas de energías renovables debido a que se favorece Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Un tiro de poder a poder.

Asimismo prometió revertir las políticas migratorias, por ejemplo facilitar la peticiones de asilo y lograr camino “sencillo” hacia el estatus legal de millones de migrantes. Por supuesto detener la construcción del muro, pero sin frenar el flujo migratorio.

No debemos olvidar que ningún presidente de los EU, incluyendo los que se dicen amigos de los mexicanos, como el propio Obama, han flexibilizado el flujo migratorio. El discurso de campaña siempre es de apoyo a las minorías, pero en el poder cambian radicalmente.

Por ejemplo, durante la administración de Barack Obama se batieron todos los récords de deportaciones. Un año antes del final de su mandato, el demócrata había expulsó 3 millones de inmigrantes, una cifra que no incluye las repatriaciones voluntarias ni de los mexicanos que fueron aprehendidos antes de entrar formalmente en EU. Estos números dejan a Obama como el presidente que más inmigrantes ha deportado en la historia del vecino país del norte, casi tantos como la suma combinada de todos sus predecesores en el siglo XX.

Con Biden seguramente se regresará a la llamada “normalidad” en la relación diplomática entre las dos naciones. Con Trump hubo poca diplomacia, más bien fue atropellada y con múltiples amenazas, a pesar de que ambos mandatarios se dijeron “grandes amigos”.

En cuanto a la promesa de quien mandará en la Casa Blanca, de construir un frente de países democráticos para contrarrestar al avance de gobernantes “autocráticos” y “populistas”, es muy legítima y necesaria. Esto ha puesto nerviosos a los jerarcas de Nicaragua, Venezuela y Cuba.

Finalmente, lo que se espera es un cambio de rumbo, y por ello, muchos mandatarios han saludado la victoria de Biden como una oportunidad para reafirmar a nivel internacional los valores de la democracia liberal.


Nos pueden seguir: palabrapropia@hotmail.com twitter@palabrapropia

Antena Radio 102.5 FM, de lunes a viernes de 5:00 a 6:00 de la tarde

México atraviesa por la peor crisis económica de la historia moderna, con un sistema de salud colapsado por la pandemia y una violencia sin freno. A ello hay que agregar la tensión nacional e internacional en torno a la “negación” de Andrés Manuel López Obrador de reconocer el triunfo de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos, cuando la mayoría de los jefes de Estado del mundo han cumplido con el protocolo, por supuesto incluyendo China.

El gobierno de AMLO debe tender nuevos puentes con Biden y su gente, que ahora no existen, y es que es importante recordar que el comercio es un gran componente de la relación entre México y Estados Unidos. Nuestro país es el tercer socio comercial, después de China y Canadá. Y representa la fuente más grande de inversión extranjera directa.

El exvicepresidente tiene una visión globalista, por lo que sus baterías estarán enfocadas al “multilateralismo” que contrasta con la postura proteccionista de Trump, que se aferra al poder en la Casa Blanca, afirmando que le cometieron fraude, aunque los conocedores de la política internacional alegan que Trump pretende controlar el Partido Republicano a través del llamado movimiento “trumpista” y ganar impunidad.

El demócrata buscará la implementación de las energías verdes y regresar al acuerdo de París, con ello obligar a la 4T a cambiar su política energética, que actualmente se encuentra en un pleito legal con las empresas privadas de energías renovables debido a que se favorece Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Un tiro de poder a poder.

Asimismo prometió revertir las políticas migratorias, por ejemplo facilitar la peticiones de asilo y lograr camino “sencillo” hacia el estatus legal de millones de migrantes. Por supuesto detener la construcción del muro, pero sin frenar el flujo migratorio.

No debemos olvidar que ningún presidente de los EU, incluyendo los que se dicen amigos de los mexicanos, como el propio Obama, han flexibilizado el flujo migratorio. El discurso de campaña siempre es de apoyo a las minorías, pero en el poder cambian radicalmente.

Por ejemplo, durante la administración de Barack Obama se batieron todos los récords de deportaciones. Un año antes del final de su mandato, el demócrata había expulsó 3 millones de inmigrantes, una cifra que no incluye las repatriaciones voluntarias ni de los mexicanos que fueron aprehendidos antes de entrar formalmente en EU. Estos números dejan a Obama como el presidente que más inmigrantes ha deportado en la historia del vecino país del norte, casi tantos como la suma combinada de todos sus predecesores en el siglo XX.

Con Biden seguramente se regresará a la llamada “normalidad” en la relación diplomática entre las dos naciones. Con Trump hubo poca diplomacia, más bien fue atropellada y con múltiples amenazas, a pesar de que ambos mandatarios se dijeron “grandes amigos”.

En cuanto a la promesa de quien mandará en la Casa Blanca, de construir un frente de países democráticos para contrarrestar al avance de gobernantes “autocráticos” y “populistas”, es muy legítima y necesaria. Esto ha puesto nerviosos a los jerarcas de Nicaragua, Venezuela y Cuba.

Finalmente, lo que se espera es un cambio de rumbo, y por ello, muchos mandatarios han saludado la victoria de Biden como una oportunidad para reafirmar a nivel internacional los valores de la democracia liberal.


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