/ lunes 8 de marzo de 2021

Nosotras, siempre nosotras

La violencia en contra de las mujeres existe, vive, respira, nos sigue y nos persigue. Y no se trata de percepciones, se trata de verdades que todos los días vemos, que todos los días nos confirman que esa es la realidad y la verdad que muchas mujeres vivimos en México. Casos como el de Félix Salgado Macedonio es un grito que nos recuerda que estamos solas, y que la lucha tiene que seguir.

Sobre Félix Salgado Macedonio existen al menos dos denuncias por violación y otros tres señalamientos por acoso y abuso sexual, pero aún así sus derechos políticos siguen vigentes, es decir, eso no importa, no importa que al menos dos mujeres lo hayan señalado como su agresor, y ahí esta otra vez la impunidad y otra vez la violencia en contra de todas las mujeres.

El sistema político juzgó que las pruebas aportadas sólo arrojan indicios y, por lo tanto, debe imponerse la presunción de inocencia, pero, según, no fueron lo suficientemente contundentes.

¿Qué es lo que nos quiere decir esta resolución? ¡Que estas acciones se toleran! que la violencia sigue arraigada en el poder; que las mujeres no sólo debemos armarnos de valor cuando vayamos a denunciar un abuso, sino que hay que armarnos de pruebas que resulten contundentes; que además del miedo a denunciar a un personaje como este, debemos vivir con miedo a morir por hacerlo. Es su palabra contra la de Basilia y, evidentemente, vale más la de él, vale más la del violentador, la del victimario que la de la víctima.

Salgado Macedonio, sentado en un fuero que le impide ser juzgado y procesado, construye una campaña basada en lo más podrido del machismo: “Hay toro”, dijo, analogía que despierta el sentimiento de ver a un animal grande, violento, dominado por sus instintos, que se lanza contra lo que sea y puede llegar a matar.

Cercano al 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, parte de la clase política de este país no nos dará una flor como suelen hacer escondiendo la hipocresía detrás, ahora se ha mostrado tal cual es, regalándonos una bofetada en el rostro que nos recuerda que a pesar de los avances logrados con nuestra lucha por vivir una vida libre de violencia, México sigue siendo un país machista, conservador, violentador, que desprecia los derechos de las mujeres y sin piedad nos revictimiza.

A muchas nos han dicho ingenuas por pedir la inmediata destitución de Salgado Macedonio, nos acusan de apoyar “los rumores de la oposición”, nos han pedido que nos callemos, porque este proceso es un linchamiento, nos han amenazado sin palabras, insinuando que no pasa nada. ¡No! Claro que pasa. La candidatura de Salgado Macedonio es la institucionalización de la violencia contra las mujeres arropada por el poder y la intimidación.

La batalla, como siempre y como ahora, es evidenciar la violencia institucionalizada que vivimos las mujeres y que se refleja en casi todos los ámbitos de nuestra vida: en el trabajo, en la calle, en la escuela, en nuestra acción política y por supuesto, en nuestras casas.

Y a pesar de todo, hemos seguido, seguimos y seguiremos señalando y luchando contra esta violencia que quiere rompernos otra y otra y otra vez. Ante ello, nunca estaremos solas porque nos tenemos a nosotras. La pregunta es: ¿los tenemos a ustedes también? Mientras esa pregunta es respondida, estamos nosotras, siempre nosotras.

La violencia en contra de las mujeres existe, vive, respira, nos sigue y nos persigue. Y no se trata de percepciones, se trata de verdades que todos los días vemos, que todos los días nos confirman que esa es la realidad y la verdad que muchas mujeres vivimos en México. Casos como el de Félix Salgado Macedonio es un grito que nos recuerda que estamos solas, y que la lucha tiene que seguir.

Sobre Félix Salgado Macedonio existen al menos dos denuncias por violación y otros tres señalamientos por acoso y abuso sexual, pero aún así sus derechos políticos siguen vigentes, es decir, eso no importa, no importa que al menos dos mujeres lo hayan señalado como su agresor, y ahí esta otra vez la impunidad y otra vez la violencia en contra de todas las mujeres.

El sistema político juzgó que las pruebas aportadas sólo arrojan indicios y, por lo tanto, debe imponerse la presunción de inocencia, pero, según, no fueron lo suficientemente contundentes.

¿Qué es lo que nos quiere decir esta resolución? ¡Que estas acciones se toleran! que la violencia sigue arraigada en el poder; que las mujeres no sólo debemos armarnos de valor cuando vayamos a denunciar un abuso, sino que hay que armarnos de pruebas que resulten contundentes; que además del miedo a denunciar a un personaje como este, debemos vivir con miedo a morir por hacerlo. Es su palabra contra la de Basilia y, evidentemente, vale más la de él, vale más la del violentador, la del victimario que la de la víctima.

Salgado Macedonio, sentado en un fuero que le impide ser juzgado y procesado, construye una campaña basada en lo más podrido del machismo: “Hay toro”, dijo, analogía que despierta el sentimiento de ver a un animal grande, violento, dominado por sus instintos, que se lanza contra lo que sea y puede llegar a matar.

Cercano al 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, parte de la clase política de este país no nos dará una flor como suelen hacer escondiendo la hipocresía detrás, ahora se ha mostrado tal cual es, regalándonos una bofetada en el rostro que nos recuerda que a pesar de los avances logrados con nuestra lucha por vivir una vida libre de violencia, México sigue siendo un país machista, conservador, violentador, que desprecia los derechos de las mujeres y sin piedad nos revictimiza.

A muchas nos han dicho ingenuas por pedir la inmediata destitución de Salgado Macedonio, nos acusan de apoyar “los rumores de la oposición”, nos han pedido que nos callemos, porque este proceso es un linchamiento, nos han amenazado sin palabras, insinuando que no pasa nada. ¡No! Claro que pasa. La candidatura de Salgado Macedonio es la institucionalización de la violencia contra las mujeres arropada por el poder y la intimidación.

La batalla, como siempre y como ahora, es evidenciar la violencia institucionalizada que vivimos las mujeres y que se refleja en casi todos los ámbitos de nuestra vida: en el trabajo, en la calle, en la escuela, en nuestra acción política y por supuesto, en nuestras casas.

Y a pesar de todo, hemos seguido, seguimos y seguiremos señalando y luchando contra esta violencia que quiere rompernos otra y otra y otra vez. Ante ello, nunca estaremos solas porque nos tenemos a nosotras. La pregunta es: ¿los tenemos a ustedes también? Mientras esa pregunta es respondida, estamos nosotras, siempre nosotras.