/ miércoles 27 de diciembre de 2017

Nuestro hermano está muerto, no su recuerdo. Murió su cuerpo, no su valor (II)

Era sólo un policía, le pagaban por eso, habrá más sangre en la calle, más odio en sus pechos. Habrá otra deuda en la cuenta, que por Dios cobraremos; habrá enérgicas repulsas desde el cielo hasta el infierno, habrá algún político que nunca mira derecho, prenderá frente a las cámaras, una bandera en el féretro. Sólo era un policía, le pagaban por eso, habrá artículos de fondo y simulados gestos. Más barro en las calles y asesinos sueltos. Y habrá… habrá otro policía haciendo guardia en el cielo.

 “Carnal”, te fuiste a la gloria eterna hace doce años, el 21 de diciembre de 2005 rendiste culto a la madre tierra, no te pudiste esperar. Seguramente nuestro hermano José Torres Durán tenía “mucho asunto”, es seguro que el momento final ya lo presentía. Te dijimos que te cuidaras, no hiciste caso y el resultado, la tarde del 24 de diciembre de 2005, el sacerdote oró por los agentes José y Rodolfo en su última morada, Cementerio La Colina. “Dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua”, expresó el religioso. La forma emotiva en la despedida  aumentó el sentimiento de dolor de los presentes, al expresar el de la voz: “La planeación estratégica de mi hermano no se detuvo porque el Señor haya querido, sino fue causa de humanos… fue el procedimiento del artero asesinato de José y Rodolfo”. Expresé en voz enérgica: “Estoy seguro hasta donde llegue mi voz, que los autores intelectuales y materiales del asesinato están aquí”, continué dándoles el mensaje: “Señores que lo hicieron, a los Torres Durán no nos asustan; sabemos que la oficialidad va a hacer lo imposible por sacar datos claros de este brutal asesinato”. “Dos agentes que tenían todo un proyecto de vida interrumpido gracias a ustedes, ¡asesinos! Que están con nosotros, lo sé de convicción”. Finalmente sentenció el de la voz, que el crimen no quedará impune. “Lo juro en nombre de mis hermanos… recuerden, tienen familia y nosotros no cejaremos, actuaremos”. Información publicada el 24 de diciembre de 2005 y días subsecuentes, en El Heraldo de Chihuahua, así como publicaciones nacionales, internacionales y medios electrónicos.

La cuestión importante, son muchos los asesinados y no hay justicia, el Estado de derecho es únicamente para los que tienen dinero, influyentes o son  políticos; para los dolientes ¿cuál es el mensaje? Nosotros no somos los encargados de impartir justicia, pero no nos hacen caso; ¿Debemos permanecer con  nuestro dolor? ¿Hasta que pasemos a mejor vida?, antes que eso suceda, tenemos que dar la pauta a seguir, para nuestra gente que fue masacrada y ultimada. Siendo  justo y necesario que en su expediente se expliquen causas, motivos y se den nombres  de los homicidas.

La teoría tomista de justicia es un desarrollo sistemático de Aristóteles, es aquella virtud de la voluntad que ordena a los hombres relativos a otro, implica cierta igualdad y se establece en relación a otros. Pero en la referencia a otro, a la alteridad, se añade una relación de débito, y por eso la justicia asegura a todos lo suyo. Santo Tomás la define como “el hábito según el cual uno, con constante y perpetua voluntad, da a cada cual su derecho”. La muerte es parte del proceso de vivir  y persistir dentro de la entalpía del universo, un paso en nuestro entendimiento universal. Pero de todas formas, resulta difícil separarse de la vida de un ser querido, en el que depositamos nuestra confianza y amor. Expresarle una frase que exponga gratitud hacia él o ella será una forma de aliviar su alma y desearle lo mejor para su nueva partida, que estará basada en la justicia a la que tiene derecho. Frases para un ser querido fallecido: “Tú nunca morirás en nuestros corazones, porque eres eterno por las acciones que en vida realizaste, aun cuando te hayan asesinado, ahora te recordamos con cariño. Espero que podamos reencontrarnos algún día y contarte cuánto bien le dejaste al mundo”.

Era sólo un policía, le pagaban por eso, habrá más sangre en la calle, más odio en sus pechos. Habrá otra deuda en la cuenta, que por Dios cobraremos; habrá enérgicas repulsas desde el cielo hasta el infierno, habrá algún político que nunca mira derecho, prenderá frente a las cámaras, una bandera en el féretro. Sólo era un policía, le pagaban por eso, habrá artículos de fondo y simulados gestos. Más barro en las calles y asesinos sueltos. Y habrá… habrá otro policía haciendo guardia en el cielo.

 “Carnal”, te fuiste a la gloria eterna hace doce años, el 21 de diciembre de 2005 rendiste culto a la madre tierra, no te pudiste esperar. Seguramente nuestro hermano José Torres Durán tenía “mucho asunto”, es seguro que el momento final ya lo presentía. Te dijimos que te cuidaras, no hiciste caso y el resultado, la tarde del 24 de diciembre de 2005, el sacerdote oró por los agentes José y Rodolfo en su última morada, Cementerio La Colina. “Dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua”, expresó el religioso. La forma emotiva en la despedida  aumentó el sentimiento de dolor de los presentes, al expresar el de la voz: “La planeación estratégica de mi hermano no se detuvo porque el Señor haya querido, sino fue causa de humanos… fue el procedimiento del artero asesinato de José y Rodolfo”. Expresé en voz enérgica: “Estoy seguro hasta donde llegue mi voz, que los autores intelectuales y materiales del asesinato están aquí”, continué dándoles el mensaje: “Señores que lo hicieron, a los Torres Durán no nos asustan; sabemos que la oficialidad va a hacer lo imposible por sacar datos claros de este brutal asesinato”. “Dos agentes que tenían todo un proyecto de vida interrumpido gracias a ustedes, ¡asesinos! Que están con nosotros, lo sé de convicción”. Finalmente sentenció el de la voz, que el crimen no quedará impune. “Lo juro en nombre de mis hermanos… recuerden, tienen familia y nosotros no cejaremos, actuaremos”. Información publicada el 24 de diciembre de 2005 y días subsecuentes, en El Heraldo de Chihuahua, así como publicaciones nacionales, internacionales y medios electrónicos.

La cuestión importante, son muchos los asesinados y no hay justicia, el Estado de derecho es únicamente para los que tienen dinero, influyentes o son  políticos; para los dolientes ¿cuál es el mensaje? Nosotros no somos los encargados de impartir justicia, pero no nos hacen caso; ¿Debemos permanecer con  nuestro dolor? ¿Hasta que pasemos a mejor vida?, antes que eso suceda, tenemos que dar la pauta a seguir, para nuestra gente que fue masacrada y ultimada. Siendo  justo y necesario que en su expediente se expliquen causas, motivos y se den nombres  de los homicidas.

La teoría tomista de justicia es un desarrollo sistemático de Aristóteles, es aquella virtud de la voluntad que ordena a los hombres relativos a otro, implica cierta igualdad y se establece en relación a otros. Pero en la referencia a otro, a la alteridad, se añade una relación de débito, y por eso la justicia asegura a todos lo suyo. Santo Tomás la define como “el hábito según el cual uno, con constante y perpetua voluntad, da a cada cual su derecho”. La muerte es parte del proceso de vivir  y persistir dentro de la entalpía del universo, un paso en nuestro entendimiento universal. Pero de todas formas, resulta difícil separarse de la vida de un ser querido, en el que depositamos nuestra confianza y amor. Expresarle una frase que exponga gratitud hacia él o ella será una forma de aliviar su alma y desearle lo mejor para su nueva partida, que estará basada en la justicia a la que tiene derecho. Frases para un ser querido fallecido: “Tú nunca morirás en nuestros corazones, porque eres eterno por las acciones que en vida realizaste, aun cuando te hayan asesinado, ahora te recordamos con cariño. Espero que podamos reencontrarnos algún día y contarte cuánto bien le dejaste al mundo”.