/ viernes 22 de octubre de 2021

Obras sociales y filantropía

La frase de que “sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social”, expresada por el papa San Juan Pablo II, en varios de sus discursos, fue acertada, reflexiva y directa e hizo comprender el compromiso que todos tenemos, en mayor o menor medida de ser solidarios con los más pobres. La filantropía tiene como motivación el apoyar y compartir, lo mucho o poco que tenemos con quienes más lo necesitan. Las obras de filantropía son tan antiguas como la humanidad misma, siempre han existido personas generosas; no obstante al emperador romano Flavio Claudio Julianob se le atribuyó el término de filantropía, cuyo objetivo era ayudar a las personas, como lo practicaba la caridad cristiana.

Muchas particulares y empresas en el mundo realizan obras sociales y de filantropía, beneficiando a cientos de millones de personas, sobre todo en los países pobres o en vías de desarrollo, cuyos gobiernos no tienen la capacidad económica y de recursos para dar asistencia y apoyo a los más necesitados. Por ejemplo, si usted visita albergues y escuelas en las comunidades serranas para no irnos tan lejos, va a encontrar la obra social de empresarios y particulares haciendo posible bancos de alimentos, clínicas, escuelas y albergues dignos para niños y estudiantes rarámuris, como los de Creel y Cerocahui, o bien, en las ciudades de todos son conocidos los centros de Teletón, que existen en toda la república para apoyar a los y las niñas con capacidades diferentes. Se puede hacer referencia a grandes obras y acciones realizadas en México gracias a la filantropía de particulares y empresas, en rubros como educación, investigación y ciencia, salud, arte y cultura, para apoyar y dignificar la calidad de vida de los más necesitados.

En el país hay cientos de empresas benefactoras, la revista Forbes México ha destacado a 38 fundaciones filantrópicas, que año con año han venido beneficiando a millones de personas con gran impacto en la sociedad civil, y cuya aportación es transparente y medible.

Por ello, resultaría lógico que los gobiernos, en un gesto de correspondencia, brinden incentivos y estímulos fiscales a la labor filantrópica de los particulares y de las empresas que están realizando obras y acciones que le corresponden al gobierno mismo, pero no tiene capacidad para ello.

Cada vez son más preocupantes las declaraciones y acciones de López Obrador que desincentivan y desmotivan las obras sociales y de filantropía que hace la iniciativa privada, al mandatar que todas las empresas donatarias autorizadas deberán pagar sus impuestos sin que se les devuelva nada por la deducibilidad, bajo el supuesto de que van a realizar obras sociales, según AMLO porque las empresas no están para hacer obras sociales, culturales ni de filantropía, sino para generar ganancias, pagar impuestos, generar fuentes de empleo y punto. Su mentalidad es carente de sentido común, una vez más, ganarán la soberbia y los caprichos de López Obrador, mientras los pobres son los más perjudicados y siguen creciendo aceleradamente en México.

Integrante de la AECh.


La frase de que “sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social”, expresada por el papa San Juan Pablo II, en varios de sus discursos, fue acertada, reflexiva y directa e hizo comprender el compromiso que todos tenemos, en mayor o menor medida de ser solidarios con los más pobres. La filantropía tiene como motivación el apoyar y compartir, lo mucho o poco que tenemos con quienes más lo necesitan. Las obras de filantropía son tan antiguas como la humanidad misma, siempre han existido personas generosas; no obstante al emperador romano Flavio Claudio Julianob se le atribuyó el término de filantropía, cuyo objetivo era ayudar a las personas, como lo practicaba la caridad cristiana.

Muchas particulares y empresas en el mundo realizan obras sociales y de filantropía, beneficiando a cientos de millones de personas, sobre todo en los países pobres o en vías de desarrollo, cuyos gobiernos no tienen la capacidad económica y de recursos para dar asistencia y apoyo a los más necesitados. Por ejemplo, si usted visita albergues y escuelas en las comunidades serranas para no irnos tan lejos, va a encontrar la obra social de empresarios y particulares haciendo posible bancos de alimentos, clínicas, escuelas y albergues dignos para niños y estudiantes rarámuris, como los de Creel y Cerocahui, o bien, en las ciudades de todos son conocidos los centros de Teletón, que existen en toda la república para apoyar a los y las niñas con capacidades diferentes. Se puede hacer referencia a grandes obras y acciones realizadas en México gracias a la filantropía de particulares y empresas, en rubros como educación, investigación y ciencia, salud, arte y cultura, para apoyar y dignificar la calidad de vida de los más necesitados.

En el país hay cientos de empresas benefactoras, la revista Forbes México ha destacado a 38 fundaciones filantrópicas, que año con año han venido beneficiando a millones de personas con gran impacto en la sociedad civil, y cuya aportación es transparente y medible.

Por ello, resultaría lógico que los gobiernos, en un gesto de correspondencia, brinden incentivos y estímulos fiscales a la labor filantrópica de los particulares y de las empresas que están realizando obras y acciones que le corresponden al gobierno mismo, pero no tiene capacidad para ello.

Cada vez son más preocupantes las declaraciones y acciones de López Obrador que desincentivan y desmotivan las obras sociales y de filantropía que hace la iniciativa privada, al mandatar que todas las empresas donatarias autorizadas deberán pagar sus impuestos sin que se les devuelva nada por la deducibilidad, bajo el supuesto de que van a realizar obras sociales, según AMLO porque las empresas no están para hacer obras sociales, culturales ni de filantropía, sino para generar ganancias, pagar impuestos, generar fuentes de empleo y punto. Su mentalidad es carente de sentido común, una vez más, ganarán la soberbia y los caprichos de López Obrador, mientras los pobres son los más perjudicados y siguen creciendo aceleradamente en México.

Integrante de la AECh.