/ miércoles 16 de octubre de 2024

Oídos sordos

Por Alex Batista

La presidenta, Claudia Sheinbaum, recientemente declaró en una mañanera, que no tiene intención de dialogar directamente con la oposición.

¿Sus motivos? Según sus palabras, para que ella únicamente pueda "comunicarse con el pueblo".

Esta postura me recuerda a las palabras de Ricardo Monreal en 2013, quien afirmaba que "padecemos a un gobierno ciego y sordo, de puertas cerradas y decisiones arbitrarias que no respetan (…) las necesidades mínimas".

El hecho de que la oposición quede excluida del diálogo, plantea de nuevo la pregunta: ¿Acaso la oposición no forma parte del pueblo?

Monreal también mencionaba cuando era opositor que, “históricamente han sido los opositores al gobierno quienes han impulsado los cambios políticos que transformaron a nuestro país”.

Al ser cuestionada sobre si su relación con la oposición sería mejor que la que tuvo el expresidente López Obrador, la presidenta reafirmó su compromiso de cumplir solo con el "proyecto de nación".

Irónica declaración, ya que el 22 de septiembre, la mandataria anunció su separación de su militancia de MORENA, exponiendo que es para "gobernar para todas y todos los mexicanos".

Una postura que es contradictoria por su decisión de no dialogar con la oposición. Ya que, el proyecto de nación que ella promueve, por definición, debería involucrar a todas las personas que forman parte de ese país.

En cuanto al papel del gobierno, la presidenta ha asegurado que trabajará "con lo que se tenga que trabajar para garantizar la gobernabilidad del país", señalando que con los gobernadores, habrá una relación basada en el respeto.

Y concuerdo, que verdaderamente para tener una relación fraterna, se requiere respeto, escucha activa y entendimiento mutuo.

Sin embargo, en contraste con el sexenio pasado, López Obrador se caracterizó por calumniar a sus adversarios políticos mediante insultos como "clasistas", "racistas", "hipócritas", "déspotas" y "corruptos".

Líneas discursivas que irresponsablemente se siguen replicando desde el partido oficialista y por sus legisladores. Dicha actitud, pone en duda el tipo de respeto y diálogo que el actual gobierno afirma promover.

Ante estas declaraciones, se refleja la misma actitud cerrada del sexenio pasado; que ignora la importancia de incluir todas las voces en la construcción de un solo país y un solo pueblo.

Y aunque la presidenta ha reiterado en múltiples ocasiones que su administración buscará hacer las cosas de manera diferente; los hechos indican que el rumbo se mantendrá igual que en el gobierno anterior.

Lamentablemente, esto no es sorpresa para nadie. En MORENA están acostumbrados a la mala práctica, que ante la falta de concesiones: que haya imposiciones.

@alexbatista0

Alex Batista

Por Alex Batista

La presidenta, Claudia Sheinbaum, recientemente declaró en una mañanera, que no tiene intención de dialogar directamente con la oposición.

¿Sus motivos? Según sus palabras, para que ella únicamente pueda "comunicarse con el pueblo".

Esta postura me recuerda a las palabras de Ricardo Monreal en 2013, quien afirmaba que "padecemos a un gobierno ciego y sordo, de puertas cerradas y decisiones arbitrarias que no respetan (…) las necesidades mínimas".

El hecho de que la oposición quede excluida del diálogo, plantea de nuevo la pregunta: ¿Acaso la oposición no forma parte del pueblo?

Monreal también mencionaba cuando era opositor que, “históricamente han sido los opositores al gobierno quienes han impulsado los cambios políticos que transformaron a nuestro país”.

Al ser cuestionada sobre si su relación con la oposición sería mejor que la que tuvo el expresidente López Obrador, la presidenta reafirmó su compromiso de cumplir solo con el "proyecto de nación".

Irónica declaración, ya que el 22 de septiembre, la mandataria anunció su separación de su militancia de MORENA, exponiendo que es para "gobernar para todas y todos los mexicanos".

Una postura que es contradictoria por su decisión de no dialogar con la oposición. Ya que, el proyecto de nación que ella promueve, por definición, debería involucrar a todas las personas que forman parte de ese país.

En cuanto al papel del gobierno, la presidenta ha asegurado que trabajará "con lo que se tenga que trabajar para garantizar la gobernabilidad del país", señalando que con los gobernadores, habrá una relación basada en el respeto.

Y concuerdo, que verdaderamente para tener una relación fraterna, se requiere respeto, escucha activa y entendimiento mutuo.

Sin embargo, en contraste con el sexenio pasado, López Obrador se caracterizó por calumniar a sus adversarios políticos mediante insultos como "clasistas", "racistas", "hipócritas", "déspotas" y "corruptos".

Líneas discursivas que irresponsablemente se siguen replicando desde el partido oficialista y por sus legisladores. Dicha actitud, pone en duda el tipo de respeto y diálogo que el actual gobierno afirma promover.

Ante estas declaraciones, se refleja la misma actitud cerrada del sexenio pasado; que ignora la importancia de incluir todas las voces en la construcción de un solo país y un solo pueblo.

Y aunque la presidenta ha reiterado en múltiples ocasiones que su administración buscará hacer las cosas de manera diferente; los hechos indican que el rumbo se mantendrá igual que en el gobierno anterior.

Lamentablemente, esto no es sorpresa para nadie. En MORENA están acostumbrados a la mala práctica, que ante la falta de concesiones: que haya imposiciones.

@alexbatista0

Alex Batista