/ martes 19 de mayo de 2020

Orientación sexual

A muchos no parece importarles el que existan, entre jóvenes y no tanto, relaciones sexuales antes del matrimonio, o relaciones casuales sin compromiso de por medio, incluso entre adolescentes.

El promover, tolerar o pensar que es normal el que se den esas situaciones parece ser la pauta. Se afirma en no pocos casos que los jóvenes –hombres y mujeres- tienen derecho de ejercer su sexualidad y mantener relaciones con quien quieran, siempre y cuando no afecten a terceros y lo hagan libremente. Tenemos derecho sobre nuestro cuerpo, dirán algunos.

El caso es que este tipo de pensamientos, de actitudes o de acciones, provocan males incalculables a nivel individual y social.

Son muchos los matrimonios que, por lo anterior, se encaminan al fracaso, o que caen en recriminaciones o desconfianza. Su felicidad está en juego.

Algunos jóvenes huyen del matrimonio, buscan la unión libre sin un compromiso de por vida. Otros más, que se dejan envolver por la curiosidad, la presión de “amigos” u otras personas, por un enamoramiento aún no consolidado, por ejercer su “libertad” –sobre todo mujeres-, caen en el arrepentimiento, la frustración o un sentimiento de culpa.

A nivel social los embarazos fortuitos, no deseados, van en aumento, sobre todo en adolescentes. Mientras las mujeres los sufren, muchos varones huyen. En no pocos casos se busca salir del “problema” acudiendo al aborto, sea por el compañero o “novio”, real o supuesto, o por los propios padres, familiares o personas ajenas. Las madres solteras se multiplican, al igual que los hijos sin padre.

En muchas partes se apercibe el háganlo (tengan relaciones) pero cuídense, y para ello se reparten preservativos o se aconseja acudir a anticonceptivos o a píldoras, todo en nombre de la “libertad sexual”. Las consecuencias las tenemos encima.

La sana orientación sexual sobre los niños, adolescentes y jóvenes, que los padres pueden y deben ejercer primariamente, a veces está ausente; y se deja que otras personas como compañeros, la escuela, familiares bien o mal intencionados, medios de comunicación, redes sociales o cualquier otra instancia, den esa orientación o a veces desorientación.

De la formación en valores como la castidad, la templanza, el respeto a la propia persona y a su dignidad, el respeto a los demás… ni hablar, se deja al garete o se le saca la vuelta.

Hoy que algunos padres, madres, hijos o hijas de distintas edades pueden convivir más por efecto de la pandemia del Covid-19, es bueno acercarse para dialogar y orientar sobre el sexual. ¿Lo ven?


A muchos no parece importarles el que existan, entre jóvenes y no tanto, relaciones sexuales antes del matrimonio, o relaciones casuales sin compromiso de por medio, incluso entre adolescentes.

El promover, tolerar o pensar que es normal el que se den esas situaciones parece ser la pauta. Se afirma en no pocos casos que los jóvenes –hombres y mujeres- tienen derecho de ejercer su sexualidad y mantener relaciones con quien quieran, siempre y cuando no afecten a terceros y lo hagan libremente. Tenemos derecho sobre nuestro cuerpo, dirán algunos.

El caso es que este tipo de pensamientos, de actitudes o de acciones, provocan males incalculables a nivel individual y social.

Son muchos los matrimonios que, por lo anterior, se encaminan al fracaso, o que caen en recriminaciones o desconfianza. Su felicidad está en juego.

Algunos jóvenes huyen del matrimonio, buscan la unión libre sin un compromiso de por vida. Otros más, que se dejan envolver por la curiosidad, la presión de “amigos” u otras personas, por un enamoramiento aún no consolidado, por ejercer su “libertad” –sobre todo mujeres-, caen en el arrepentimiento, la frustración o un sentimiento de culpa.

A nivel social los embarazos fortuitos, no deseados, van en aumento, sobre todo en adolescentes. Mientras las mujeres los sufren, muchos varones huyen. En no pocos casos se busca salir del “problema” acudiendo al aborto, sea por el compañero o “novio”, real o supuesto, o por los propios padres, familiares o personas ajenas. Las madres solteras se multiplican, al igual que los hijos sin padre.

En muchas partes se apercibe el háganlo (tengan relaciones) pero cuídense, y para ello se reparten preservativos o se aconseja acudir a anticonceptivos o a píldoras, todo en nombre de la “libertad sexual”. Las consecuencias las tenemos encima.

La sana orientación sexual sobre los niños, adolescentes y jóvenes, que los padres pueden y deben ejercer primariamente, a veces está ausente; y se deja que otras personas como compañeros, la escuela, familiares bien o mal intencionados, medios de comunicación, redes sociales o cualquier otra instancia, den esa orientación o a veces desorientación.

De la formación en valores como la castidad, la templanza, el respeto a la propia persona y a su dignidad, el respeto a los demás… ni hablar, se deja al garete o se le saca la vuelta.

Hoy que algunos padres, madres, hijos o hijas de distintas edades pueden convivir más por efecto de la pandemia del Covid-19, es bueno acercarse para dialogar y orientar sobre el sexual. ¿Lo ven?