/ miércoles 11 de septiembre de 2019

Otros aspectos de la globalización

La acelerada globalización une al mundo de formas extraordinarias. Con un “clic” podemos acceder a información desde nuestro celular, ver en vivo casi cualquier acontecimiento, entablar una conversación con alguien en otro país y trabajar desde nuestra computadora hasta Japón sin necesitad de viajar. Y se requiere salir, los medios de transporte como el avión han evolucionado y nos llevan a todo el mundo con comodidades como wifi, teléfono, pantalla y próximamente asientos inteligentes que personalizan la atención. Se han vuelto tan accesibles que podemos desayunar enchiladas en la Ciudad de México, conducir al aeropuerto, tomar un avión y ese mismo día, cenar “gallo al vino” en París. Se puede seguir en otro vuelo y comer postre casi donde te dé la gana. Las posibilidades son ilimitadas. Ello me hizo recordar la novela de Julio Verne publicada en 1872 “La vuelta al mundo en ochenta días”, donde el caballero británico Phileas Fogg renunció a su vida escrupulosa para cumplir una apuesta con sus amigos para dar la vuelta al globo usando los medios disponibles en el siglo XIX, como ferrocarril, barco, trineos y algunos animales. Con esa novela se instauró en muchos la idea de viajar alrededor del mundo. Hace unos años me vi en una situación “similar” y con la facilidad del transporte, en unos meses pude estar en varios países en cinco continentes sin regresar a casa. Hoy, los sistemas educativos y laborales rebasan las fronteras y se compite por becas y puestos, no con connacionales, sino con gente de todo el mundo. A cada país que voy, es difícil determinar el origen de las personas. Los especialistas están en el mercado global y con ello, en lugar de rechazar lo “diferente”, se debe trabajar en conjunto por la prosperidad, no de una sola nación, sino del mundo entero. Hoy, desde otro aeropuerto distinto al que estuve hace unos días, reflexiono que antes la globalización era sólo sobre corrientes de capital y servicios, luego sobre avances tecnológicos, viajes y conectividad y ahora, ha trascendido a aspectos como el cambio climático y miedo a la inmigración, aumentando con ello la discriminación, desconfianza y violencia. Viajar también da acceso a ver las zonas oscuras de la humanidad, donde las desigualdades permean, la pobreza va en aumento y los conflictos destruyen sociedades. Desde el lugar más lejano en el que he estado recordé que Phileas Fogg hizo un viaje imposible para su época, y ahora, la travesía se puede lograr en un día y sin tanta complicación de transporte y financiera. Con ello, nuestra responsabilidad es visibilizar a otras partes del mundo en desventaja y ayudarnos en conjunto a ser ciudadanos globales y no de un destino particular. Que siga el viaje.

Yanez_flor@hotmail.com

La acelerada globalización une al mundo de formas extraordinarias. Con un “clic” podemos acceder a información desde nuestro celular, ver en vivo casi cualquier acontecimiento, entablar una conversación con alguien en otro país y trabajar desde nuestra computadora hasta Japón sin necesitad de viajar. Y se requiere salir, los medios de transporte como el avión han evolucionado y nos llevan a todo el mundo con comodidades como wifi, teléfono, pantalla y próximamente asientos inteligentes que personalizan la atención. Se han vuelto tan accesibles que podemos desayunar enchiladas en la Ciudad de México, conducir al aeropuerto, tomar un avión y ese mismo día, cenar “gallo al vino” en París. Se puede seguir en otro vuelo y comer postre casi donde te dé la gana. Las posibilidades son ilimitadas. Ello me hizo recordar la novela de Julio Verne publicada en 1872 “La vuelta al mundo en ochenta días”, donde el caballero británico Phileas Fogg renunció a su vida escrupulosa para cumplir una apuesta con sus amigos para dar la vuelta al globo usando los medios disponibles en el siglo XIX, como ferrocarril, barco, trineos y algunos animales. Con esa novela se instauró en muchos la idea de viajar alrededor del mundo. Hace unos años me vi en una situación “similar” y con la facilidad del transporte, en unos meses pude estar en varios países en cinco continentes sin regresar a casa. Hoy, los sistemas educativos y laborales rebasan las fronteras y se compite por becas y puestos, no con connacionales, sino con gente de todo el mundo. A cada país que voy, es difícil determinar el origen de las personas. Los especialistas están en el mercado global y con ello, en lugar de rechazar lo “diferente”, se debe trabajar en conjunto por la prosperidad, no de una sola nación, sino del mundo entero. Hoy, desde otro aeropuerto distinto al que estuve hace unos días, reflexiono que antes la globalización era sólo sobre corrientes de capital y servicios, luego sobre avances tecnológicos, viajes y conectividad y ahora, ha trascendido a aspectos como el cambio climático y miedo a la inmigración, aumentando con ello la discriminación, desconfianza y violencia. Viajar también da acceso a ver las zonas oscuras de la humanidad, donde las desigualdades permean, la pobreza va en aumento y los conflictos destruyen sociedades. Desde el lugar más lejano en el que he estado recordé que Phileas Fogg hizo un viaje imposible para su época, y ahora, la travesía se puede lograr en un día y sin tanta complicación de transporte y financiera. Con ello, nuestra responsabilidad es visibilizar a otras partes del mundo en desventaja y ayudarnos en conjunto a ser ciudadanos globales y no de un destino particular. Que siga el viaje.

Yanez_flor@hotmail.com