/ lunes 17 de mayo de 2021

Pagan justos por corrupciones

Por: Amín Anchondo

Hace unos días en México vivimos una tragedia a consecuencia de los actos de corrupción, ocurrida en una de las obras más cacareadas por parte del gobierno de la Ciudad de México. El suceso en el metro resulta no ser un accidente, sino una consecuencia que tarde o temprano llegaría por la poca calidad en las obras y la falta de atención a los daños que tiempo después se reportaron.

Esta tragedia es el reflejo de mucho de lo que pasa en nuestro país. Esto va desde cómo y bajo qué condiciones se otorga una licitación de obra pública, los tiempos de entrega, la calidad de los materiales, etc. ¿A dónde se va realmente el dinero? ¿Acaso no alcanza para que tengamos obras seguras y de calidad?

Fue una consecuencia, visible, imposible de ocultar, que frente a nuestros ojos se desmoronó una obra que en realidad representa muchas de las cosas que a la par se están desmoronando en nuestro país y no nos damos cuenta porque no son igual de aparatosas.

Pero las víctimas de la caída de la L12 del metro de la Ciudad de México deberían convertirse en un punto de inflexión donde podamos reflexionar como mexicanos la trascendencia de la corrupción y de las malas políticas públicas. No sirve de nada querer tapar el sol con un dedo, porque tarde o temprano todo cae.

Esto me hizo reflexionar en las causas con las que uno se compromete, lo que persigue, por lo que luchas. Hace unos meses escuché un comentario sobre el papel que hacen las sindicaturas en el país. En el comentario cuestionaba su existencia porque al final del día, al entregar las denuncias y evidenciar las faltas, ¿qué diferencia hace? Les voy a decir cuál es la diferencia: visualizar los problemas para exigir que se corrijan y evitar este tipo de acontecimientos. Es simple acción. La búsqueda de posibles actos de corrupción no siempre se reconoce porque no se nota ante los ojos de los ciudadanos y se cree que no son “acciones tangibles” ¿y saben? lo son cuando hay reacción por parte de nosotros y exigimos tan fuerte que se logra cambiar la tragedia.

Hoy no sólo hablo de obras, sino de un cáncer que arrasa con todo el futuro de nuestro país, que crea víctimas, lastima familias y sociedades completas.

Buscar la integridad de los gobiernos, candidatos y leyes es fundamental y se tiene que hacer ya para tomar las mejores decisiones. Que esto nos comprometa a seguir de cerca a los que están a cargo y a involucrarnos más. El combate a la corrupción tiene que ser por parte de todos, comprometernos con esta causa nos hará más conscientes de que el futuro puede ser mejor si exigimos y se actúa. No podemos bajar la guardia, exijamos cuentas claras.

Neta, vale la pena luchar por hacer este país menos desigual, más justo y más pacífico. Pero para lograrlo debemos asumir nuestras responsabilidades y retos.

Por: Amín Anchondo

Hace unos días en México vivimos una tragedia a consecuencia de los actos de corrupción, ocurrida en una de las obras más cacareadas por parte del gobierno de la Ciudad de México. El suceso en el metro resulta no ser un accidente, sino una consecuencia que tarde o temprano llegaría por la poca calidad en las obras y la falta de atención a los daños que tiempo después se reportaron.

Esta tragedia es el reflejo de mucho de lo que pasa en nuestro país. Esto va desde cómo y bajo qué condiciones se otorga una licitación de obra pública, los tiempos de entrega, la calidad de los materiales, etc. ¿A dónde se va realmente el dinero? ¿Acaso no alcanza para que tengamos obras seguras y de calidad?

Fue una consecuencia, visible, imposible de ocultar, que frente a nuestros ojos se desmoronó una obra que en realidad representa muchas de las cosas que a la par se están desmoronando en nuestro país y no nos damos cuenta porque no son igual de aparatosas.

Pero las víctimas de la caída de la L12 del metro de la Ciudad de México deberían convertirse en un punto de inflexión donde podamos reflexionar como mexicanos la trascendencia de la corrupción y de las malas políticas públicas. No sirve de nada querer tapar el sol con un dedo, porque tarde o temprano todo cae.

Esto me hizo reflexionar en las causas con las que uno se compromete, lo que persigue, por lo que luchas. Hace unos meses escuché un comentario sobre el papel que hacen las sindicaturas en el país. En el comentario cuestionaba su existencia porque al final del día, al entregar las denuncias y evidenciar las faltas, ¿qué diferencia hace? Les voy a decir cuál es la diferencia: visualizar los problemas para exigir que se corrijan y evitar este tipo de acontecimientos. Es simple acción. La búsqueda de posibles actos de corrupción no siempre se reconoce porque no se nota ante los ojos de los ciudadanos y se cree que no son “acciones tangibles” ¿y saben? lo son cuando hay reacción por parte de nosotros y exigimos tan fuerte que se logra cambiar la tragedia.

Hoy no sólo hablo de obras, sino de un cáncer que arrasa con todo el futuro de nuestro país, que crea víctimas, lastima familias y sociedades completas.

Buscar la integridad de los gobiernos, candidatos y leyes es fundamental y se tiene que hacer ya para tomar las mejores decisiones. Que esto nos comprometa a seguir de cerca a los que están a cargo y a involucrarnos más. El combate a la corrupción tiene que ser por parte de todos, comprometernos con esta causa nos hará más conscientes de que el futuro puede ser mejor si exigimos y se actúa. No podemos bajar la guardia, exijamos cuentas claras.

Neta, vale la pena luchar por hacer este país menos desigual, más justo y más pacífico. Pero para lograrlo debemos asumir nuestras responsabilidades y retos.