/ jueves 1 de octubre de 2020

Pandemia, ¿Fuera de control?

En semanas pasadas el Consejo Consultivo Ciudadano Nacional de MC 'Pensando en México', encabezado por Salomón Chertorivsky, publicó un excelente estudio llamado “La Gestión de la Pandemia en México”, que busca compensar lo que la sociedad mexicana aún no ha recibido: un balance riguroso de lo que ha hecho el gobierno en el momento que han sido superadas las 60,000 muertes, más una cantidad adicional que puede triplicar esas cifras, como el escenario catastrófico descrito por el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell.

A más de 150 días de este flagelo la situación que enfrentamos es dinámica y su desenlace sigue abierto: podría ser todavía peor, o puede encontrar un cauce nuevo si somos capaces de escucharnos, evaluar y corregir. La resignación de las autoridades federales a trabajar con información limitada, sin una autoridad clara e inapelable y subestimar la infección, son puntos relevantes para entender la evolución y la gestión de este mal en nuestro país, que al momento ha conducido al 31 de julio a una tasa de letalidad cercana al 9.15%, la más alta de América Latina.

Al primer día de septiembre, 79.6% de las personas que han fallecido en México víctimas del contagio con SARS-CoV-2 (51,924), no tuvieron atención médica. La consigna maestra “Quédate en Casa” debe ser evaluada. México, también, tiene “la cifra más alta conocida para un solo país” de muertes de su personal sanitario con 1,320 fallecidos al 2 de septiembre, de acuerdo a Amnistía Internacional. Y no es por nada. El presupuesto para Salud se ha reducido 21% entre 2013 y 2018, la vigilancia epidemiológica en 71.2% en la última década y otro 7.1% entre 2019 y 2020.

Lo anterior no fue corregido por la federación, ni siquiera por las sistemáticas noticias y advertencias que llegaron de Europa y Asia. Según el Índice de Adopción de Política Pública de la Universidad de Miami, México adoptó las medidas recomendadas de contención y control más tarde que la gran mayoría de los países de la región, además de que, en general, lo hizo con menor rigor. No debe de extrañarnos que los rebrotes vayan a ser recurrentes y estas cifras sufran altas y bajas cíclicas en nuestro país, toda vez que no se hacen pruebas ni se busca a la población infectada.

La enfermedad continuará con nosotros durante varios meses más -tal vez años-, y sus efectos no sólo afectarán al sistema sanitario, sino que profundizará una depresión económica con una política gubernamental exigua o equivocada: 46% de los trabajadores perdió su ingreso total o parcialmente, y sólo 7.8% de las empresas recibió algún apoyo del gobierno. Sin recursos para quedarse en casa, los contagios sólo se prolongarán. Pero no todo está perdido. Aún se está a tiempo de un segundo intento para controlar esta plaga con los mejores científicos mexicanos.

Considerando los aciertos y errores, se podrá gestionar esta emergencia histórica para que provoque los menos daños humanos posibles, empezando, al menos, por evitar una sindemia (que al Covid-19 se le sumen las complicaciones de otro virus), con una campaña de vacunación extraordinaria contra la influenza estacional, y por supuesto no abandonar el uso del cubrebocas y, en lo posible, de la careta.

agusperezr@hotmail.com

En semanas pasadas el Consejo Consultivo Ciudadano Nacional de MC 'Pensando en México', encabezado por Salomón Chertorivsky, publicó un excelente estudio llamado “La Gestión de la Pandemia en México”, que busca compensar lo que la sociedad mexicana aún no ha recibido: un balance riguroso de lo que ha hecho el gobierno en el momento que han sido superadas las 60,000 muertes, más una cantidad adicional que puede triplicar esas cifras, como el escenario catastrófico descrito por el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell.

A más de 150 días de este flagelo la situación que enfrentamos es dinámica y su desenlace sigue abierto: podría ser todavía peor, o puede encontrar un cauce nuevo si somos capaces de escucharnos, evaluar y corregir. La resignación de las autoridades federales a trabajar con información limitada, sin una autoridad clara e inapelable y subestimar la infección, son puntos relevantes para entender la evolución y la gestión de este mal en nuestro país, que al momento ha conducido al 31 de julio a una tasa de letalidad cercana al 9.15%, la más alta de América Latina.

Al primer día de septiembre, 79.6% de las personas que han fallecido en México víctimas del contagio con SARS-CoV-2 (51,924), no tuvieron atención médica. La consigna maestra “Quédate en Casa” debe ser evaluada. México, también, tiene “la cifra más alta conocida para un solo país” de muertes de su personal sanitario con 1,320 fallecidos al 2 de septiembre, de acuerdo a Amnistía Internacional. Y no es por nada. El presupuesto para Salud se ha reducido 21% entre 2013 y 2018, la vigilancia epidemiológica en 71.2% en la última década y otro 7.1% entre 2019 y 2020.

Lo anterior no fue corregido por la federación, ni siquiera por las sistemáticas noticias y advertencias que llegaron de Europa y Asia. Según el Índice de Adopción de Política Pública de la Universidad de Miami, México adoptó las medidas recomendadas de contención y control más tarde que la gran mayoría de los países de la región, además de que, en general, lo hizo con menor rigor. No debe de extrañarnos que los rebrotes vayan a ser recurrentes y estas cifras sufran altas y bajas cíclicas en nuestro país, toda vez que no se hacen pruebas ni se busca a la población infectada.

La enfermedad continuará con nosotros durante varios meses más -tal vez años-, y sus efectos no sólo afectarán al sistema sanitario, sino que profundizará una depresión económica con una política gubernamental exigua o equivocada: 46% de los trabajadores perdió su ingreso total o parcialmente, y sólo 7.8% de las empresas recibió algún apoyo del gobierno. Sin recursos para quedarse en casa, los contagios sólo se prolongarán. Pero no todo está perdido. Aún se está a tiempo de un segundo intento para controlar esta plaga con los mejores científicos mexicanos.

Considerando los aciertos y errores, se podrá gestionar esta emergencia histórica para que provoque los menos daños humanos posibles, empezando, al menos, por evitar una sindemia (que al Covid-19 se le sumen las complicaciones de otro virus), con una campaña de vacunación extraordinaria contra la influenza estacional, y por supuesto no abandonar el uso del cubrebocas y, en lo posible, de la careta.

agusperezr@hotmail.com