/ jueves 9 de enero de 2020

¿Patriotas o nacionalistas?

Luego del asesinato del general Qasem Soleimani, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió -entre otras cosas-, que las tensiones geopolíticas mundiales se encuentran en su máximo nivel, enfatizando que existe un malestar social que alimenta el extremismo, el nacionalismo y la radicalización.

En ese contexto, resulta imprescindible reflexionar en torno al término “nacionalismo” porque suele ser confundido con “patriotismo” y, en nombre de éste último, es que el extremismo y la radicalización encuentran su errónea justificación.

Probablemente, esa confusión se debe a las definiciones que los diccionarios ofrecen para dichos vocablos; y es precisamente por eso, que surge la necesidad de saber (sobre todo, al momento de querer justificar ciertas acciones) que su significado va mucho más allá de lo que la mayoría de los diccionarios expresan al respecto.

Por ejemplo, para la RAE, nacionalismo se refiere al sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia”; y patriotismo, al sentimiento de amor que las personas tienen hacia su patria y que hace que procuren todo su bien.

Indudablemente, lo confuso de los términos en cuestión radica en que ambos se relacionan directamente con los sentimientos y, como ya sabemos, los sentimientos son el resultado de las sensaciones y las emociones que cada persona experimenta según como le vaya “en la feria”. Es justo ahí, donde se encuentra la explicación de lo señalado recientemente por el catedrático español, Rafael Salguero: Hemos entrado en tiempos en los que los sentimientos se anteponen a todo; incluso, no pocas veces, a la razón (y eso que los sentimientos son irracionales por definición).

Entonces, considerando lo anteriormente manifestado, queda claro por qué patriotismo y nacionalismo no son lo mismo, y por qué hay que estar conscientes de qué o quién nos mueve al momento de actuar en nombre de éstos. Y he ahí la importancia de conocer sus significados amplios, como los expresados por Richard Aldington y Charles de Gaulle, respectivamente: “El patriotismo es el sentido generoso de la responsabilidad colectiva. El nacionalismo es el gallo jactancioso en su propio corral”. “Patriotismo es cuando el amor por tu propio pueblo es lo primero; nacionalismo, cuando el odio por los demás es lo primero”.

Siguiendo con la misma dinámica textual, en esta ocasión concluyo citando lo dicho alguna vez por el sociólogo y escritor estadounidense, Todd Gitlin: “Hay una distinción difusa, pero real que se puede y se debe hacer, entre el patriotismo, que es un apego a una forma de vida, y el nacionalismo, que es la insistencia en que su forma de vida merece gobernar sobre otras formas de vida”.

Luego del asesinato del general Qasem Soleimani, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió -entre otras cosas-, que las tensiones geopolíticas mundiales se encuentran en su máximo nivel, enfatizando que existe un malestar social que alimenta el extremismo, el nacionalismo y la radicalización.

En ese contexto, resulta imprescindible reflexionar en torno al término “nacionalismo” porque suele ser confundido con “patriotismo” y, en nombre de éste último, es que el extremismo y la radicalización encuentran su errónea justificación.

Probablemente, esa confusión se debe a las definiciones que los diccionarios ofrecen para dichos vocablos; y es precisamente por eso, que surge la necesidad de saber (sobre todo, al momento de querer justificar ciertas acciones) que su significado va mucho más allá de lo que la mayoría de los diccionarios expresan al respecto.

Por ejemplo, para la RAE, nacionalismo se refiere al sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia”; y patriotismo, al sentimiento de amor que las personas tienen hacia su patria y que hace que procuren todo su bien.

Indudablemente, lo confuso de los términos en cuestión radica en que ambos se relacionan directamente con los sentimientos y, como ya sabemos, los sentimientos son el resultado de las sensaciones y las emociones que cada persona experimenta según como le vaya “en la feria”. Es justo ahí, donde se encuentra la explicación de lo señalado recientemente por el catedrático español, Rafael Salguero: Hemos entrado en tiempos en los que los sentimientos se anteponen a todo; incluso, no pocas veces, a la razón (y eso que los sentimientos son irracionales por definición).

Entonces, considerando lo anteriormente manifestado, queda claro por qué patriotismo y nacionalismo no son lo mismo, y por qué hay que estar conscientes de qué o quién nos mueve al momento de actuar en nombre de éstos. Y he ahí la importancia de conocer sus significados amplios, como los expresados por Richard Aldington y Charles de Gaulle, respectivamente: “El patriotismo es el sentido generoso de la responsabilidad colectiva. El nacionalismo es el gallo jactancioso en su propio corral”. “Patriotismo es cuando el amor por tu propio pueblo es lo primero; nacionalismo, cuando el odio por los demás es lo primero”.

Siguiendo con la misma dinámica textual, en esta ocasión concluyo citando lo dicho alguna vez por el sociólogo y escritor estadounidense, Todd Gitlin: “Hay una distinción difusa, pero real que se puede y se debe hacer, entre el patriotismo, que es un apego a una forma de vida, y el nacionalismo, que es la insistencia en que su forma de vida merece gobernar sobre otras formas de vida”.